Tras los resultados del domingo último, estamos asistiendo –tras
12 años- al ocaso del ciclo político kirchnerista.
Indudablemente, se convirtió en uno de los ciclos más largos de la historia política
del país. Es normal y saludable que llegue a su fin.
La pregunta en este
caso es si ese fin de ciclo político implica el fin del ciclo económico, lo que
me mueve a los siguientes interrogantes:
Primero y fundamental
será imaginar como seguirán estos dos próximos años, con los desequilibrios que
acumula la macroeconomía, que no son pocos, a saber:
Segundo y no menos
importante será saber si el actual es un modelo de desarrollo que el país
mantendrá después del gobierno actual.
En términos económicos es insostenible la situación actual. Más
inflación, más controles cambiarios, más restricciones a las importaciones, más
déficit energético, más déficit fiscal, impiden el crecimiento y la generación
de empleo. Por lo tanto, resulta obvio que más temprano que tarde será
necesario un plan integral antiinflacionario que tome en cuenta todos estos
aspectos y que redefina la relación de la economía con los mercados externos,
ya el país necesita recuperar la entrada de dólares para seguir financiando la
actividad económica. Y no estoy hablando de dólares para crecer, sino de dólares para
no entrar en recesión, que no es lo mismo.
En este contexto, las medidas por venir deberían tener como
objetivo conseguir dólares, dado que se trata del bien escaso en la economía de
hoy. Pero para esto se deberían tomar decisiones que incluyen mejorar la competitividad,
bajar la inflación, reducir el déficit fiscal, promover inversiones en energía,
cerrar la brecha cambiaria, y varias más.
Se trata nada menos que de hacer lo que hay que hacer. El cuando y el cómo son cuestiones de un análisis bien profundo, a contramano de las medidas desesperadas de este Gobierno, en los últimos dos años.
Porqué el Cuándo: porque difícilmente antes que reasuma sus funciones
Tampoco es de esperar un giro copernicano. Por lo tanto las medidas que vengan van a ser de más controles y restricciones, algunas también contradictorias, ya que darán más para hablar en los medios que para resolver problemas reales de la gente.
Habrá nuevas restricciones y controles que generarán mal humor y, con menor poder político, lo más probable es que se impongan más normas desde la teoría pero que nunca lleguen a cumplirse. Pongamos por ejemplo que se defina alguna nueva restricción al uso de tarjetas al exterior previo a las vacaciones de verano. No es difícil pensar el mal humor que va a generar, no solo en la población, sino que la reacción de los candidatos ganadores de la última elección deberá ser contraria a este tipo de medidas.
Porqué el Cómo: porque evidentemente las medidas serán parciales y descoordinadas hasta que finalmente se anuncie un plan integral, previo la asunción de un nuevo equipo económico. Pero me temo que para esto hará falta que la economía se complique aún más.
Imposible que haya cambios por convicción, sino más bien por debilidad y necesidad, por lo que va a tardar varios meses en llegar. En el medio, existirán las oportunidades financieras que toda inestabilidad macroeconómica genera, puesto que la clase media seguirá comprando autos y pasajes y la clase más baja tratando que la inflación no le siga comiendo el bolsillo, ya que los aumentos salariales terminaron y los precios siguen subiendo. No descarto que los reclamos de alguna bonificación a fin de año para los trabajadores, vaya tomando alguna forma.
Así las cosas, por ahora todo seguirá más o menos igual. Una economía con bajo crecimiento, sin generar empleo y con cada vez mayores e intensos desequilibrios. Es una situación tan obvia, como obvio es que eso no ocurrirá en el corto plazo. El Ministerio de Economía seguirá sin un liderazgo claro y las internas estarán al orden del día. Por lo tanto, cabe esperar que haya medidas parciales como la que hubo hasta ahora, basadas en mayores controles y restricciones. No sabemos cuáles, sólo sabemos que traerán más problemas que soluciones.
Un tipo de cambio turístico, más impuestos al exterior, límites
a las tarjetas de crédito son todo un combo de medidas de corto plazo que
tienen un solo objetivo: que la corrección que necesita la macroeconomía no la haga este
gobierno, sino el que viene.
Sin poder político, el gobierno va a tomar medidas
de mayor intervención, sólo que cada vez con menores resultados.
Con una situación macroeconómica como la actual, difícilmente logre hacer la
plancha por dos años. Y esa es la pelea política que se le viene.
CFK tratará de trasladarle al próximo las correcciones de los desequilibrios que su
gobierno ha generado. Sin embargo, el costo de solucionar los
desequilibrios existentes los tendrá que asumir ella, en un contexto adverso.
Dos años es demasiado tiempo para patear la pelota.
Será en la negociación política de donde se dirimen los tiempos de
las correcciones macroeconómicas, puesto que la economía seguirá acumulando
problemas si no se los corrige a tiempo, y eso es algo que el que pretenda suceder a este gobierno debe
tenerlo muy en claro.
Hay dos temas claves: las
reservas del BCRA, que siguen y seguirán bajando; y el
valor del dólar blue, que seguirá subiendo y ampliando la
brecha con el oficial.
Son tiempos de un debate un poco más estructural. Seguirá
creciendo la economía argentina en base al consumo interno y
el gasto público? Nuestro país continuará cerrado al mundo? La
economía argentina ya pesa la mitad de su propio PBI anual, siendo el más alto
de América Latina y uno de los más altos del mundo. Los interrogantes tales
como si podrá sostenerlo mucho tiempo más, siguiendo con un dólar artificialmente
bajo, y poniendo trabas a todo tipo de actividad económica, o si el Estado continuará avanzando en empresas de sectores claves,
impidiendo entrar al sector privado nuevamente, son preguntas
que hoy ni siquiera están sobre la mesa de los políticos. Desde la oposición se
dice querer lo mismo, sólo que más prolijo. Pero no es seguro que eso sea
factible.
Lo he dicho varias veces: no es el momento de debatir el
problema estructural de la economía de Argentina hoy, pero sería interesante
que, más allá de ver cómo se acomodan los principales problemas
macroeconómicos, empecemos a debatir qué modelo
de crecimiento económico queremos y podemos tener.
Y qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo.
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