jueves, 15 de noviembre de 2012

Acción y Reacción


Por Ariel Torres

El manotazo de ahogado devenido en alivio del impacto que tiene en los salarios el Impuesto a las Ganancias de cuarta categoría, mal llamado "impuesto a los ingresos provenientes del trabajo", claramente llega demasiado tarde y tiene un sesgo netamente oportunista. Es una reacción ante la protesta de la semana última, y parece tener la intención de desactivar el paro de la próxima semana y postergar para 2013 la discusión, con obvias intenciones electorales.
El anuncio de CFK sería un alivio -en sus propias palabras- sólo para el medio aguinaldo que se cobra a fin del presente año. Es decir, una disminución del gravamen a sólo la mitad de un haber mensual y sólo a los que tienen salario bruto de hasta $25.000. No dijo si están contados o no adicionales y extras, lo que puede hacer un diferencia colosal. Ni hablar de los que nuevamente quedan afuera: los autónomos, condenados a vivir en tierra fiscal de nadie.
Todo pasa para negociar el año próximo. Porqué? Porque cualquier modificación que se hiciera antes del 31 de diciembre sería retroactiva y la AFIP debería devolver parte del dinero que cobró. Curiosa manera de no hacerlo han encontrado, pero se sabe ya claramente que a este gobierno no le importa la gente, sino SU gente. En octubre quedó más que claro que la recaudación fue apuntalada por ganancias, que se vio engrosada por muchos más trabajadores, al comenzar a cobrar los aumentos de las últimas paritarias y no ser actualizados los mínimos.
La prioridad parece ser ahora parar el 20N, después del multitudinario 8N; lo demuestra el hecho de hacer este muy modesto cambio por decreto, con obvias intenciones de consumo, además. Y haciendo caso omiso al artículo 99 de la Constitución Nacional, que reza textual: "solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o de régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia".
Si nuestro benemérito Congreso está funcionando y la mayoría oficialista aprueba las iniciativas del Ejecutivo sin cambiarles ni una coma en tiempo récord, pregunto:  qué otra necesidad que no sea la de tratar de evitar una nueva protesta multitudinaria puede llevar CFK a enarbolar una vez más un instrumento de dudosa constitucionalidad? La baja que promete negociar con los sindicalistas sería para el año próximo, ya que no es legal bajar el tributo sobre ejercicios que ya están cerrados. Y para las personas el ejercicio fiscal termina el 31 de diciembre próximo.
Finalmente, promete realizarlo el año próximo de tal manera que de inmediato los asalariados ahora injustamente alcanzados reciban cerca de las elecciones no sólo una menor presión y un consecuente incremento del ingreso de bolsillo, sino también devoluciones de la AFIP. Mientras más cerca de las elecciones que lo haga, más útil puede resultarle.
Si lo que se pretende es no legitimar la protesta encabezada por Hugo Moyano y Pablo Micheli, como efecto rebote es evidente que sólo amenazando con un paro general se consigue algo. Si es así, el oficialista Caló no tiene más remedio en el futuro que hacer un juego de pinzas con las otras CGT: el eterno y perverso juego del policía bueno y el policía malo.
Pretender desalentar una nueva protesta del tipo de la del 8N con soluciones provenientes del cerebro de un niño (Kiciloff?), me lleva a convencerme de que si seguimos en esa línea de protesta, tal vez entonces hagan algo con la inflación y las presiones a los jueces. De ser así, CFK nos está diciendo -y convalidando- que no hay más remedio que imitar a los piqueteros sin llegar a lo más críticos de sus métodos.

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