Por Ariel Torres
Hace ya más de un mes, más precisamente el 26 de agosto de 2012, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le pidió a Dios que ilumine a la Corte Suprema de Estados Unidos en el litigio que la Argentina mantiene en Nueva York por la deuda que el país mantiene con quienes no se acogieron al canje con quita, porque si llegara a fallar como lo hicieron los tribunales inferiores -a juicio de ella- se caería no sólo la reestructuración de la deuda sino que también constituiría un pésimo antecedente para otras que podrían ocurrir en el mundo.
No es para nada así, ni siquiera es una mínima alusión a la verdad, pero es lo que CFK dijo frente a las cámaras.
Siguiendo con esta lógica litúrgica, yo también desde mis escritos le pido al Señor que la ilumine a Ella, puesto que los números de su gestión preocupan a propios y extraños, aún faltando dos años de su gestión.
La operación matemática que explica el viento de cola que recibe la economía es fruto de los términos del intercambio comercial mundial (precio internacional de los productos que se exportan dividido el precio internacional de los que se importan), es bastante mayor que durante la presidencia de Néstor Kirchner, que ya era récord histórico. Pero a pesar de eso, la economía crece a no más de 2% anual, haciendo caso omiso a las mentiras del INDEK. Como una tragedia generalmente no viene sola, con el cepo cambiario que el Gobierno aplica desde hace dos años, las reservas del Banco Central (BCRA) tuvieron una caída récord en 10 años: la friolera de 17.000 millones de dólares, que equivalen al 33% de lo que no hace mucho tiempo, hubo. Para agregar negrura a este presente, la inflación verdadera es del 27%, entre las más altas del mundo. Y en continua aceleración.
De todas maneras, no se observa caída de los stocks de depósitos en pesos que contraiga el gasto privado, básicamente por la cantidad de dinero que crece entre 25 y 30% anual para financiar el déficit fiscal. Que la economía crezca poco tiene su correlato en dos razones fundamentales: la primera es la fuga de capitales que literalmente se devora el efecto expansivo sobre la economía de términos del intercambio extraordinariamente altos; y la última es pura pérdida de eficiencia económica.
En principio -y esto es más bien técnico- la caída de los stocks de depósitos en dólares no provoca mucha pérdida de reservas al BCRA porque se financia en gran medida con cancelación bancaria de los préstamos en dólares que dan al sector privado, bajando su gasto. En otro orden de cosas, el sector privado ahorra más e invierte menos para financiar una fuga de capitales que bien medida es como mínimo de 4,5% del PBI o de US$ 27.000 millones, un espectacular récord en la denominada década ganada. Por último, el flujo de ahorro improductivo que la gente hace para pagar un impuesto inflacionario le da recursos al Gobierno por el equivalente de 2,5% del PBI, ya que mantener el poder de compra de los billetes en el bolsillo con alta inflación requiere de un enorme esfuerzo.
Un pregunta bisagra es por qué hay fuga de capitales récord. Esto es simple y tiene que ver con la confianza, porque el Gobierno violentó durante la "década ganada" -en particular desde la primera presidencia de CFK- el derecho de propiedad, cosa que ha generado un clima de mucha incertidumbre y desconfianza que se traduce en, precisamente, que la gente saque sus capitales del flujo nacional.
Que sí o no a las AFJP, se puede convertir en una discusión bizantina, pero llo real es que a gente sabía que tenía una cuenta individual en la cual se ponía el dinero para su futura jubilación. "La recuperación de los fondos de los trabajadores" como dice el relato K, las borró en 2008 de la noche a la mañana y la gente perdió 15 años de esfuerzo. Lo que recibirá en el mediano plazo estará supeditado nada más ni nada menos que a la discrecionalidad estatal.
La abducción del BCRA que comenzó en 2009 y finalizó en 2012 con la reforma de su Carta Orgánica, generó la sensación de que volvían los tiempos de festival de billetes y pérdida de reservas. La confiscación de YPF, con el mensaje de que el Gobierno se quedó con la mayoría de las acciones de la empresa más grande del país sin poner un peso, derrumbó la expectativa inversora. Finalmente, el cepo cambiario rompió con la libre convertibilidad entre el peso y el dólar.
Como solucionar el déficit fiscal
Las medidas antes mencionadas se tomaron específicamente para paliar, bajar, financiar el déficit fiscal. La Argentina hoy, a pesar de una presión impositiva récord, que está entre las más altas del mundo, tiene el tercer déficit fiscal más grande del último cuarto de siglo. Su financiamiento y la afectación del derecho de propiedad provocan una fuga de capitales tan grande que prácticamente congela el efecto expansivo sobre la economía de nuestros altísimos términos del intercambio, haciéndole perder reservas al Banco Central y manteniendo alta la tasa de inflación.
La necesidad general de que nuestro Señor ilumine a CFK es para que modere su populismo fiscal, que causa que la cantidad de dólares del BCRA -como proporción de los depósitos a plazo fijo- sea la mínima en la última década. Asimismo, la relación de convertibilidad -la cantidad de dinero emitida dividida por los dólares que tiene- indica que, en perspectiva, es cada vez más creciente.
Lo peligroso de todo esto es que CFK se vea tentada a defaultear la deuda de nuevo si es que la justicia de Nueva York termina ordenando que se pague antes de que termine su mandato, en 2015. Nadie nos obligó a emitir deuda bajo legislación extranjera en los 90 y de nuevo con los canjes de 2005 y de 2010. Si lo hicimos se supone que hay que cumplir sus fallos. No pidamos justicia acá si el Gobierno desacata fallos en el centro financiero más importante del mundo.
No sé si Dios nos dará bola o nos castigará por no ser sensatos a la hora de votar, pero tengo la esperanza de que al tipo no se le esté acabando la paciencia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.