sábado, 29 de septiembre de 2012

Tribulaciones de una conquistadora

Por Ariel Torres



"Estás en el pináculo, en estado de gracia, impecable", le soltó Boudou apenas Cristina atendió la llamada desde el jacuzzi de su suite en el Mandarin. "Sí, tenés razón, la verdad es que estuve so-ña-da", respondió ella, que odia la falsa modestia. "Los gringos me tendieron una trampa -continuó-, pero no saben con quién se meten."
El fiel escudero devenido en Vice Presidente tuvo el detalle de poner el altavoz para que yo pudiera escuchar todo. No saben lo que disfruté! Mi adorada Inquilina de Olivos todavía estaba excitada e inmensamente feliz. Con desparpajo adolescente contó cómo había logrado sortear el cacerolazo en la puerta de Harvard. "Me avisaron por teléfono y entonces llegué una hora más tarde, cuando sólo quedaban cuatro tipos. No me digas que no soy una genia." Amado asintió, con esa convicción con que ríe, aplaude y asiente cada vez que ella abre la boca, aunque sea para matarlo. Algunos lo ven como una actitud rastrera. Yo, como vocación de servicio.

Aquí el desopilante diálogo:
- No me puedo decidir, no sé si estuviste mejor en Georgetown o en Harvard.
- En ninguna! Qué querés que te diga, me quedo con la Universidad de La Plata. Es como más vital. Pero me había prometido que un día tenía que ir a Harvard, y fui. Soy la primera presidenta argentina que da una clase magistral ahí!
- Estuvo absolutamente grandioso. Ahora, qué raros son estos tipos: aplaudían las preguntas y no tu respuestas. Te habrás sentido extraña.
- La verdad estuvo raro, pero seguramente habrán sido problemas con la traducción.
- Estás segura que fue una trampa?
- No me cabe la más mínima duda! Todos esos taraditos laburan para Lanata y Clarin. Igual, me hice un festín. Creo que los dejé impresionados con mis conocimientos de política internacional, historia, economía... Y con mi valentía. Decime, quién se anima a hablar mal de Harvard en Harvard? Les dije que era una universidad cara y que no entendían nada. Y eso no lo había practicado: me salió así, de una.
- Estuviste bárbara criticando también a Estados Unidos, decirles que promueven los golpes y que mienten con la inflación, denostar al Fondo, hablar bien de Chávez. Todo eso en Washington! Cómo te animaste? Me rindo ante tu coraje.
- Y... vos sabés, yo soy así, frontal, directa, sincera. No me invitarán más, pero yo estaba pensando en los spots de las tandas del fútbol. Tienen material para rato.
- Muy bueno eso de que en la Argentina no hay cepo cambiario, ni mucho menos. Fuiste tan clara, tan convencida, que parecía verdad. Lástima que después estuviste 15 minutos justificando por qué no se puede comprar dólares. Pero bué...
- Bueno, che, peor cepo es el de Estados Unidos, donde es imposible conseguir pesos...
- A ver -comentó Amado, que empezaba a animarse con algunas objeciones-, quizá no estuvo tan bien cuando retaste a uno de los chicos y le dijiste que la pavada que estaba preguntando no era digna de Harvard, sino de La Matanza. No es que hayas estado equivocada, pero en La Matanza votan casi un millón de personas.
- Nene, nene, vos te creés que en La Matanza alguien vio mi conferencia en Harvard? No me hagás reír!
- Me volví loco cuando contestaste que hiciste tu fortuna como abogada exitosa. Fue una lección de capitalismo: quisiera saber cuántos abogados gringos juntan 17 millones de dólares sin pisar el estudio!
- Esa la tenía estudiada, sabía que me lo iban a preguntar, pero mi problema era que cuando la practicaba en el hotel, indefectiblemente me terminaba riendo a carcajadas.
- Sinceridad brutal: en algunos momentos, ante algunas preguntas, parecías un poco molesta, tensa, enojada. Ojo, lo manejaste bien, pero yo te conozco y era evidente que no estabas cómoda.
- Tenés que entenderme y darme la derecha, no estoy acostumbrada a las groserías y las malas palabras: me hablaban de inflación, conferencias de prensa, cacerolazos... todos improperios!. Además, en la Argentina yo tengo la exclusividad del micrófono. En Georgetown y Harvard se lo dan a cualquier imberbe sólo por haber pagado una matrícula. O esas universidades cambian o no tienen futuro.
- Criticar el pobre nivel académico de los estudiantes de Harvard estuvo de órdago!!
- Ni siquiera en La Matanza te preguntan esas pavadas. Fijate que no me sacaron el tema Ciccone. Mi vicepresidente se queda con la fábrica de hacer billetes y en las mejores universidades yanquis no se enteran. Querés saber qué respuesta tenía preparada?
- Al vice le tembló la voz cuando dijo: "a ver...?".
- Tenía preparado decirles: "Boudou? Por favor, hablemos de cosas serias" -y estalló en una risotada-. Amado sintió el golpe y volvió por el camino de las flores.
- Cambiemos de tema, tu mejor respuesta fue la de la reforma constitucional. Una maravilla dialéctica. Con las palabras decías que no y todo tu cuerpo decía que sí.
- Convengamos que lo aprendí de Bush. Dijo: lean mis labios, no voy a subir los impuestos, y terminó matándolos con el impuestazo, el muy guacho!
La desopilante charla discurrió también sobre la cobertura que habían tenido las charlas con estudiantes. Cristina no esperó lo que los grandes medios norteamericanos hicieron: o la habían matado o la habían ignorado. Y Amado no le dijo que aquí la peor bajeza -como era de esperar- la hizo TN: no se cansó de pasar las intervenciones en las universidades, con la malicia del que te repite un furcio.
Nuestra tan denostada Inquilina Nro. 1 de Olivos se despidió con una frase que la pinta de cuerpo entero: "Por suerte, ya estoy volviendo, me extrañan los argentinos, y ahora me empezarán a extrañar los norteamericanos".

Toda una declaración de principios... o de finales anunciados.

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