lunes, 30 de septiembre de 2013

Cuando la realidad desmiente el discurso K

Por Ariel Torres

Se han cumplido dos años del cepo cambiario, un tiempo en el que la "maquinita" de imprimir billetes y el consumo de reservas han sido los motores del gasto del gobierno de CFK, al que por supuesto no le alcanzó la asfixiante presión impositiva récord. En un añito, más precisamente entre el 20 de septiembre de 2012 y el mismo día de este año, la circulación monetaria aumentó la friolera de 26%, mientras las reservas cayeron en un porcentaje parecido: 23%. En ese período el BCRA perdió US$ 10.426 millones de su activo. Son esas reservas las que sirven para defenderse de corridas cambiarias y financiar los pagos al exterior por importación de bienes, servicios y derechos.


Pero a la Presidenta le gusta decir que así se sostiene el gasto en favor de los más débiles, sin darse cuenta que no sólo no lo parece sino que sus propios números la desmienten. La incoherente manipulación estadística no ha llegado suficientemente lejos. Hace falta muchísimo cerebro y planificación para semejante supuesto, y este gobierno no tiene ni uno, ni otra.


Las prioridades están un poco difusas en materia de gasto, especialmente visto desde el punto de vista social. En el primer semestre, sólo en subsidiar el consumo de energía eléctrica el Gobierno gastó el triple que en la Asignación Universal por Hijo (AUH). El total gastado por ese concepto más el resto de las asignaciones familiares alcanzó en seis meses a $ 77 millones por día. En subsidiar el consumo de energía se utilizaron 98,1 millones diarios. Y se cae de maduro que no son los sectores más pobres los que más energía consumen.

La crisis energética que el Gobierno ha causado es una de las peores herencias que dejará. Resulta paradójico que CFK prometa ahora satélites, cuando por ejemplo los corredores viales continúan en pésimo estado, los trenes tienen un patético abandono y ya casi es imposible comunicarse por teléfono móvil porque las frecuencias están saturadas, mientras el Estado retiene una porción sin utilizarlas.

Este no es sino el mismo kirchnerismo que prometió un tren bala y terminó con las catástrofes de Flores, Once y Castelar. Que prometió un fantasioso gasoducto que vendría desde Caracas y ahora recurre a la peligrosa retórica nacionalista y xenófoba, afirmando que el gas que no tiene el país se lo "regaló" a los chilenos en la década del 90. Es mentira, y sería peligroso si la Presidenta retuviera el apoyo popular que tuvo hace apenas dos años. Una situación de crisis y un líder político que comienza a culpar a minorías y extranjeros de los males del país es todo lo que se necesita para comenzar a generar una situación de horror en un contexto de deterioro y debilidad de instituciones y partidos políticos.

La parafernalia discursiva  de este gobierno es tal, que sigue sosteniendo la fantasía de que ayuda a los más pobres con su insostenible gasto público, pero eso es falso. Cuando se subsidian los consumos de gas se ayuda a quien ya tiene el servicio. El esquema desincentiva la ampliación de las redes. Quienes no tienen gas demorarán mucho más en tenerlo. Es un axioma que de tan conocido es aburrido de ejemplificar.

Algunos defensores de este modelo –cada vez menos, por suerte- preguntan a quienes critican dónde están los desastres que éstos anunciaron. Padecen de ceguera absoluta y deshonestidad intelectual. Que el país haya perdido el autoabastecimiento energético, que dependa de la importación de gas en barcos, que un problema climático que dificulta la navegación de los ríos lleve al corte del suministro al 70% de las industrias debe parecerles el Paraíso. Es lo que vienen pronosticando los ocho ex secretarios de Energía a los que hasta CFK ha dedicado toda clase de descalificaciones. La solución era traer a un mago, pero ni Galuccio ni su reconocido profesionalismo ha podido evitar disminuir la calidad, aumentar los precios de los productos y hacer crecer la deuda de YPF y ni así lograr más producción.

A pesar de que la situación internacional en materia de hidrocarburos no ha desmejorado tanto, el país enfrenta desequilibrios muy serios en la materia.

Este Gobierno dice que con su enorme gasto hace justicia y que con el crecimiento genera inclusión. El desempleo en el primer semestre fue de 7,6%, 0,4 puntos superior al de los primeros seis meses de 2012. La situación se vuelve más compleja si consideramos el aumento de la subocupación, por supuesto. Mientras en la primera mitad de 2012 representaba 8,4% de la población económicamente activa, hoy llegan a 8,9%. En suma, 16,5% de la población económicamente activa, o lo que es lo mismo, 2,8 millones de personas tienen problemas de empleo.

Mientras, la directora del INDEC dice que no hay una crisis de credibilidad, que todo es un mito.


Dicen que no hay nada más relativo que la razón, puesto que todo el mundo piensa que la tiene. El problema es que las razones de este Gobierno son irrazonables. Y absurdas.

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