sábado, 14 de junio de 2014

Inflación y Recesión asegurada en el Segundo Semestre

Por Ariel Torres


Hace algunas notas atrás, en un escenario optimista, estimé que para el período abril-diciembre de este año, quedaría por financiar un déficit fiscal del orden de los $ 256.000 millones, lo que implicaría incrementar la base monetaria en la friolera del 74%.

Los ingresos totales del sector público nacional en el primer trimestre del 2014, sin incluir la contabilidad creativa (utilidades ficticias del BCRA, ANSES, etc.) crecieron, en promedio, el 35% interanual, mientras que los gastos totales aumentaron a un ritmo del 43% anual. En el primer trimestre de este año, el déficit fiscal sumó $ 33.000 millones en números redondos.

Observando con atención la recaudación tributaria desde enero del 2011 hasta mayo de este año en valores constantes, es posible apreciar que se encuentra claramente estancada y con tendencia a la baja desde mediados del año pasado. Se mueve entre un piso de $ 90.000 millones y un techo de $ 100.000 millones, techos que se explican por estacionalidad. Pero supongamos que en lo que resta del año tanto los ingresos como los gastos crecen al mismo ritmo que en el primer trimestre, un supuesto demasiado optimista teniendo en cuenta la recesión que se acentúa y el despilfarro de aumento de gasto público que viene anunciando el gobierno con más planes sociales y construcción de viviendas.

Así las cosas, el año terminaría con un déficit fiscal de $ 233.000 millones, o sea que si le restamos los $ 33.000 millones del primer trimestre, entre abril y diciembre habría que financiar un déficit fiscal del orden de los $ 200.000 millones. Un montón de plata. Si se financia con emisión monetaria, el aumento de la misma en el período en los últimos 9 meses del año sería del 57% y el total de aumento de la base monetaria para financiar el déficit fiscal en todo el 2014 implicaría un incremento de la base del orden del 62%.

Puede ser que en algún mes la tasa de inflación sea menor a la del mes anterior, pero lo que se puede prever es que la tendencia inflacionaria será al alza, dado el nivel de gasto público no financiable a pesar de la insoportable carga tributaria que tiene que soportar la población que trabaja en blanco. Para colmo, a pesar de estar en una situación fiscal sumamente delicada, no se percibe por parte del gobierno la decisión de controlar el gasto. CFK no hace más que anunciar más gasto público y Kicillof se dedica a denostar a los que decimos que hay que bajar el gasto, como si fuéramos una especie de salvajes sin corazón que queremos que no haya inclusión social. En rigor, es la política k la que excluye a la gente del sistema porque en vez de crear las condiciones institucionales y económicas para que tengan trabajo, las mantienen con planes que las excluyen como seres humanos dignos que viven del fruto de su esfuerzo.

Esta política económica, con su fenomenal déficit fiscal y emisión monetaria, genera más exclusión porque la inflación va dejando un tendal de pobres en el camino. Pocas cosas se perciben más excluyentes que esta política económica, por la pobreza que genera. Y me animaría a decir que el mayor deseo del kirchnerismo no es disminuir la pobreza, sino más bien disminuir la brecha entre la clase media y los pobres, pero igualando hacia abajo.

Retomando el tema estrictamente económico, la otra opción que tiene el BCRA es absorber todo esa montaña de dinero emitida colocando letras y pagando el costo de tener un gigantesco endeudamiento de largo plazo. Claro que si coloca más deuda va a pasar de una recesión a una depresión económica que le hará caer más la recaudación tributaria, agrandando el déficit fiscal y forzándolo a emitir más de lo estimado en esta nota, lo que implicaría llevar el endeudamiento interno a límites intolerables, llevándonos a una espiral de gasto cuasifiscal, similar a la que llevó a la hiperinflación de 1989.

Ahora bien, si tenemos en cuenta que al gobierno le cuesta bajar el gasto público porque es la base de su populismo, lo que se puede prever para lo que resta del año es un déficit fiscal mayor y una inflación creciente con recesión. Es la razón por la que no concuerdo con algunos colegas que afirman que la recesión va a frenar un poco la inflación. En la medida que el tesoro siga agrandando el bache fiscal y tomando más medidas que entorpecen la  actividad del sector privado, perfectamente podemos tener recesión con inflación.

La inflación puede acelerar la fuga del peso incrementando la tasa de inflación y la actividad económica no tiene salida con el consumo cayendo por más desocupación, el tipo de cambio real frenando las exportaciones y las inversiones brillando por su ausencia. Sintomáticamente, veo al segundo semestre sometido a una batalla desigual contra la inflación y la recesión.


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