Que el
petróleo es un recurso estratégico no cabe ninguna duda, pero definitivamente
tenemos que tener en claro que no es el único, y apostar todas las fichas a que
lo sea, es un error monumental. Allí está Venezuela como terrible ejemplo de
ello.
Los recientes
anuncios en el sentido de las reservas shale de Vaca Muerta lo convierten en el
5to yacimiento en importancia en el mundo, ha vuelto loco a más de un neófito
en el tema, el 90% de ellos, políticos. Pero en este contexto de petróleo
barato, cuya tendencia parece constante al menos hasta fin de año, retrasará
sensiblemente cualquier inversión en nuestro yacimiento estrella.
Cuando
suceden estos hechos de aparente volatilidad, los principales operadores
reales, es decir, aquellos que operacionalmente analizan sus costos y
proyecciones, desensillan hasta que aclare, primero, para inmediatamente
después rehacer y recalcular todas las proyecciones futuras. Los ajustes de
precios a la baja tienen impacto inmediato en todas las economías de escala
dependiente del petróleo. Inmediato.
Además,
y como si esto fuera poco, cobra vigencia la teoría del pico de Hubbert, también
conocida como cenit del petróleo, petróleo pico o agotamiento
del petróleo. Es una influyente teoría acerca de la tasa de agotamiento a largo
plazo del petróleo, así como de otros combustibles fósiles. Predice que la producción
mundial de petróleo llegará a su cenit y después declinará tan rápido como
creció, resaltando el hecho de que el factor limitador de la extracción de
petróleo es la energía requerida y no su coste económico.
Aún
siendo controvertida, esta teoría es ampliamente aceptada entre la comunidad
científica y la industria petrolera. El debate no se centra en si existirá un
pico del petróleo sino en cuándo ocurrirá, ya que es evidente que el petróleo
es un recurso finito y no renovable en escalas cortas de tiempo por lo que en
un momento u otro se llegará al límite de extracción. Esto depende de los
posibles descubrimientos de nuevas reservas, el aumento de eficiencia de los
yacimientos actuales, extracción profunda o la explotación de nuevas formas de
petróleo no convencionales.
El presupuesto
de varios de los principales exportadores de crudo del mundo está en jaque,
hoy, producto de la fuerte caída del precio del petróleo. En Rusia, cuya
economía ya sufre por las sanciones de Occidente, se esperan más recortes de
gastos y en Irak temen por el presupuesto en seguridad, en un país asediado por
la agrupación extremista Estado Islámico (EI). Desde Moscú hasta Caracas, desde
Riad hasta Bagdad, en Teherán, Argel, la ciudad de Kuwait y Lagos, en Nigeria, los
líderes políticos, ministros de economía y directores de los bancos centrales
hacen denodados esfuerzos para hacer frente a la caída de precios, aproximadamente
un 25% (una enormidad) desde el pico de junio.
El precio del barril de crudo Brent ayer era de 85 dólares,
cuando en junio se vendía a 115.
La caída tiene varios factores, pero principalmente parece estar
impulsada por la mayor producción de crudo en Estados Unidos y por las
proyecciones de una sostenida reducción de la demanda en muchos países
desarrollados, así como por la desaceleración del crecimiento en China. Digo
parece, porque hay varias versiones que indican un lobby desde los Estados
Árabes en detrimento de los yacimientos shale oil especialmente ricos en
calidad de EEUU.
De todas maneras, una noticia que es mala para muchos, puede ser
buena para otros, y en especial para Washington. Países como Rusia, Irán y Venezuela,
que en los últimos años buscaron sojuzgar la influencia de Estados Unidos,
ahora podrían tener que moderar su actitud, ya que enfrentan crecientes
presiones financieras.
Si bien Rusia tiene reservas de billones de dólares como
colchón, precisamente para enfrentar este tipo caída de precios, en Moscú ya
hay signos de preocupación, ya que la administración centralista de los
recursos está aún muy instalada allí. Ejemplos sobran: en una reunión realizada
en esa ciudad esta semana con el consejo de derechos humanos del gobierno, el
presidente Vladimir Putin rechazó de plano un pedido de mayor financiamiento de
ese organismo y citó como argumento la caída de los ingresos por exportaciones
de crudo.
El mismo Putin dijo: "como sabrán, el precio de la energía
ha caído, así como el de otros de nuestros productos tradicionales”, para
agregar que "debido a eso, deberemos reconsiderar el presupuesto para
reducir algunos gastos". Fue un notable distanciamiento de la altanería
con que Putin respondió a las sanciones de Occidente por lo ocurrido en
Ucrania, a las que calificó como apenas una molestia.
En el mismo contexto, en los últimos días Venezuela, cuyas
exportaciones dependen en un 95% de las ventas de crudo, convocó a una reunión
de emergencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo para tratar
el hundimiento de los precios, una convocatoria que otros miembros rechazaron a
favor de la reunión ordinaria del organismo a realizarse el mes próximo.
Venezuela hace rato que no impone nada ya en el mundo petrolero.
Es esperable un rebote de los precios, casi con seguridad, como
respuesta a las fuerzas normales del mercado y a la fuerte y continua demanda,
sobre todo de parte de los países desarrollados, pero difícilmente se recuperen
los niveles de mediados de este año.
Ahora bien: parte del excedente de producción que también está
empujando los precios hacia abajo es resultado de un aumento de la producción
en Irak y Libia, países que atraviesan una situación de inestabilidad que en
cualquier momento podría generar el cierre de los pozos, hecho que
desencadenaría un aumento súbito del precio del barril. Pero en lo inmediato es
muy probable que los grandes productores enfrenten crisis presupuestarias de
diverso grado de severidad, con sus consecuentes ramificaciones económicas,
estratégicas y políticas.
Lo grave a considerar es que varios de los países productores y
exportadores dependen fuertemente del precio del petróleo para cubrir sus
necesidades presupuestarias". Con un 20% de depresión de esos precios, en
muchos de esos países, los números apenas cierran. Rusia e Irak enfrentan
circunstancias particularmente difíciles, en parte debido a las tensiones
geopolíticas generales de sus regiones. Rusia, ya aquejada por la inflación y
la drástica caída del rublo, vio muy reducida su capacidad de endeudarse debido
a las sanciones de Occidente. Irak está librando un conflicto militar costoso y
de final particularmente abierto y sensible contra los extremistas de Estado
Islámico.
Algunos analistas creen que en su reunión del próximo mes, la
OPEP, liderada por Arabia Saudita, decidirá recortar la producción y
estabilizar los precios. Aunque parece lógico, me permito disentir, puesto que
Arabia Saudita tal vez permita que los bajos precios persistan, en parte para
apretar a sus principales rivales -Irán y Rusia- y en parte para presionar a
los productores de shale oil de Estados Unidos, como dije antes.
El liderazgo de Arabia Saudita en estos sensibles temas, está
dado por sus relativamente bajos costos de producción, y su programa de gastos
interno, que le permiten mantener equilibrado su presupuesto con un precio de
aproximadamente 95 dólares por barril, frente a los 100 dólares por barril que
necesita Rusia, o aún más, Irán. Los sauditas también cuentan con enormes
reservas en efectivo que les permiten sostener su presupuesto.
La cuestión es hasta qué punto uno está dispuesto a comerse las
reservas y hasta cuándo, hasta poder reducir la producción, es el interrogante
hoy, cuya respuesta –les aseguro- nadie tiene.
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