jueves, 29 de noviembre de 2012

Los chacales del post 7D


Por Ariel Torres

Qué será de la trayectoria y de las conciencias de algunos periodistas el día en que CFK entregue la banda presidencial es algo que deberán escribir otros periodistas, seguramente, aunque no sería raro que los coloquen en la línea sucesoria de José Gómez Fuentes, Bernardo Neustadt o José María Muñoz, para citar a periodistas que se hicieron de un nombre al calor del poder de turno. Sin ofender ni hace juicio de valor, claro está. Lo mío es un simple recordatorio de hechos pasados. Tampoco sería extraño que volvieran al mismo lugar donde estaban antes de subirse a la ola del oportunismo nestorcristinista. Ese lugar se llama intrascendencia.
La estrategia legal del Grupo Clarín comete -a mi juicio- dos errores fundamentales al acusar a ciertos periodistas de "instigar a la violencia". El más lamentable y obvio es que demostraron que no toleran la libertad de expresión, que tanto pregonan. El segundo es imperdonable: transformar en mártires a periodistas que no son respetados ni siquiera por colegas que adhieren a la causa del Gobierno, es una patada en el paladar de la inteligencia.
Es sólo un lamentable y esperado error más en la guerra sucia y abierta entre este gobiero y el Grupo Clarín, que ya le tiene la paciencia llena a una buena parte de la sociedad argentina y que genera graves consecuencias para el país. Desde que la Presidenta ganó con el 54% de los votos, no hace otra cosa que poner toda la energía en ganar la batalla final, un norte por demás difuso en su estructura más básica. Su gestión se ha empobrecido de manera acelerada y muy evidente. El  incondicional apoyo a su vicepresidente, la decisión de instaurar el cepo cambiario, la catástrofe de Once, la negación de la inflación y de los casos de inseguridad, el embargo de la Fragata Libertad en Ghana y el pésimo manejo de la estrategia judicial contra la voracidad de los fondos buitre están alejando a nuestra Inquilina de Olivos no sólo de quienes la votaron, sino de algo más serio todavía: la pura realidad.
No es que Clarín ni el resto del periodismo crítico se encuentren en el mejor de los mundos, ni mucho menos. Parte de la batalla cultural que inició Néstor y profundizó Cristina ha dañado la credibilidad de los medios en general y de algunos periodistas en particular, porque el Gobierno los obligó a jugar en la siempre embarrada cancha de la política, y la mayoría cayó en la trampa tendida por aquellos que no tienen ningún prestigio que defender.
Hay empresarios y políticos que miran esta especie de superclásico del poder, cuyo resultado se conocerá a partir del viernes 7-D. Por supuesto, nadie espera una victoria o una derrota contundente de ninguno de los bandos. Se trata de un grupo grande de personas y organizaciones entre las que se encuentran dirigentes con ambiciones presidenciales como Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa, Hermes Binner, José Manuel de la Sota, sindicalistas como Hugo Moyano, accionistas de multimedios más pequeños que el Grupo Clarín, los dueños de los grupos económicos más grandes de la Argentina y los banqueros que más ganancias han obtenido durante los últimos diez años. Menuda banda de chacales. 
Es obvio que cada uno de ellos tiene una mirada propia sobre lo que puede llegar a pasar, pero la mayoría supone que, al final del camino, si algún juez no dispone lo contrario antes del 7 de diciembre, el Gobierno logrará desguazar Cablevisión y llamará a licitación para distribuir la empresa entre decenas de oferentes que ya se anotaron para quedarse con una parte de la gallina de los huevos de oro. Hay equipos hasta de Venezuela listos para ponerse alguna camiseta.
El gobernador de Buenos Aires, sin ir más lejos, preferiría que esto no sucediera, porque para cumplir con su sueño de llegar a presidente necesita que las cosas se mantengan más o menos como ahora. Es decir que la intención de voto de la Presidenta siga cayendo, pero no tanto como para arrastrarlo también a él; que la tensión entre el Gobierno y Clarín se mantenga, pero que ni uno ni otro aparezca como el gran triunfador, porque tanto uno como el otro podrían condicionar su carrera hasta la primera magistratura. El eterno rol que más le conviene: el de equilibrista.
El amigo Mauricio, al igual que De Narváez, tiene una lectura un poco más pesimista. Ambos están convencidos que si el Gobierno consigue doblegar, por encima de lo que decidan los jueces, al Grupo Clarín, a partir de 2013 no habrá contrapeso en la información que reciban la mayoría de los argentinos. Para ponerlo en términos que entendendamos todos: ya no habrá más 8-N, ni 20-N, ni nada que se le parezca, porque ningún otro medio audiovisual será capaz de mostrar, en vivo y en directo, una manifestación de descontento social tal y como puede suceder, sin la presentación maniquea de los lacayos de 6,7,8 o el ninguneo informativo de Página 12 y Tiempo Argentino, que redujeron las movilizaciones a un recuadrito de tapa, como si fuera una noticia más.
Los dos magnates, aunque no terminan de amigarse, piensan exactamente lo mismo. Están genuinamente preocupados por el avance del Gobierno sobre la vida pública y privada de los jueces. No son defensores a ultranza del Grupo Clarín, pero sospechan que si el Gobierno doblega a Héctor Magnetto será capaz de cualquier cosa, dentro o fuera de la ley, para lograr que CFK pueda ser candidata a presidenta, otra vez, en el no tan lejano 2015.
Distinto es el caso de los demás que completan el arco opositor. Están quienes piensan muy parecido a Macri y a De Narváez. Binner no pertenecía a ese grupo hasta que Andrés Larroque habló de la supuesta existencia de un narcosocialismo. El candidato a presidente no solo se sorprendió por la acusación, sino que quedó estupefacto cuando le alcanzaron los recortes de prensa de los medios oficiales y paraoficiales. Ese día tuvo una cabal y clara idea del poder de fuego que tiene el sistema de prensa alimentado por la publicidad oficial y el dinero del Estado. Otros, como Claudio Lozano, tienen una mirada ligeramente distinta. Está en contra de la aplicación discrecional y arbitraria de la de ley de medios que está haciendo la Afsca, pero está a favor de poner límites a la posición dominante de Clarín, aunque pide que no sea de facto, ni a través del apriete de los jueces.
En línea aunque en voz muy baja, hay un numeroso y silencioso grupo en el que se podría ubicar a Ricardo Alfonsín, decenas de hombres de negocios y dueños de otros medios, que están a la expectativa del resultado de la batalla final. Al decir de uno de ellos: "para nosotros, lo ideal sería que la justicia fallara a favor de la adecuación no compulsiva de Clarín a la ley de medios. De Clarín, de Telefé y de cualquiera que la estuviera incumpliendo. De esa manera, limitaría la capacidad de presión del Grupo sin vulnerar la libertad de expresión y de que todos seamos informados. El desmesurado poder del gobierno es real, pero tiene fecha de vencimiento, porque Cristina no puede ser reelegida, a menos que den por derogada la Constitución Nacional. En cambio, si Clarín gana la pelea por goleada, qué gobierno se va a atrever a ponerle límites?". A confesión de partes...
A esta altura de las cosas, nadie parece recordar ni tener presente que fue Kirchner quien aprobó la fusión entre Cablevisión y Multicanal en diciembre de 2007. Pero nadie le presta atención a esta nimiedad.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Uno de mis Alter Ego no es economista, ni mucho menos.


Por Ariel Torres

El chabón se la pasa seduciendo a mujeres hermosas, maneja autos deportivos más rápido que nadie y es capaz de emerger de una persecución bajo el agua, sacarse el traje de buzo y aparecer en un impecable esmoquin. Eso sí: como economista, James Bond es un excelente agente secreto.
Héroe oscuro por naturalez, el personaje creado por el novelista Ian Fleming cumple 60 años en el cine y su última película -Skyfall- bate récords de recaudación. Si hasta es objeto de estudio por parte de sociólogos, antropólogos y semiólogos.
Existe un trabajo académico -el primero, creo- sobre el mundo del agente con licencia para matar y data de 1965, cuando Oreste del Bueno y Umberto Eco publicaron Il Caso Bond. Naturalmente y como no podía ser de otra forma, los economistas también tenemos algo que decir al respecto. Bienvenidos a las "JamesBondnomics", un mundo lleno de coches Aston Martin, relojes Omega, champagne Bollinger y planillas de Excel.
Es lógico que la gente siga interesada en las películas de 007, porque es el mejor cóctel de lindas mujeres, autos fabulosos y suspenso político, es más, la Guerra Fría le daba un cierto toque de Occidente vs. la órbita soviética, y no termina porque todavía hay gente mala y gente buena en el mundo, así que la franquicia de James Bond puede seguir mucho tiempo.
Una de mis favoritas es Goldfinger, la primera oficial de la serie, en la que un magnate del oro, Aurie Goldfinger, diseña un plan bastante simple: hacer detonar una bomba atómica en Fort Knox e irradiar el metal precioso acumulado allí para que se vuelva inservible por décadas. Este golpe aumentaría el valor del oro atesorado por Goldfinger y provocaría el caos en Occidente.
Claro que las investigaciones preliminares denotaban un desconocimiento mayúsculo de las finanzas internacionales, puesto que desde el punto de vista económico, el argumento tiene un problema: la mayor parte de las reservas mundiales de oro no están -ni estaban- en Fort Knox, sino en el subsuelo del edificio principal de la Reserva Federal, en pleno Manhattan.
Bastante rebuscado también -mirado desde los ojos de un economista- aparece el guión de "007 en la mira de los asesinos". En esa película, el malvado Max Zorin (Christopher Walken) quiere provocar, en secreto, un terremoto para destruir Silicon Valley, lo que les permitirá a sus financistas aliados monopolizar el mercado de microchips. Si bien todo se maneja desde Silicon Valley, los microchips se fabrican en China y otros países asiáticos, así que la fabricación no se hubiera suspendido si Zorin finalmente inducía el terremoto.
Si bien es cierto que en la última película de 007 el malvado está motivado por valores de venganza y humillación, en la mayor parte de los episodios de la serie Bond hay un propósito de ganancia multimillonaria de fondo, y si de paso siembra el caos en el sistema capitalista mundial, mejor aún. En ese sentido, uno de los argumentos más sencillos y elegantes es el de Casino Royale. El diabólico Le Schiffre (Mad Mikkelsen) se dedica a "shortear" (comprar opciones de venta a futuro) acciones de compañías de aviación, al tiempo que planifica un atentado para que explote en el aire un jet de lujo en su viaje inaugural. Al estallido le seguiría una baja drástica en las cotizaciones del sector de aeronavegación. Este tipo de operaciones pueden producir un retorno muy elevado en el corto plazo, por más que las cotizaciones luego se recuperen.
Aprovechar "insights económicos" en películas de Hollywood, series de TV o historias famosas en general puede ser, de paso, una herramienta atractiva para enseñar la disciplina en el colegio secundario y en la facultad, así como Obelix & Compañía ya se volvió un lugar común en las aulas para estudiar oferta, demanda, bienes de lujo, etc.
De todas maneras, y volviendo a James Bond, sus responsables podrán hacer agua o como mucho aprobar raspando teoría económica, pero se diploman con honores en un posgrado de negocios: al cierre de esta edición, Skyfall se acercaba a los 500 millones de dólares de taquilla. 
Una cifra para brindar con un Martini batido, no revuelto.

martes, 20 de noviembre de 2012

YPF: seis meses como para creer.


Por Ariel Torres

Si bien seis meses es poco tiempo como para hacer evaluaciones definitivas acerca de la estatizaciòn/confiscaciòn de YPF, la gestión de su CEO, Miguel Galuccio, ya puede mostrar cuáles son sus prioridades, sus metas, sus dificultades y sus necesidades. Después de discursos estatizadores en los que se cargó contra la anterior gestión de YPF por la declinación en la producción de hidrocarburos, Galuccio y su gente se enfocaron a revertir la tendencia. Qué puede mostrar a poco de estar al mando de la petrolera? 
Hay varios reportes que dan cuenta de que en los últimos meses se aumentó la producción de fueloil, un combustible que en la Argentina pasó a ser determinante en los últimos años, ya que se utiliza como sustituto del gas en las centrales termoeléctricas. "Comparando la producción de fueloil acumulada a septiembre 2012 respecto del mismo período del año anterior, se incrementó en 50%, representando 240.000 metros cúbicos más de este producto", se puede leer en esos informes.
Son los mismos reportes que revelan que la producción de petróleo detuvo la declinación. "Logramos aumentar 0,6% la producción de crudo respecto del año pasado y 0,9% frente al segundo trimestre de este año", se lee en esos documentos. Cerca de Galuccio saben que los números no son como para empapelar Baires, pero se apuran en aclarar que lo importante es detener la tendencia y luego sí trabajar en el crecimiento. "No es poco lo que se logró en tan poco tiempo", dicen. 
Y algo de razón les asiste. Siempre de acuerdo con los números oficiales, entre abril y septiembre, YPF extrajo 5,8 millones de metros cúbicos (m3) de petróleo, 12% más que los 5,15 millones de m3 de 2011. El número, sin embargo, puede causar engaño, ya que en la primera parte del año pasado hubo un extenso paro petrolero. Si se compara la producción de este año con la de 2010, en cambio, la estadística da una caída de 7% en comparación con los 6,24 millones de m3 de hace dos años.
Por supuesto que no habrá caras de júbilo ni mucho menos hasta que no se empiece a revertir la caída en la producción de gas. Sucede que la receta con la que el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, capeó la crisis energética en los últimos años genera una factura que ya no se puede pagar. El viceministro de Economía, Axel Kicillof, se topó con la crudeza de estos números no bien se adentró en las lujosas oficinas que la petrolera tiene en Puerto Madero. De ahí en más, el Gobierno desentrañó los más variados algoritmos discursivos como para decir que la Argentina estaba en crisis, pero que su gestión nada tuvo que ver con la generación de esas condiciones. De Vido escuchó varias veces, casi adormecido, cómo Kicillof repasaba los errores energéticos de los años anteriores.
El nuevo mandamás, Miguel Galuccio, sabe como pocos que si no aumenta la producción de gas para empezar a aquietar los más de 12.000 millones de dólares que este año se necesitarán para pagar la importación de combustibles, en los próximos años la Argentina estará sumida en una profunda crisis. Cerca de los principales ejecutivos de la petrolera confiesan que Galuccio está conforme con los primeros indicadores. "La producción de gas natural presentará un comportamiento similar al volumen producido durante 2011. Durante la gestión anterior el declino del último año fue de 11% con una previsión de declino de 8% para 2012. No caer es un gran paso", refieren.
Según dichos de ex secretario de energía, Jorge Lapeña, "dentro de la ecuación energética nacional, el 87% está compuesto por hidrocarburos y casi el 50% corresponde al gas. La operación YPF aún no resolvió ningunos de los problemas del sector. La producción nacional de gas en su conjunto viene en caída." De acuerdo con los números oficiales, la baja en ese renglón fue de casi 2,5% con respecto al año pasado.
Esa disminución en la producción, sumada a otras decisiones oficiales, dispararon las importaciones de gas en la primera parte del año. Entre enero y julio, se gastaron en compras al exterior US$ 2668,53 millones, casi 90% más que las erogaciones que se realizaron en el mismo período de 2011. El incremento se explica por dos motivos: los volúmenes que se importaron fueron casi 50% mayores, pero el precio subió. La empresa no puede resolver el problema. Aquí falta una política que atienda a los dos tercios del mercado que no son YPF. Hay que darles señales y todo lo que requiere el inversor privado para venir a áreas que, todo indica, son ricas en hidrocarburos.
Una parte de lo que el Gobierno le endilga a la gestión de Repsol, apunta a una supuesta subutilización de las instalaciones de refinación. De los borradores de YPF que consulta Galuccio se desprende que "la compañía cerrará este trimestre con una utilización de sus refinerías de 96% contra 83% del trimestre anterior, lo que se refleja en una mejora sustancial en el abastecimiento a las estaciones de servicio". Otro fuerte  argumento que se escucha con asiduidad en la torre es que "la empresa redujo 47% las importaciones de combustibles líquidos, comparado el primer semestre de 2011 contra el mismo período de 2012; la producción de refinados en 7% contra el plan de la gestión anterior, lo que genera 681.000 metros cúbicos más de naftas y gasoil".
Algunas fuentes del mercado dicen que la YPF nacionalizada aportó en seis meses 980.000 metros cúbicos a la oferta local, un 1,6% menos que los 996.336 del año pasado. Hay, sin embargo, una decisión de negocios en el reverso de esa comparación: la caída por el aterrizaje de la economía. Como la demanda se enfrió, alcanza con una oferta menor para mantener a los surtidores incluso mejor abastecidos que el año pasado. La actual gestión aprovechó el menor apetito de los automovilistas para aumentar la producción de fueloil y de esa manera ahorrarle plata al Estado. Pero resignó ingresos por ser un producto de menor valor agregado.
Hay que tener en cuenta también, que el resultado operativo interanual del último trimestre cayó cerca de 30%. La mayor parte está en el sector de refino y marketing, porque YPF empieza a tomar decisiones antieconómicas. Puede ser que el Gobierno tenga que importar menos, pero eso perjudica a la empresa. En el año, en tanto, vendió la misma cantidad de combustibles que en 2011, pero recortó 17,2% la exportación de productos.
La gestión nacionalizada aún trastabilla en el fangoso terreno de sus costos y la búsqueda de ganancias. Hasta septiembre, registró gastos por $ 29.420 millones, 24% más que en el mismo período de 2011. Casi todos los ítems que componen ese rubro crecieron, en especial el de sueldos y cargas sociales, pero se achicó 18% el aporte que la empresa le hace al fisco por impuestos. El motivo es el menor pago de retenciones a la exportación por la caída en las ventas al exterior.
El plan de YPF confirmó que su conducción conoce muy bien el upstream (la exploración y producción de hidrocarburos) y la realidad de los yacimientos. El problema aparece porque aumentar la producción requiere esfuerzos de inversión y un financiamiento muy grande que la empresa no está en condiciones de atender con su flujo de caja. Es cada vez más débil. Si sigue así, va a poder invertir menos que Repsol.
La ecuación es tan simple como complicada: para nutrirse de recursos, YPF deberá subir los precios. En junio dio el primer paso, con un aumento de hasta 7% en sus combustibles; el segundo fue en octubre, con un retoque del 3%. En estos seis meses YPF fue víctima de la política económica y de la política energética. Pudo aumentar la producción de crudo, la producción de gas le siguió cayendo y, pese a que le dieron alguna señal de precios, su ganancia se redujo. 
Este dato es importante porque cuando el CEO presentó el Plan de los 100 días hizo mucho énfasis en la inversión con fondos propios. Galuccio sabe que debe asociarse con alguna petrolera para desarrollar el principal yacimiento de gas y petróleo no convencional que hay en el país: Vaca Muerta. Jeremy Martin, director del programa de energía del Instituto de las Américas, cuenta que Galuccio fue una herramienta clave para comenzar a dirimir esa cuestión. "Es un profesional bien considerado y su nombramiento ayuda a disuadir lo que era en un principio una gran preocupación internacional por la decisión del Gobierno de hacerse cargo de YPF. Se nota con el plan estratégico que el ejecutivo buscó apuntar alto." Martin tiene una mirada positiva.
El nuevo CEO de YPF dio varios pasos para comenzar a limpiar la imagen en los mercados. Canceló deudas por $ 22.960 millones y renegoció el pasivo financiero con los bancos. Además, repartió dividendos por $ 303 millones por el período 2011. Posiblemente el cambio más notorio en la gestión está en tierras patagónicas. En Neuquén la empresa puso en marcha la versión más ambiciosa de su plan. En lo que va de este año, YPF duplicó la cantidad de equipos de perforación en actividad, con especial énfasis en la búsqueda de gas.
Ya ha transcurrido medio año, seis meses, que en la vida de una petrolera pueden sonar hasta insignificantes como para hacer balances definitivos. En este tiempo se transitó de aquel frenesí nacionalizador kirchnerista a la actual y muy necesaria mesura. Pequeños signos que no alcanzan. Pero suman.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Acción y Reacción


Por Ariel Torres

El manotazo de ahogado devenido en alivio del impacto que tiene en los salarios el Impuesto a las Ganancias de cuarta categoría, mal llamado "impuesto a los ingresos provenientes del trabajo", claramente llega demasiado tarde y tiene un sesgo netamente oportunista. Es una reacción ante la protesta de la semana última, y parece tener la intención de desactivar el paro de la próxima semana y postergar para 2013 la discusión, con obvias intenciones electorales.
El anuncio de CFK sería un alivio -en sus propias palabras- sólo para el medio aguinaldo que se cobra a fin del presente año. Es decir, una disminución del gravamen a sólo la mitad de un haber mensual y sólo a los que tienen salario bruto de hasta $25.000. No dijo si están contados o no adicionales y extras, lo que puede hacer un diferencia colosal. Ni hablar de los que nuevamente quedan afuera: los autónomos, condenados a vivir en tierra fiscal de nadie.
Todo pasa para negociar el año próximo. Porqué? Porque cualquier modificación que se hiciera antes del 31 de diciembre sería retroactiva y la AFIP debería devolver parte del dinero que cobró. Curiosa manera de no hacerlo han encontrado, pero se sabe ya claramente que a este gobierno no le importa la gente, sino SU gente. En octubre quedó más que claro que la recaudación fue apuntalada por ganancias, que se vio engrosada por muchos más trabajadores, al comenzar a cobrar los aumentos de las últimas paritarias y no ser actualizados los mínimos.
La prioridad parece ser ahora parar el 20N, después del multitudinario 8N; lo demuestra el hecho de hacer este muy modesto cambio por decreto, con obvias intenciones de consumo, además. Y haciendo caso omiso al artículo 99 de la Constitución Nacional, que reza textual: "solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o de régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia".
Si nuestro benemérito Congreso está funcionando y la mayoría oficialista aprueba las iniciativas del Ejecutivo sin cambiarles ni una coma en tiempo récord, pregunto:  qué otra necesidad que no sea la de tratar de evitar una nueva protesta multitudinaria puede llevar CFK a enarbolar una vez más un instrumento de dudosa constitucionalidad? La baja que promete negociar con los sindicalistas sería para el año próximo, ya que no es legal bajar el tributo sobre ejercicios que ya están cerrados. Y para las personas el ejercicio fiscal termina el 31 de diciembre próximo.
Finalmente, promete realizarlo el año próximo de tal manera que de inmediato los asalariados ahora injustamente alcanzados reciban cerca de las elecciones no sólo una menor presión y un consecuente incremento del ingreso de bolsillo, sino también devoluciones de la AFIP. Mientras más cerca de las elecciones que lo haga, más útil puede resultarle.
Si lo que se pretende es no legitimar la protesta encabezada por Hugo Moyano y Pablo Micheli, como efecto rebote es evidente que sólo amenazando con un paro general se consigue algo. Si es así, el oficialista Caló no tiene más remedio en el futuro que hacer un juego de pinzas con las otras CGT: el eterno y perverso juego del policía bueno y el policía malo.
Pretender desalentar una nueva protesta del tipo de la del 8N con soluciones provenientes del cerebro de un niño (Kiciloff?), me lleva a convencerme de que si seguimos en esa línea de protesta, tal vez entonces hagan algo con la inflación y las presiones a los jueces. De ser así, CFK nos está diciendo -y convalidando- que no hay más remedio que imitar a los piqueteros sin llegar a lo más críticos de sus métodos.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Hoy la Cadena Nacional esta en la calle


Por Ariel Torres

Contra la división. Contra la autocracia. Contra el odio. Contra la re reelección. Por más democracia. Contra la inflación. Contra la inseguridad. Contra la corrupción. Por la Unión y en Libertad.
Serán las ideas básicas con las que hoy miles y miles de argentinos van a salir a las calles para manifestarse contra una manera de gobernar. A no confundirse: no se trata de estar en contra de las cosas que Néstor y Cristina de hecho hicieron bien, sino fundamentalmente por las que vienen haciendo mal, como la instalación del cepo cambiario, el autoritarismo manifiesto, la torpeza de calificar a los seguidores de Hermes Binner como narcosocialistas, las declaraciones del diputado nacional y ex viceministro de Economía, Roberto Feletti ("no permitiremos que al que le sobre un peso lo convierta en dólares") y las de Diana Conti cuando confunde el respeto a la Constitución con algo que denomina "alternancia boba".
Hace ya un par de meses que todo el elenco gobernante viene haciendo todo lo posible para neutralizar la manifestación de hoy, y sólo han logrando potenciarla. La han vinculado con la Sociedad Rural, la Fundación Pensar, Cecilia Pando, Hugo Moyano y Mauricio Macri. Sin embargo, lo máximo que han conseguido es que el senador Aníbal Fernández saliera a lanzar acusaciones  sin el más mínimo sustento, sólo para poner contenta a la Presidenta, que vive su momento más difícil desde que asumió en diciembre del año pasado.  El resultado fue mayor adhesión a la marcha, aunque de maneras diferentes. Macri, Elisa Carrió, José Manuel de la Sota, Francisco de Narváez y Alberto Fernández, entre otros, la apoyan pero no estarán allí. Binner aclaró que saldrá a la calle, pero como un ciudadano más. El gobernador Daniel Scioli y el intendente de Tigre, Sergio Massa, todavía no dijeron esta boca es mía. Y es posible que no lo hagan por ahora: entre las miles de personas que saldrán hoy a la calle están los votos que necesitan para las ambiciones presidenciales de uno y de gobernador y, eventualmente, jefe del Estado del otro.
En algún punto, parte de lo que sostienen los voceros oficiales es verdad, puesto que esta movida es menos espontánea y está más organizada que el cacerolazo del jueves 13-S . Los que la promueven son personas de carne y hueso que se mueven como peces en el agua cuando navegan por las redes sociales para interpretar los sentimientos de una parte de la sociedad. Hasta ahora los organizadores han demostrado que son más audaces, más inteligentes y a la vez menos egocéntricos que las principales figuras políticas de la oposición. Ellos se dieron cuenta a tiempo de que debían priorizar la potencia de la convocatoria y postergar sus ambiciones personales. Por eso acordaron no dar notas a los periodistas ni aparecer en los medios. Hacer lo contrario hubiera significado minimizar la importancia de la movida y ponerse a tiro de cañón ante los ataques del Gobierno, que todavía no sabe bien a quiénes dispararles. 
Los responsables de la organización del masivo acto de hoy ya ganaron, más allá de la cantidad de personas que respondan al llamado. Hay varias razones que lo explican, y la principal es que han derrotado al miedo. Les han demostrado a muchos que critican en privado y hacen silencio público que se puede levantar la voz y poner límites a la prepotencia. También han pulverizado, con paciencia e inteligencia, al aparato oficial que trabaja a sueldo en las redes sociales y que durante los últimos años había "copado la parada". Los que se encargan de medir la repercusión de la movilización sostienen que la expectativa previa es mucho más importante que la del cacerolazo anterior. 
En este caso, el gobierno, agitando el 7D el día en que se terminará la "cadena nacional del desánimo", ha teñido la jornada de hoy de una relevancia y una importancia política inusitadas. Quienes salgan a la calle hoy sentirán, con seguridad, que no sólo están defendiendo el derecho a comprar dólares (...), sino también la libertad de poder expresarse y de ser informados. El derecho de enterarse de todo lo que pasa, más allá de la versión edulcorada y feliz que suelen ofrecer los gobiernos de turno. 
Quizás esta última razón sea la más importante de todas. Porque este gobierno no sólo quiere evitar que se sepa lo que sucede. También pretende hacernos creer cosas que no suceden.
No hay una sola persona con más de una neurona que desee que la Presidenta se vaya antes de tiempo, no es eso lo que está en discusión. Tampoco hay condiciones políticas para que pase algo así. CFK se ha transformado en la presidenta con más poder en toda la historia reciente. De hecho y de derecho. Con mayoría parlamentaria y la caja discrecional más abultada que uno se pueda imaginar. Con un enorme poder sobre los jueces, incluida la Corte Suprema de Justicia. Con la anulación de casi todos los organismos de control que podían haber puesto límites a los delitos cometidos y por cometer. Pensar que una protesta callejera puede interrumpir su mandato y poner en riesgo el sistema democrático es -como mínimo- una exageración.
Como también es una exageración adjudicarle a Clarín la responsabilidad de todos los males. No hay que ser un estadista para afirmar que si de un día para el otro el Grupo Clarín desapareciera, la inflación, la inseguridad, la corrupción y el autoritarismo de este gobierno no se acabarían. Al contrario: podrían crecer todavía más, a falta de un mínimo contrapeso.
Como están las cosas, aquí y ahora, lo mejor que podría suceder a partir de mañana, es que la Presidenta tomara nota de lo que le están queriendo decir los argentinos que hoy saldrán a las calles.
La Cadena Nacional unida por los eslabones del deseo y la consideración popular. Y con paz en el alma argentina.

lunes, 5 de noviembre de 2012

El 8N de lejos, más cerca que nunca.


Por Ariel Torres

Suena mi celular en Caracas, donde estoy trabajando para su aliado político y mentor desarrollista. Es ni más ni menos que Zannini, y ahí nomás me ladró: "Dónde estás? Venite ya a Olivos. Te espera la señora". Sentí al mismo tiempo emoción, nervios y miedo. Hacía mucho que no hablaba con ella, y los pocos que la frecuentan me venían comentando que últimamente se ha puesto difícil. No le gustan cómo están saliendo las cosas, se enoja más de lo que se desenoja, dice que está rodeada de inútiles, se pasa el día entero urdiendo maniobras contra Clarín, ve conspiraciones en todos lados y no para de pedir que le organicen actos para poder hablar.
Menos mal que estoy lejos del matadero, pensé, mientras le explicaba a su perro faldero porque no iba a poder asistir a la reunión impostada. "Ni se te ocurra contradecirla, tomate un avión ya, la casa paga", me volvió a ladrar. Le respondí que era imposible y me planté ahí; como una forma de demostrar que con los años voy perdiendo todo menos el instinto de supervivencia.
Fue cuando me explicó que nuestra ilustre Inquilina de Olivos me mandó llamar porque se acerca el 8-N y quería saber qué estrategias de contramarcha estamos pensando los aliados. Básicamente le expliqué que no había de qué preocuparse. Nuestra estimación es que, en caso de ser lindo día, el gorilaje no va a juntar más de un millón de personas. Y si llueve, apenas 300.000, porque odian que se les moje la ropa importada.
Siento ruidos detrás de la línea y su voz inconfundible me grita: "Me muero sin son tantos! Creo que no podría soportarlo." Más que un grito fue un bramido.
Opté por tranquilizarla y decirle que hablamos de un millón repartidos por todo el país, más Nueva York, Paris, Londres,  y otras ciudades; es decir, muy dispersos. Quién los va a contar? Además, ya hablamos con el Servicio Meteorológico Nacional para que ese día pronostique sudestada, vientos huracanados, frío, lluvia y granizo; con la Policía, para que cada diez tipos cuente uno, y estamos tratando de que esa noche Tinelli ponga a la sueca en el Baile del caño.
Con cierto aire desanimado, me contesta: "Un desastre!. No estamos planteándoles la batalla en el terreno de las ideas...", me contestó, como si se olvidara con quien hablaba. Hace rato que el círculo K no se cae una idea, ni por casualidad. De todas maneras, le dije que algunas ideas, había. 
Una forma de sacarles gente a los caceroleros es no irritarlos. Por ejemplo, y dicho esto con todo respeto, quizá es conveniente esconder a Boudou, a Moreno, a De Vido. También a Aníbal, a Abal Medina y a Echegaray. Y a la Garré, Timerman, Lorenzino, Kicillof, Boudou y Moreno. A Boudou y a Moreno los nombré dos veces porque soy un convencido que hay que esconderlos bien.
Me contestó que si estaba loco por querer esconder a medio gobierno. Me puse insistente en que decimos esto con todo respeto por cada uno de los compañeros. Es sólo por unas horas o unos días. Y si la cosa funciona bien, por unos meses. También le propuse que de acá al 8 no se hable más de cepo, de re-re, de que no hay inflación ni inseguridad, de cierre de las importaciones, de ir por todo. Incluso le dije, con todo cariño y admiración, que no sería bueno usar tanto la cadena.
Con la cadena ni en pedo, me contestó! No se metan con mi juguete preferido! A esa altura me estaba me estaba perforando los tímpanos. "Yo voy a hablar cuantas veces quiera! A la gente le enloquece mis discursos", me gritó. Eso es cierto: la escuchan y se ponen locos. En estos días sería importante no estar atacando a los opositores, apretando a jueces y empresarios, hablando de intentos destituyentes, peleándonos con todo el mundo. "Y algo más -le dije- pero no lo tome a mal, es sólo un consejo: ¿y si hasta que pase el cacerolazo nos olvidamos de Clarín..?"
"Vade retro, Magnetto! ¡Eso nunca!", me contestó del otro lado, ya en un estado de histeria como pocas veces la oí... y eso que he oído mucho al respecto.
Le expliqué que mi idea era pactar por abajo con ellos para que TN no transmitiera en directo la marcha y en ese horario pasara un programa especial con los 300 goles de Messi. Pero si no le parece bien, pensamos en otra cosa. Quizás los goles de Messi los podemos dar esa noche en 6,7,8, con Víctor Hugo como invitado. Capaz que a dos o tres puntos de rating llegamos.
Al toque le sugerí si podíamos sorprender a todos con una ola de anuncios, esos bien nuestros, que suenan bárbaro porque si algo sabemos es montar el escenario, la obra, los actores y el público. Anuncios que suenen a relato glorioso: pagar los 20 millones de dólares y repatriar la Fragata, subir el mínimo no imponible de Ganancias, usar las reservas para sacarnos definitivamente de encima a los fondos buitre. Algo así.
La escuché respirar afanosamente, algo así como para pretender sumergirse en una reflexión profunda. Fueron segundos que se me hicieron eternos. Empecé a transpirar. "Acabo de caer en la cuenta -me dijo, y sentí estertores de un odio apenas contenido-: me están proponiendo esconder a nuestra gente, nuestro relato, nuestras luchas, nuestras convicciones. Me están proponiendo que enfrentemos al antikirchnerismo con menos kirchnerismo. Incluso con menos cristinismo. ¿Saben qué? Haré exactamente todo lo contrario. Seré más yo que nunca." Y me colgó aparatosamente el teléfono, con un ruido como alguien que tira un celular contra la pared.
Me quedé mirando largamente mi propio celular, entretriste y alarmado. La gente de la plaza de Altamira, en pleno Caracas, me mirada raro. En realidad tengo miedo de que el 8-N revienten las calles, avenidas y plazas de todo el país. Le tengo miedo a esa oleada de cacerolas. Por primera vez le tengo miedo a la gente, que puede convertirse en la oposición más peligrosa. Más genuina. Más tenaz. 
Y me muerdo los labios mirando al cielo, lamentando no poder estar allí. Con ellos. Con ustedes. Con Todos.