Por Ariel Torres
En estos tiempos de sintonía fina, puede caber la duda sobre si esa crisis es apenas un caso aislado o si es la punta de un iceberg recesivo. Pero cuando en pocos días se sucede una ola de noticias negativas en 14 empresas de 10 sectores diferentes -sin contar los innumerables casos de pequeñas y medianas compañías que sufren caída de ventas o deben suspender producción- ya no caben dudas: la recesión es un hecho.
Hay un sinnúmero de cierres, despidos o cesantías, además de los indicadores sobre caídas de ventas -desde sectores como el de shopping hasta el de la construcción- que son de por sí concluyentes. Sólo en mayo, hubo 5.056 suspensiones y 4.826 despidos, según estimaciones de la consultora Tendencias Económicas, que advierte que hay 50.000 trabajadores con problemas de empleo. Y una característica de esta recesión es que, a diferencia de otros momentos donde había "winners y losers", ahora el enfriamiento está alcanzando a todos. Incluso a aquellos sectores que suelen ser defendidos desde el discurso oficial y en cuyo nombre se adoptan las políticas económicas.
A nadie extraña la crisis de las inmobiliarias luego del impresionante derrumbe del 50% en las operaciones. O que las casas de cambio estén despidiendo personal porque su negocio se achicó un 80% desde que se aplicaran las restricciones para comprar moneda extranjera. O que una gran cantidad de firmas que importan o exportan se vean afectadas por el cerrojo proteccionista de Guillermo Moreno.
Lo que sí llama poderosamente la atención es que el sector automotriz, verdadero emblema de la industrialización del "relato", figure entre los más golpeados, tanto por las dificultades para traer insumos como por las represalias comerciales contra el país. Y no sólo sufre la exportación sino también el mercado interno: en junio, por primera vez desde 2009 se registró una caída en la compra de autos cero kilómetro, con un descenso de 12% en términos interanuales. Determinada a mostrar la mitad del "vaso lleno", la Presidenta relativizó la caída, y además destacó que los autos de producción nacional ganaron participación en el total vendido. No dijo que, pese a esos números, ya hubo 3.000 operarios suspendidos entre las plantas de Renault y Fiat.
Y, mucho más extraño, también empezó a tener problemas la industria electrónica con base en Tierra del Fuego. Este complejo de ensamblado, en cuya defensa se han justificado las restricciones a las importaciones, ha perdido más de 1.500 puestos de trabajo. Al mismo tiempo, el consumo de electrodomésticos, otro símbolo del boom del consumo, registró en junio una caída de 4,2%. Y, en vez de lamentarse por la situación, la Cámara de la Mediana Empresa se manifestó aliviada porque "se esperaba una caída mayor".
Los productores rurales también se encuentran en un momento complicado. Cada vez con mayores dificultades para soportar la presión tributaria, se han lanzado a una serie de protestas. Esta situación compleja también se hace extensible a los frigoríficos.
LA AYUDA EXTERNA
Sin embargo, a la hora de señalar rarezas, nada le puede ganar al hecho de que la soja, la exportación estrella de la Argentina -que, en sus diversas variantes, explica un 27% de los ingresos de divisas que entran al país- se encuentra en una imparable carrera alcista, cotizando por encima de los u$s 600 por tonelada. Como para completar el buen cuadro, el precio del petróleo está cayendo, justo en el momento en el que el país, al haber perdido su autoabastecimiento, atraviesa su período energético más difícil en décadas.
Lo que me lleva a cuestionar uno de los enunciados principales del "relato". Es decir, el precepto de que "el mundo se nos cayó encima". Los problemas que tenemos no son por culpa del mundo. Es todo resultado de restricciones internas y externas, de las dificultades de financiamiento del Banco Central y de tratar de resolver los problemas haciéndolos más graves aún.
Definitivamente, esta es la recesión "al cuete" más grande de la historia.
EL AJUSTE REPUBLICANO
La realidad es que, lejos de tener su epicentro en sectores como los servicios financieros, la actual recesión se ha manifestado con mayor crudeza en el interior de país, afectando las economías regionales. Y, por cierto, las dificultades no se limitan a las empresas sino que impactan sobre los gobiernos provinciales, que deben hacer malabarismos para poder pagar sueldos y deudas con proveedores.
Con el trasfondo de las peleas entre el Gobierno central y las provincias por el reparto de fondos -que ya crecen por debajo de la inflación- algunos analistas hacen referencia a un intento de "tercerización" para no afrontar los costos políticos de la recesión. Se está dando "una suerte de federalización del ajuste fiscal".
La industria de la construcción registró un descenso de casi el 9%, marcando la mayor baja de la última década. Esta retracción ocurre por el efecto combinado de la pesificación forzosa del mercado inmobiliario -dado que hay reticencia a encarar nuevos proyectos- más la ralentización de la inversión pública.
LOS REFERENTES DEL MODELO TAMBIÉN SUFREN
Resulta todo un contrasentido para un "modelo" que se jacta de su perfil productivista y pro industrial, que el sector que aparece más saludable sea el bancario, que acusó un crecimiento del 17,8%, mientras que el promedio de la industria cayó 1,5%, de acuerdo con mis estimaciones.
Y el costado más dramático de esta retracción productiva ocurre en las provincias que dependen de actividades primarias. En algunos casos, los problemas se derivan de los "efectos colaterales" de políticas que se empeñaron en mantener bajos los precios internos para el consumo y aplicar restricciones a la exportaciones.
Un caso líder de ésto es el de los frigoríficos, una industria que vio cerrar 120 plantas y perder 12.000 puestos de trabajo en dos años, al tiempo que el stock vacuno nacional cayó en 10 millones de cabezas. En el actual contexto, a nadie le sorprendió demasiado cuando, en los últimos días, se conoció el cierre de Carnes Pampeanas, el mayor frigorífico de La Pampa, dejando sin empleo a 300 trabajadores.
Numerosas economías regionales en problemas se suceden periódicamente a lo largo y ancho del país, desde los yerbateros del norte hasta los productores vitivinícolas de Cuyo. Todos con inconvenientes como consecuencia de la pérdida de competitividad, ya sea por atraso cambiario o por tope a los precios establecidos en el mercado interno. En este contexto, el caso que se transformó en ícono de esta situación es el de la aceitunera Nucete, una típica empresa familiar que anunció el cierre de su planta de La Rioja ante la imposibilidad de seguir costeando un negocio deficitario. Principal aceitunera de la provincia, esta firma no fue víctima de la mala gestión sino, irónicamente, de las políticas pro-industriales del modelo.
Ocurre que fueron las represalias comerciales de Brasil -en respuesta al cierre importador diseñado por Guillermo Moreno- las que dejaron a Nucete con los números en rojo. Ahora, el gobierno riojano aparece con un "parche" a la situación, al aportarle el equivalente a un jornal y medio a los trabajadores por un período de tres meses.
NO SON BUENAS LAS PERSPECTIVAS
El denominador común a todos estos casos, subyace el problema de la pérdida de competitividad, derivada del atraso cambiario y también de la insuficiente inversión en maquinaria y tecnología.
La expectativa de los analistas es que el Gobierno evitará una acelerada brusca del dólar, dado que privilegia la compra de divisas a bajo precio para mantener las reservas del Banco Central y teme porque avanzar en una fuerte devaluación eleve aún más la inflación. Es indudable que un dólar tan bajo termina castigando a la producción nacional, y los fuertes incrementos de costos y salarios -con un billete verde que crece por debajo- no hace más que encarecer el "Made in Argentina".
Una encuesta difundida por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa agrega asidero a los malos pronósticos: para el 77% de los consultados, la economía agudizará su pérdida de puestos de empleo.
La descripción que hago dista bastante de la interpretación que muchos le daban al concepto de sintonía fina. En parte por problemas irresueltos que se arrastran desde hace años -como la inflación, las tarifas congeladas y el dólar anclado- y en parte por la aplicación de remedios que agravaron la enfermedad -como el cepo cambiario y el bloqueo de fronteras- el Gobierno K enfrenta una muy difícil situación.
Y es la de querer escaparle al plan Recesión para Todos, que de ninguna manera estaba en agenda anunciar, que choca de frente con el Relato, y que claramente sobrevuela cada vez que CFK utiliza la cadena nacional para, precisamente, negarlo.
Buen informe Ariel
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