viernes, 17 de octubre de 2014

Las fichas de Vaca Muerta no alcanzan

Por Ariel Torres



Que el petróleo es un recurso estratégico no cabe ninguna duda, pero definitivamente tenemos que tener en claro que no es el único, y apostar todas las fichas a que lo sea, es un error monumental. Allí está Venezuela como terrible ejemplo de ello.

Los recientes anuncios en el sentido de las reservas shale de Vaca Muerta lo convierten en el 5to yacimiento en importancia en el mundo, ha vuelto loco a más de un neófito en el tema, el 90% de ellos, políticos. Pero en este contexto de petróleo barato, cuya tendencia parece constante al menos hasta fin de año, retrasará sensiblemente cualquier inversión en nuestro yacimiento estrella.

Cuando suceden estos hechos de aparente volatilidad, los principales operadores reales, es decir, aquellos que operacionalmente analizan sus costos y proyecciones, desensillan hasta que aclare, primero, para inmediatamente después rehacer y recalcular todas las proyecciones futuras. Los ajustes de precios a la baja tienen impacto inmediato en todas las economías de escala dependiente del petróleo. Inmediato.

Además, y como si esto fuera poco, cobra vigencia  la teoría del pico de Hubbert, también conocida como cenit del petróleo, petróleo pico o agotamiento del petróleo. Es una influyente teoría acerca de la tasa de agotamiento a largo plazo del petróleo, así como de otros combustibles fósiles. Predice que la producción mundial de petróleo llegará a su cenit y después declinará tan rápido como creció, resaltando el hecho de que el factor limitador de la extracción de petróleo es la energía requerida y no su coste económico.


Aún siendo controvertida, esta teoría es ampliamente aceptada entre la comunidad científica y la industria petrolera. El debate no se centra en si existirá un pico del petróleo sino en cuándo ocurrirá, ya que es evidente que el petróleo es un recurso finito y no renovable en escalas cortas de tiempo por lo que en un momento u otro se llegará al límite de extracción. Esto depende de los posibles descubrimientos de nuevas reservas, el aumento de eficiencia de los yacimientos actuales, extracción profunda o la explotación de nuevas formas de petróleo no convencionales.

El presupuesto de varios de los principales exportadores de crudo del mundo está en jaque, hoy, producto de la fuerte caída del precio del petróleo. En Rusia, cuya economía ya sufre por las sanciones de Occidente, se esperan más recortes de gastos y en Irak temen por el presupuesto en seguridad, en un país asediado por la agrupación extremista Estado Islámico (EI). Desde Moscú hasta Caracas, desde Riad hasta Bagdad, en Teherán, Argel, la ciudad de Kuwait y Lagos, en Nigeria, los líderes políticos, ministros de economía y directores de los bancos centrales hacen denodados esfuerzos para hacer frente a la caída de precios, aproximadamente un 25% (una enormidad) desde el pico de junio.

El precio del barril de crudo Brent ayer era de 85 dólares, cuando en junio se vendía a 115.
La caída tiene varios factores, pero principalmente parece estar impulsada por la mayor producción de crudo en Estados Unidos y por las proyecciones de una sostenida reducción de la demanda en muchos países desarrollados, así como por la desaceleración del crecimiento en China. Digo parece, porque hay varias versiones que indican un lobby desde los Estados Árabes en detrimento de los yacimientos shale oil especialmente ricos en calidad de EEUU.
De todas maneras, una noticia que es mala para muchos, puede ser buena para otros, y en especial para Washington. Países como Rusia, Irán y Venezuela, que en los últimos años buscaron sojuzgar la influencia de Estados Unidos, ahora podrían tener que moderar su actitud, ya que enfrentan crecientes presiones financieras.
Si bien Rusia tiene reservas de billones de dólares como colchón, precisamente para enfrentar este tipo caída de precios, en Moscú ya hay signos de preocupación, ya que la administración centralista de los recursos está aún muy instalada allí. Ejemplos sobran: en una reunión realizada en esa ciudad esta semana con el consejo de derechos humanos del gobierno, el presidente Vladimir Putin rechazó de plano un pedido de mayor financiamiento de ese organismo y citó como argumento la caída de los ingresos por exportaciones de crudo.
El mismo Putin dijo: "como sabrán, el precio de la energía ha caído, así como el de otros de nuestros productos tradicionales”, para agregar que "debido a eso, deberemos reconsiderar el presupuesto para reducir algunos gastos". Fue un notable distanciamiento de la altanería con que Putin respondió a las sanciones de Occidente por lo ocurrido en Ucrania, a las que calificó como apenas una molestia.
En el mismo contexto, en los últimos días Venezuela, cuyas exportaciones dependen en un 95% de las ventas de crudo, convocó a una reunión de emergencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo para tratar el hundimiento de los precios, una convocatoria que otros miembros rechazaron a favor de la reunión ordinaria del organismo a realizarse el mes próximo. Venezuela hace rato que no impone nada ya en el mundo petrolero.

Es esperable un rebote de los precios, casi con seguridad, como respuesta a las fuerzas normales del mercado y a la fuerte y continua demanda, sobre todo de parte de los países desarrollados, pero difícilmente se recuperen los niveles de mediados de este año.
Ahora bien: parte del excedente de producción que también está empujando los precios hacia abajo es resultado de un aumento de la producción en Irak y Libia, países que atraviesan una situación de inestabilidad que en cualquier momento podría generar el cierre de los pozos, hecho que desencadenaría un aumento súbito del precio del barril. Pero en lo inmediato es muy probable que los grandes productores enfrenten crisis presupuestarias de diverso grado de severidad, con sus consecuentes ramificaciones económicas, estratégicas y políticas.
Lo grave a considerar es que varios de los países productores y exportadores dependen fuertemente del precio del petróleo para cubrir sus necesidades presupuestarias". Con un 20% de depresión de esos precios, en muchos de esos países, los números apenas cierran. Rusia e Irak enfrentan circunstancias particularmente difíciles, en parte debido a las tensiones geopolíticas generales de sus regiones. Rusia, ya aquejada por la inflación y la drástica caída del rublo, vio muy reducida su capacidad de endeudarse debido a las sanciones de Occidente. Irak está librando un conflicto militar costoso y de final particularmente abierto y sensible contra los extremistas de Estado Islámico.
Algunos analistas creen que en su reunión del próximo mes, la OPEP, liderada por Arabia Saudita, decidirá recortar la producción y estabilizar los precios. Aunque parece lógico, me permito disentir, puesto que Arabia Saudita tal vez permita que los bajos precios persistan, en parte para apretar a sus principales rivales -Irán y Rusia- y en parte para presionar a los productores de shale oil de Estados Unidos, como dije antes.
El liderazgo de Arabia Saudita en estos sensibles temas, está dado por sus relativamente bajos costos de producción, y su programa de gastos interno, que le permiten mantener equilibrado su presupuesto con un precio de aproximadamente 95 dólares por barril, frente a los 100 dólares por barril que necesita Rusia, o aún más, Irán. Los sauditas también cuentan con enormes reservas en efectivo que les permiten sostener su presupuesto.


La cuestión es hasta qué punto uno está dispuesto a comerse las reservas y hasta cuándo, hasta poder reducir la producción, es el interrogante hoy, cuya respuesta –les aseguro- nadie tiene.

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