"Los gobiernos deben evitar la tentación de incurrir en discursos que transformen el patriotismo en patrioterismo con el objeto de distraer la atención pública de políticas económicas de ajustes en un contexto de crisis estructural y alto desempleo."
Adivinanza: ¿es ésta una reflexión sobre lo que debería hacer el gobierno británico, un consejo que Londres le dio al gobierno argentino o sabiduría de autor anónimo que, como en los libros de autoayuda, cualquier gobierno puede hacer propia para lograr un destino más saludable?
Aun si no hubiera leído el comunicado completo que nuestra Cancillería emitió el martes, el lector perspicaz acertó: se trata de una recomendación que le hizo el gobierno de Cristina Kirchner al gobierno de David Cameron. Porque si hubiera sido para la Argentina habría dicho "? con el objeto de distraer la atención pública de políticas económicas de sintonía fina". Ya que ajustes, como se sabe, acá no tenemos ni tendremos. Tampoco crisis (¿o los flemáticos aquellos se creen que como todos los años nuestro Congreso renueva una la ley de emergencia económica vivimos en otro estado que el la bonanza sostenida?) Y menos hay alto desempleo, todo lo contrario, ya vamos camino a la tasa de desocupación negativa.
De todos modos, el plural utilizado por nuestra diplomacia confunde. ¿Por qué habrán puesto que "los gobiernos" deben evitar la tentación patriotera? ¿Mero lenguaje pontificio? ¿Qué gobiernos? ¿Habrán querido referirse a los descompasados de Cameron y de Galtieri? ¿Aludirán, en cambio, al actual ocupante de 10 Downing Street, los anteriores inquilinos (de Meryl Streep, perdón, Thatcher en más) y los que vendrán? ¿O en definitiva los analistas, no los políticos sino los freudianos, dirán que la prosa oficial testimonia una admisión reprimida de patrioterismo distraccionista por parte del redactor?
Los resortes psicológicos, sobre todo el de la proyección, parecen estar a la intemperie en esta remake descafeinada en la que vuelven a Malvinas los principitos y los barcos misilísticos. Y en proyecciones, mecanismo de defensa (sic) por el cual un sujeto le atribuye a otro los propios motivos, deseos, emociones y pensamientos, no estuvimos solos. Increíble pero cierto: el primer ministro de la nación imperial que llegó a tener colonias desparramadas por todo el planeta nos puso el epíteto de colonialistas. Que es como si para menoscabar a alguien Robledo Puch le dijera despiadado.
Justamente, el exabrupto de Cameron contribuyó a refrescar en Londres y en Buenos Aires, de manera simétricamente efervescente, esas pasiones patrióticas y patrioteras tan bien descriptas por nuestra Cancillería.
Otros textos oficiales quizá deberían explayarse más en detalle sobre el conglomerado conceptual patriótico, en especial porque mientras se practicaba la filosa esgrima verbal con los ingleses el vicepresidente Amado Boudou decía, en el marco de una reunión política doméstica, que hablar de poskirchnerismo es traición a la patria. Homologar los criterios patrióticos en los planos nacional e internacional tal vez ayudaría a que los ingleses entiendan que nuestros consejos van en serio. Y son sólo para ellos.
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