Por Ariel Torres
Hace pocos días, en la edición del domingo de La Nación, más precisamente en el suplemento Enfoques, el juez federal Daniel Rafecas dice claramente: "A la clase política no le interesa agilizar los juicios por corrupción". Destacó asimismo que "impulsar una reforma procesal para agilizar los juicios por corrupción no le interesa a nadie de la clase política, ni a los distintos poderes ejecutivos que se han sucedido en últimos treinta años..."
A la luz de los hechos acaecidos en los últimos días, podemos decir muchas cosas de la corrupción... pero jamás me hubiera atrevido a aseverar lo que hoy es una verdad de perogrullo: La Corrupción mata gente.
Hace poco leí un libro acerca de la mafia en EEUU, donde Louis Ferrante, integrante del clan Gambino se atreve desde la cárcel a dar el siguiente consejo: "comenzar desde abajo, obedeciendo sin chistar; crear una red de favores y ayuda mutua, y respetar hasta el extremo la cadena de mandos..."
Toda una declaración de principios, y podría ser el preámbulo de la constitución kirchnerista de la apología del poder, sacando claro el párrafo "comenzar desde abajo".
Resulta imposible no imaginar una estructura similar, donde vemos "soldados" increíblemente impresentables tales como Moreno, Jaime, Zanini, Boudou, Baratta, Pichetto, Mariotto... que lo único a lo que apuntan es a ser funcionales a un poder que más allá de ser correcto o no, es el que manda.
Hace 10 años, este gobierno recibió los trenes con una antigüedad promedio de 40 años, es cierto... pero eran 10 años más jóvenes que ahora, con 10 años menos de desgaste, 10 años menos de fatiga de elementos, y 10 años menos de corrupción. Así y todo, subsidiaron al transporte en general de una manera fenomenalmente anacrónica: esto es, haciéndonos creer que teníamos derecho sólamente a un boleto barato. Fueron funcionales a los empresarios que Menem avaló, llenándoles los bolsillos todos estos años de una manera obscena. Tan obscena como hacernos creer que el boleto barato equivalía a un boleto digno.
La maraña de la obscenidad es tal que, ante tamaña tragedia de trenes y muerte, el Estado se convierte en Querellante, es decir, deslinda la responsabilidad en el apellido Cirigliano, que son los operadores de TBA. Se olvida que la CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) es la que debe controlar y fiscalizar la operación de todas las empresas que son adjudicatarias de transportar LA VIDA de los argentinos.
Volvemos al principio de esta nota con los dichos del Juez Rafecas, es decir, están tan acostumbrados a la impunidad que se descuidan ante la natural pendiente que tiene todo tobogán... y se caen de culo sobre las cabezas de la gente, matándolos. Ni más ni menos.
Mientras tanto, CFK se ufana de mojarle la oreja a los ingleses por un pedazo de tierra que hace 200 años es nuestra pero que a nadie le importa. Es una genialidad del kirchnerismo desplegar políticas con las cuales uno no puede estar en contra. La barbaridad reside en que, tras cartón, recibe y se pasea con Sean Penn, pero ninguneó a Antonio Brufau, el presidente de Rapsol-YPF, que vino a verla para discutir la crisis de importación de combustibles.
El amigo Boudou se ha convertido -gratamente- en un lastre del gobierno, apenas asumido, por las monumentales tomadas de pelo que lo han visto protagonista en los últimos dos meses. Socio oculto de una empresa tristemente célebre en los 90, ligada al tráfico de influencias, los contratos poco claros, adjudicaciones directas, negocios ligados al lavado de dinero y... nada más ni nada menos que el negocio de la impresión de billetes.
Conocido el tema, nuestro vicepresidente tocó la guitarra, nos hizo pito catalán a todos, y asestó otro golpe de efecto a la sociedad plena: firmó y avaló un aumento del 100% para los senadores y diputados de la nación. Y el 18% que CFK sugirió a los sindicatos para no estimular la "distorsión de precios"?
Vamos a las minas. No, a las chicas no... Las minas, esas que están bajo tierra, esas que no contaminan nada, y que le dan laburo a la gente. Ningún país se puede dar el lujo de darle la espalda a la explotación minera, porque es un commoditie valorado en todo el mundo, incluso hay países que dependen casi exclusivamente de ello, caso Chile.
Lo malo de la minería de este país, es que con esta ausencia de controles y los niveles de corrupción preexistentes y actuales... quién nos garantiza que se cumplirán los estándares internacionales de seguridad y ambientales?
Alguien tendrá el buen criterio de avisarle a nuestra presidente lo que puede llegar a pasar si sigue negándole sistemáticamente ayuda a Macri... con los subtes?
Me asaltan varios comentarios: El boleto barato pero caro al fin y para nada digno dada las condiciones en que se viaja.
ResponderEliminarLa película de las causa termina asi: cuando se llegue a la conclusion de que el organismo estatal no hizo lo que debia hacer, prescribe la causa y todo queda como entonces.
Si no hubiera impunidad no estariamos tan acostumbrados nosotros y tan sorprendidos en el mundo a los accidentes en la via publica.
-Y no te preocupes la ayuda va a llegar cuando la conviniencia de la coyuntura politica lo dicte
Beso
Lili Calla