miércoles, 4 de junio de 2014

Tomar deuda como alternativa de reformas estructurales

Por Ariel Torres



A fines del año 2000, cuando el gobierno de De la Rúa había logrado cerrar el blindaje, yo discutía con colegas ocasionales respecto de este tipo de acuerdos financieros, los que de ninguna manera deben tomarse como sustituto de las reformas estructurales, puesto que cuando hay déficit fiscal, el endeudamiento no sirve para resolver el problema. En última instancia se lo puede explicar (no justificar) como una forma de ganar tiempo hasta que se hacen las reformas de fondo.

Si en una empresa los números no cierran porque gasta más de lo que le ingresa por ventas, tomar un préstamo no le soluciona el problema. En todo caso el endeudamiento puede servirle para financiar la reestructuración de la empresa a los efectos de equilibrar los números y empezar a ganar dinero. No es muy difícil de entender.

En el análisis de un país sucede lo mismo; se puede tomar deuda para financiar la reestructuración del Estado, para poder reducir el gasto y en el óptimo disminuir la carga tributaria, pero tomar deuda para financiar el déficit no es otra cosa que pavimentar el camino al colapso. Es un escenario complicado, y es como dejarle un campo minado al próximo gobierno.

La pregunta de si había que arreglar con el Club de París o no, se contesta sola: por supuesto que sí, pero no salir a endeudarse para tapar huecos fiscales. Es  más, lo mejor que le puede pasar a los argentinos es que el gobierno no consiga un dólar en el mercado voluntario de deuda porque cuanto más estiren esta agonía, peor va a ser la explosión final que vamos a tener que soportar porque los problemas se acumulan potencialmente. Cuanto más se estire la agonía, peor y más violente será el aterrizaje.

Es un poco tragicómico leer algunos análisis de colegas que dicen que el gobierno, a disgusto, está adoptando medidas para corregir parte de los errores, citando el caso de la devaluación, el anuncio de la reducción de los subsidios al gas, la suba de la tasa de interés o, ahora, la búsqueda de un acuerdo con el Club de París. En todo caso, el acuerdo no es definitivo. Solo leyendo el comunicado del Club de París, no los del Ministerio de Economía, se advierte que por ahora, el gobierno se comprometió a pagar para seguir hablando y tratar de llegar a un arreglo. Ni más ni menos.

Tanto la devaluación de enero como la suba de la tasa de interés sólo sirvieron para que Kicillof intentara poner orden en las cuentas públicas para bajar o eliminar el déficit fiscal y de esa forma reducir la emisión monetaria del Central, que financia el déficit del tesoro. Por ahora lo único que consiguieron fue comprarse una feroz recesión, ya que el déficit fiscal de marzo fue monumental; más de $ 17.000 millones y el blue sigue inquieto. Muy suelta de cuerpo y de bolsillo, CFK no tuvo mejor idea que anunciar más gasto público con un incremento de subsidios “sociales” y planes de viviendas. Más gasto implica más déficit, con más emisión monetaria, inflación y caída del tipo de cambio real, algo que invariablemente agudiza los problemas externos.



No es una simple cuestión de “mala gana”, con que el gobierno cambia de rumbo, sino que pone parches que algunos confunden con eso. Cambiar el rumbo sería bajar el gasto público, no aumentarlo. Quitar el cepo, no acentuarlo limitando el pago de importaciones hasta U$S 300.000 dejando sin insumos a los productores locales y creando un caos de suspensiones y despidos. Eso sería interpretado como una intención de cambiar el rumbo, no estos ensayos de impacto a los medios.

Arreglar con los acreedores externos para poder acceder a financiamiento externo, no es un cambio de rumbo, más bien es el mismo rumbo que viene siguiendo desde que perdió las legislativas del año pasado, esto es, intentar estirar la mecha para que la explosión sea posterior al 2015. No le están resolviendo problemas al próximo gobierno, se lo agrava. Basta con ver cómo son los vencimientos que surgen del supuesto acuerdo con el Club de París para advertir que el 90% de los mismos le caerán a la próxima administración.

Cuando habla de respetar los plazos constitucionales, el Gobierno debería recordar que la Constitución tiene más artículos que el que establece el período de los mandatos presidenciales, y también hay que respetarlos. La oposición debería tomar conciencia que cuántos más muertos se dejen para llegar al 2015 peor les va a ir a ellos políticamente, porque tendrán que asumir el costo de desactivar el desastre. Eso de especular con que todo le explote antes del 2015 al gobierno puede ser una especulación que, en una de esas les sale bien, pero si les sale mal, no solo la oposición tendrá que bancarse todos los problemas heredados. 

Lo más grave es lo que tendrá que vivir la gente de aquí hasta el 2015 y luego del cambio de gobierno.


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