sábado, 9 de noviembre de 2013

Clarin ha hecho sus deberes... Y ahora?

Por Ariel Torres


Ágil, veloz, de rápidos y voluntarios reflejos, el Grupo Clarín desactivó lo que parecía un choque frontal contra el ala dura del entorno más íntimo de CFK. Al mismo tiempo, puso al gobierno nacional, una vez más, entre la espada y la pared.

La Presidenta, casi repuesta, tendrá que decidir si aplica para Clarín los mismos criterios que viene utilizando para otros grupos de medios y de empresas como Telefónica, Telecentro, el Grupo Indalo (del empresario del juego y del petróleo Cristóbal López) o Grupo Moneta (del ex banquero Raúl Moneta). Nada en la vida es eterno, y está claro que en la Argentina, menos aún, más bien todo lo contrario. La brutal derrota que todavía no terminaba de asimilar el oficialismo se transformó -en menos de 48 horas y de un día para el otro- en un contundente fallo de la Corte Suprema a favor de la Ley de Medios.

Aunque desde hace un par de días, el impactante triunfo del Gobierno quedó en suspenso después de la rápida decisión de Clarín de adecuarse, por iniciativa propia. Para algunos ministros y entendidos en lobby, la jugada del grupo constituye una señal de peligro. Ahora mismo existe en la administración una fuerte e intensa discusión sobre qué es lo que debería hacer la Afsca después de la movida ajedrecística del multimedios más importante de la Argentina. Y no se trata de un tema menor, porque de lo que se determine depende que la madre de todas las batallas finalice con una victoria concreta o un verdadero fiasco.

El análisis primario dice que, al tener que dividir el conglomerado por seis y a Cablevisión por tres, Clarín perdería, en un primer momento, algo de poder económico, penetración periodística, fuerza para negociar con proveedores y también cierta capacidad de influencia. No es lo mismo negociar en nombre de un solo y poderoso conglomerado que hacerlo en otro dividido por seis. Para colocarlo en términos sencillos: el grupo Clarín acaba de decidir por sí mismo su desconcentración. Por lo tanto, desde esta primera mirada, el gobierno nacional ya habría ganado una de las grandes batallas de la ley de medios, aunque se parezca más a un triunfo moral. Porque si se le presta atención a la manera en que el Grupo presentó su plan de adecuación, según mi visión, Clarín reduciría su pérdida a la mínima expresión. De hecho, se queda con Canal 13, TN, Radio Mitre, sus naves periodísticas insignia, y una buena parte de Cablevisión, la verdadera caja que le sirve para mantener y además hacer crecer a algunas de todas sus empresas. Incluso, algunos analistas que saben cómo funcionan los multimedios de verdad, aseguran que, con el tiempo, estas seis unidades de negocios, bien administradas, podrían tener un crecimiento sostenido y autónomo.
La cuestión a dilucidar en poco tiempo, es que si Cristina le da el visto bueno a este plan de supuesta desinversión, en vez de matar el monstruo, con el tiempo lo va a alimentar todavía más, porque cada una de esas unidades de negocios seguirá siendo mucho más poderosa que cualquiera de las empresas de la competencia. Nada que ver con lo que el universo K quiere, es decir, romperle a Clarín el poder económico, quitándole por ejemplo, Cablevisión; o una decisión que interrumpa el trabajo continuo de su maquinaria informativa, como el desprendimiento de Canal 13 o Radio Mitre.
Entre los gerentes del Grupo hay quienes todavía se sienten malheridos por el fallo de la Corte e insultan por lo bajo a Ricardo Lorenzetti, porque consideran que no tuvo el coraje para ponerle un freno definitivo a la prepotencia de CFK. Sin embargo, los que se jactan de conocer bien qué es lo que piensa y siente Héctor Magnetto sostienen que, al presentar la adecuación voluntaria, evitaron que Martín Sabbatella enviara un interventor a la sede de Canal 13 y otro a la casa matriz de Cablevisión, como le hubiera gustado a Cristina. Después de cuatro años de intentos fallidos por "tumbar a Goliat", resulta todo un enigma saber si se tomará los 120 días a los que hizo alusión Martín Sabbatella para pensarlo mejor, o avanzará por encima de las normas y de las propias decisiones que ya firmó la Afsca y desguazará el Grupo con "cuchillo de carnicero" a lo D´Elía.
No hay una respuesta simple para éstol. Si la Afsca anuncia que "va por todo" no solo quedará en evidencia que, para lo único que el Gobierno impulsaba la ley, era para destruir a un multimedio poderoso pero crítico. También disparará, casi en forma automática, una serie interminable de juicios por parte de Clarín, con el objeto de impedir la avanzada oficial. Pero si decide que actuará, ante Clarín, con igual criterio frente a todas las empresas, deberá conformarse con una victoria mentirosa. O para explicarlo mejor: un resultado que está muy lejos de colmar las expectativas de la militancia.

El mismísimo Sabbatella estuvo intentando explicar a sus superiores, en las últimas horas, que le resultaría imposible no aceptar los trazos gruesos del plan de adecuación presentado por Clarín. Trata de hacerles entender que, si lo rechaza de plano, debería hacer exactamente lo mismo con otras empresas a las que ya les aprobó sus planes de desinversión o les prometió que los terminaría aprobando.
Parece mentira, o un cuento de terror barato, pero con este fallo el Estado no tiene las herramientas legales ni legítimas para terminar de rematar a Clarín. En realidad, el problema de fondo de esta guerra interminable está consumiendo la energía de toda la administración nacional. A la vez, está afectando la dinámica informativa y no solo del Grupo Clarín. También del resto de los medios que forman parte de la industria que lidera.
Paralelamente, la inflación y la inseguridad están consumiendo a la Argentina productiva. La distorsión de precios relativos se está acercando peligrosamente a los tiempos del Rodrigazo. El cepo cambiario provoca situaciones que van a contramano del "modelo nacional y popular de matriz diversificada" y favorece a los ricos que pueden cambiar el auto importado y de alta gama o viajar al exterior o comprar por Internet y con tarjeta desde electrodomésticos carísimos hasta comida en los hipermercados de Punta del Este que disfrutarán este verano y pagarán en cómodas cuotas.
Desde esta columna, hace tiempo que le estoy pidiendo grandeza a CFK. Por obra y gracia de un tiempo de paz, debería darse cuenta, más temprano que tarde, lo que esta guerra interminable le está haciendo al país, a ella, y a todos los argentinos.

Soy un creyente fiel.

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