La que debería ser la reina del Caribe está a las puertas de una drástica devaluación que llevaría al bolívar a perder más de la mitad de su valor frente al dólar estadounidense, en una medida que llevaría la inflación a convertirse en la más alta del mundo.

La decisión -aplicable seguramente después de las elecciones del 8D- se torna imprescindible ante la incapacidad de la renta petrolera para sostener el impresionante nivel de gasto de la revolución bolivariana, que anualmente abarca masivos subsidios internos, miles de millones de dólares en asistencia a Cuba y otros aliados, y los crecientes costos de las importaciones de una economía que cada vez produce meno, especialmente alimentos.
Sería un nuevo eslabón de una cadena de medidas similares aplicadas en los últimos meses por el régimen de Nicolás Maduro. Mis sospechas -y me hago cargo- es que sea de proporciones dantescas.
La última devaluación de febrero que llevó el tipo de cambio desde 4.3 a 6.3 bolívares por dólar, no podrá repetirse puesto que sería insuficiente. Las especulaciones tienden a ubicar el valor en torno a los 14 bolívares por dólar, y dejar ese tipo de cambio solo para alimentos y medicinas, para después introducir algún tipo de esquema paralelo, para el resto de las necesidades del país, con una paridad mucho más alta.
De todas maneras para la mayoría de los economistas, en ese nivel la moneda venezolana aún estaría sobrevaluada, ya que estudios locales ubican el tipo de cambio cerca de los 25 bolívares por dólar.

Hay consenso en que el gobierno debe actuar ya ante la insostenibilidad del actual régimen cambiario, que a una tasa oficial de 6.3 bolívares por dólar, deja al bolívar excesivamente sobrevaluado. Pero Maduro probablemente dejará la medida para después de las elecciones del 8 de diciembre, debido al fuerte impacto que tendría sobre la economía, en un país que importa aproximadamente $5,000 millones en productos para compensar la destrucción del aparato productivo tras más de 14 años de "políticas revolucionarias".
Por supuesto que el impacto más terrible será su efecto sobre la inflación, dada la inmensa cantidad de productos importados. Venezuela, con un pronóstico de inflación para este año de más de 50 por ciento -ya superada- está en vías de superar a la atribulada Siria, con su tasa de 49.50 por ciento, por el dudoso honor de registrar el mayor incremento mundial del Indice de Precios al Consumidor.
Pero una devaluación a entre 12 y 15 bolívares por dólar catapultaría la inflación el próximo año a cerca del 80%, particularmente combinada con la actual práctica del gobierno de financiar su enorme agujero fiscal con la impresión de dinero inorgánico.
La devaluación también complicaría los esperados pronósticos de la nación petrolera de conseguir nuevas líneas de financiamiento en el exterior, dado al impacto que tendría sobre el cálculo del Producto Interno Bruto, la relación PBI/deuda y su efecto -ya nefasto- sobre la percepción internacional del riesgo país. Este gobierno se ufana de decir que la economía aún resiste grandes magnitudes de endeudamiento, que la relación entre la deuda y el PBI está muy por debajo del endeudamiento de países como Estados Unidos, como Grecia, como España, que han visto comprometidas realmente sus economías. Lo que equivale a manifestar una barbaridad pocas veces escuchadas en los claustros.
Bajo los cálculos de la revolucsión, los $106,000 millones de la deuda externa venezolana representarían solo un tercio del PBI venezolano, estimado oficialmente en unos $320,000 millones. Pero ese cálculo del PBI es artificialmente inflado por la significativa sobrevaloración del bolívar, y la devaluación reduciría substancialmente el valor en dólares de la actividad económica venezolana registrada en bolívares, incrementado así el peso de la deuda, y dificultando los pronósticos del chavismo de obtener financiamiento externo.
El problema luce harto más complicado cuando se toma en cuenta el tamaño del endeudamiento en bolívares del Estado venezolano, que a inicios de este año sumaba unos 250,000 millones de bolívares, cerca de $40,000 millones al actual tipo de cambio oficial.
Una película de terror, de tercera clase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.