sábado, 29 de septiembre de 2012

Tribulaciones de una conquistadora

Por Ariel Torres



"Estás en el pináculo, en estado de gracia, impecable", le soltó Boudou apenas Cristina atendió la llamada desde el jacuzzi de su suite en el Mandarin. "Sí, tenés razón, la verdad es que estuve so-ña-da", respondió ella, que odia la falsa modestia. "Los gringos me tendieron una trampa -continuó-, pero no saben con quién se meten."
El fiel escudero devenido en Vice Presidente tuvo el detalle de poner el altavoz para que yo pudiera escuchar todo. No saben lo que disfruté! Mi adorada Inquilina de Olivos todavía estaba excitada e inmensamente feliz. Con desparpajo adolescente contó cómo había logrado sortear el cacerolazo en la puerta de Harvard. "Me avisaron por teléfono y entonces llegué una hora más tarde, cuando sólo quedaban cuatro tipos. No me digas que no soy una genia." Amado asintió, con esa convicción con que ríe, aplaude y asiente cada vez que ella abre la boca, aunque sea para matarlo. Algunos lo ven como una actitud rastrera. Yo, como vocación de servicio.

Aquí el desopilante diálogo:
- No me puedo decidir, no sé si estuviste mejor en Georgetown o en Harvard.
- En ninguna! Qué querés que te diga, me quedo con la Universidad de La Plata. Es como más vital. Pero me había prometido que un día tenía que ir a Harvard, y fui. Soy la primera presidenta argentina que da una clase magistral ahí!
- Estuvo absolutamente grandioso. Ahora, qué raros son estos tipos: aplaudían las preguntas y no tu respuestas. Te habrás sentido extraña.
- La verdad estuvo raro, pero seguramente habrán sido problemas con la traducción.
- Estás segura que fue una trampa?
- No me cabe la más mínima duda! Todos esos taraditos laburan para Lanata y Clarin. Igual, me hice un festín. Creo que los dejé impresionados con mis conocimientos de política internacional, historia, economía... Y con mi valentía. Decime, quién se anima a hablar mal de Harvard en Harvard? Les dije que era una universidad cara y que no entendían nada. Y eso no lo había practicado: me salió así, de una.
- Estuviste bárbara criticando también a Estados Unidos, decirles que promueven los golpes y que mienten con la inflación, denostar al Fondo, hablar bien de Chávez. Todo eso en Washington! Cómo te animaste? Me rindo ante tu coraje.
- Y... vos sabés, yo soy así, frontal, directa, sincera. No me invitarán más, pero yo estaba pensando en los spots de las tandas del fútbol. Tienen material para rato.
- Muy bueno eso de que en la Argentina no hay cepo cambiario, ni mucho menos. Fuiste tan clara, tan convencida, que parecía verdad. Lástima que después estuviste 15 minutos justificando por qué no se puede comprar dólares. Pero bué...
- Bueno, che, peor cepo es el de Estados Unidos, donde es imposible conseguir pesos...
- A ver -comentó Amado, que empezaba a animarse con algunas objeciones-, quizá no estuvo tan bien cuando retaste a uno de los chicos y le dijiste que la pavada que estaba preguntando no era digna de Harvard, sino de La Matanza. No es que hayas estado equivocada, pero en La Matanza votan casi un millón de personas.
- Nene, nene, vos te creés que en La Matanza alguien vio mi conferencia en Harvard? No me hagás reír!
- Me volví loco cuando contestaste que hiciste tu fortuna como abogada exitosa. Fue una lección de capitalismo: quisiera saber cuántos abogados gringos juntan 17 millones de dólares sin pisar el estudio!
- Esa la tenía estudiada, sabía que me lo iban a preguntar, pero mi problema era que cuando la practicaba en el hotel, indefectiblemente me terminaba riendo a carcajadas.
- Sinceridad brutal: en algunos momentos, ante algunas preguntas, parecías un poco molesta, tensa, enojada. Ojo, lo manejaste bien, pero yo te conozco y era evidente que no estabas cómoda.
- Tenés que entenderme y darme la derecha, no estoy acostumbrada a las groserías y las malas palabras: me hablaban de inflación, conferencias de prensa, cacerolazos... todos improperios!. Además, en la Argentina yo tengo la exclusividad del micrófono. En Georgetown y Harvard se lo dan a cualquier imberbe sólo por haber pagado una matrícula. O esas universidades cambian o no tienen futuro.
- Criticar el pobre nivel académico de los estudiantes de Harvard estuvo de órdago!!
- Ni siquiera en La Matanza te preguntan esas pavadas. Fijate que no me sacaron el tema Ciccone. Mi vicepresidente se queda con la fábrica de hacer billetes y en las mejores universidades yanquis no se enteran. Querés saber qué respuesta tenía preparada?
- Al vice le tembló la voz cuando dijo: "a ver...?".
- Tenía preparado decirles: "Boudou? Por favor, hablemos de cosas serias" -y estalló en una risotada-. Amado sintió el golpe y volvió por el camino de las flores.
- Cambiemos de tema, tu mejor respuesta fue la de la reforma constitucional. Una maravilla dialéctica. Con las palabras decías que no y todo tu cuerpo decía que sí.
- Convengamos que lo aprendí de Bush. Dijo: lean mis labios, no voy a subir los impuestos, y terminó matándolos con el impuestazo, el muy guacho!
La desopilante charla discurrió también sobre la cobertura que habían tenido las charlas con estudiantes. Cristina no esperó lo que los grandes medios norteamericanos hicieron: o la habían matado o la habían ignorado. Y Amado no le dijo que aquí la peor bajeza -como era de esperar- la hizo TN: no se cansó de pasar las intervenciones en las universidades, con la malicia del que te repite un furcio.
Nuestra tan denostada Inquilina Nro. 1 de Olivos se despidió con una frase que la pinta de cuerpo entero: "Por suerte, ya estoy volviendo, me extrañan los argentinos, y ahora me empezarán a extrañar los norteamericanos".

Toda una declaración de principios... o de finales anunciados.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Hoy en Harvard será peor...


Por Ariel Torres
La ví nerviosa, confrontativa, ausente, desprotegida del entorno aplaudidor de siempre. Esa excitación desbordante, que la apresura al hablar y la lleva a auxiliarse con las manos mientras las ideas se agolpan en la cabeza y pasan a la lengua, irreflexivas, estuvo ayer, en Georgetown, justificada. Cristina Kirchner se expuso a algo que está más allá de su control. Sin embargo, hostil y todo, a la Presidenta ese ambiente le sigue inspirando respeto. De modo tal que ella, que se define como "un cuadro técnico universitario", y en la intimidad se hace llamar "la doctora", se obligó a una contorsión ambivalente. Debió, como en un examen, justificarse y seducir al mismo tiempo.
De una manera u otra, fue una especie de examen. No académico, por cierto. Netamente político. Los asistentes a esas "clases" no buscan que les den una lección. Quieren palpitar un testimonio, certificar o corregir las hipótesis que se han formado acerca del visitante. El diplomático que intentó, sin éxito, que en la reunión no hubiera interrogatorio detectó ese problema. Las preguntas, en estos casos, suelen ser más significativas que las respuestas. Ayudan, como ayer, a percibir cuál es la imagen de un determinado líder en el interior de un aparato de alta gravitación política como es el académico.
Video: Las preguntas de los estudiantes a Cristina (C5N)
La ocurrencia de este experimento de CFK fue negativo. No hubo consultas sino cuestionamientos. Nadie solicitó una declaración sobre la política de derechos humanos ni sobre la reconstrucción económica ni sobre los avances sociales. Tampoco apareció alguna curiosidad sobre las ideas de la señora de Kirchner acerca del comportamiento del mundo. En cambio, la indagaron sobre la relación con Hugo Chávez. Y le preguntaron por los dos aspectos de la administración que sobresalen para los latinoamericanistas de Washington: la negativa a rendir cuentas ante la prensa y la adulteración de las estadísticas. Es razonable que esas perplejidades ganen espacio en una casa dedicada a la búsqueda de la verdad.
Nuestra ilustre Inquilina de Olivos hizo una demostración práctica de que no está en condiciones de aceptar conferencias de prensa, ni en este país ni en ningún otro. Cuando las respuestas no fueron chicanas o coartadas, desnudaron un gran desconocimiento de los temas. Sobre la resistencia del Gobierno a abrirse a la prensa, desarrolló una tesis fascinante: a diferencia de lo que sucede en el resto del mundo, en la Argentina no son las autoridades las que se enfadan con las preguntas, sino los periodistas los que se muestran intolerantes con las respuestas.
Los interrogantes sobre las estadísticas tampoco ayudaron a la Presidenta a mejorar la nota. Otra vez negó la inflación, con una afirmación inesperada: "Si fuera del 25%, el país estallaría". El argumento es increíble porque revela que ignora lo que, en efecto, sucedió: la economía estalló. Si la inflación no fuera del 25%, no habría paritarias semestrales convalidando un 30% de aumento en promedio, no habría corralito cambiario, las importaciones estarían liberadas, se podrían girar dividendos al exterior y no se hubiera producido un derrumbe en la inversión ni en el nivel de actividad. Pero CFK sigue sin poder conectar la realidad con el Relato.
Una llamativa incomprensión apareció en su clásico lamento por la imposibilidad de emitir dólares, una moneda que el mundo considera refugio de valor. Para la Presidenta, la supremacía de esa divisa deriva de un complot por el cual la "potencia imperial" se adjudica un privilegio. No consigue imaginar que, si luchara contra la inflación, el público buscaría ahorrar en pesos. Como hacen los peruanos con los soles, o los brasileños con los reales. Sin ir más lejos, entre 2002 y 2004, cuando Alfonso Prat-Gay estaba al frente del Banco Central, los argentinos vendían dólares para comprar pesos. Que ahora sea al revés se debe a la inflación.
Lo más escandalosamente notable -cuando la Presidenta más daño se hizo a sí misma- fue cuando le sacó la tarjeta amarilla a Obama denunciando que las estadísticas de los Estados Unidos también son manipuladas (...). Cristina Kirchner preguntó a los que escuchaban si en serio creían en los datos de las instituciones económicas. Es decir, les propuso que dudaran de su propia percepción. Que admitieran que también viven engañados, como los argentinos sometidos a las patrañas de la prensa o los operadores económicos que no advierten que el FMI se ha ensañado con el kirchnerismo por su irreverente heterodoxia.
La Inquilina de Olivos reveló que no está al tanto del drama que viven los Estados Unidos. Cuando preguntó: "realmente creen, chicos, que la inflación aquí es del 2%?", demostró no saber dos cosas: no sólo que ese dato es cierto, sino que el hecho de que lo sea constituye una desgracia para Obama y Ben Bernanke. Si algo está tratando de hacer la Reserva Federal es provocar inflación para reanimar la economía. Con un índice del 3,5% y tasas muy bajas como las actuales, se estimularía el consumo y, por lo tanto, el crecimiento.
Las explicaciones de CFK se sostuvieron en una creencia principal: los infortunios deben ser imputados a la acción de una fuerza exógena, presente o pasada. La inestabilidad latinoamericana se debe al sistemático complot de los Estados Unidos. Ese país es una potencia porque tuvo la suerte de que la Guerra de Secesión la ganara el norte industrializado. En cambio, la Argentina está condenada porque su guerra civil la perdió Rosas, quien, al parecer, era un agente de la modernización capitalista. La culpa de que no haya conferencias de prensa no la tiene una presidenta a la que no le gustan las preguntas, sino los periodistas a los que no les gustan las respuestas. Y las raíces del nazismo no hay que buscarlas en una compleja perversión nacionalista que contaminó la cultura alemana desde fines del siglo XIX, sino en las asfixiantes condiciones impuestas a Berlín en el Tratado de Versalles (re cuac!).
Nuestra Presidenta enfrentó ayer una audiencia inquisitiva. Es posible que la de hoy, en Harvard -si se realiza- sea aún más filosa. Vaya saber cuál será el genio maligno al que hay que responsabilizar por esas desgracias. Seguramente se debe a que los periodistas argentinos han conseguido embaucar y manipular a los universitarios norteamericanos para que pregunten lo que ellos no pueden.
Demasiado presumido el esquema, no?

martes, 25 de septiembre de 2012

Espiritualidades de moda

Por Ariel Torres





Soy católico. Durante mucho tiempo fui practicante, en el convencimiento de que Dios existe, y existirá siempre, y nos ofrendó la vida de su hijo simplemente para mostrarnos lo miserables que somos, a lo que podemos llegar, y porqué es necesario que la Fe nos oriente.

Ese mismo convencimiento me hizo pragmático, curioso de las demás religiones, escéptico del mundo de los humanos absolutistas y conservadores. Fui mas allá, medité en alguna oportunidad, leí sobre religiones comparadas, me inspiré en la sabiduría milagrosa, es decir, aquella que cree en los milagros. Hice cursillos, retiros espirituales, en mis viajes estuve en lugares donde la Fe se manifiesta de maneras tan diferentes a las nuestras, que eso me convenció más acerca de la existencia de alguien superior.

Me hizo bien, pero nada de lo que ví o viví me hizo fanático de algo. En absoluto. Creo firmemente que desde el abanico de las opciones, me instalé en el autoconocimiento, tomé conciencia de mí mismo, de lo insignificante de mi existencia para el mundo, y de lo importante de mi vida para mí.

Nunca entré en la sanata de la respiración, ni del culto a los falsos profetas, ni siquiera probé ser vegetariano. Yo necesito comer carne, mi cuerpo me lo pide, y me hace bien. Nunca pensé que el espíritu sea mejor que el cuerpo, más bien es una expresión de nuestro propio espíritu encarnado en este cuerpo y esta mente. Pienso que si hubiera escuchado más a mi alma, y respetado los momentos de mi espíritu, sin duda me hubiera ido mucho mejor en la vida. Pero creo que forma parte del aprendizaje.

Cuando escucho la manera en que se bastardean palabras como energía, buena onda, new age, meditación trascendental, buen vivir... pienso lo fácil que es encuadrar todo en un sólo término: paparruchada. Es incesante el desfile de gente que habla mucho y practica poco de lo que habla. No hay soluciones mágicas ni profetas límpidos en qué creer hoy en día, las miserias del ser humano están presentes de una manera insoslayable por estos días. Buscar afuera lo que para mí sin dudas está dentro, es un error y una comodidad. Encontrar las respuestas en la propia alma es un milagro en sí mismo. Y hacia allí voy, y he ido siempre.

Creo en la trascendencia de las crisis, que me han enseñado más que cualquier conocimiento adquirido por otra vía. Ser inteligente no me ha garantizado nada en esta vida, ni me ha dado más recursos, ni más posibilidades para llegar a ser quien quiero ser. En estos tiempos de hiperexigencia, individualismo y consumo, hasta los más incrédulos han salido a la búsqueda de lo trascendental, en la mayoría de los casos sin las herramientas adecuadas. Esas que da el alma.

En un mundo desprovisto de virtudes, salir en busca de la luz puede significar pararse frente a un tren en un túnel... así de destructivo puede ser el enceguecedor brillo de los espejitos de colores manipulados por los alquimistas de la fe moderna. Pensar que la espiritualidad está alejada de la religiosidad, es no tener la más mínima idea de lo que significa la palabra Fe. Pensemos por un instante en qué momento o momentos ponemos en juego nuestra espiritualidad, y nos daremos cuenta lo necesario de la Fe, cualquiera sea el credo que profesemos... incluso cuando no profesemos ninguno. 

Cuando alguien nos propone un culto nuevo, es como si nos ofrecieran un nuevo modelo de auto. A fin de cuentas, es un instrumento para ir... donde sea que querramos ir. El motor de ese auto es la trascendencia que tiene para nosotros, el mensaje de nuestra alma. Si nos dejamos aturdir, jamás lo escucharemos, porque el alma no grita, ni aún estando herida. El alma le habla al espíritu, y el espíritu -aún quebrado- es el que nos desliza al oído lo que pretende de nosotros; ese mismo espíritu que clama por movimiento, cuando creemos que ya nada puede salvarnos.

Espiritualidad es la palabra. Está en nosotros. Espiritualidad es creencia, y Fe es certeza. Para no caer en el "canto de sirenas" que tanto se escucha hoy...

viernes, 21 de septiembre de 2012

El divorcio bien tratado

Por Ariel Torres





Como lo conocemos y lo "sufrimos", el actual sistema de divorcio en el país ha fracasado. La familia argentina ya no responde a un modelo único como el que trazó Dalmacio Vélez Sarsfield en el Código Civil, hace 143 años. Si alguien quiere imponer o difundir ese modelo -que es el que nos rige actualmente- debería hacerlo a través de la persuasión religiosa.
La posición de la Iglesia es muy respetable, pero no es posible imponer o difundir un modelo de familia a través de una ley. Por estos días, el nuevo código está siendo sometido a audiencias públicas. Antes, sufrió cambios a manos del gobierno nacional con los que particularmente no estoy de acuerdo; por ejemplo, eliminó del proyecto el debate sobre la responsabilidad del Estado y estableció que los contratos comerciales deban celebrarse en pesos.
Más que apurarse a votar el nuevo Código, hay que tener una posición razonable. La votación no puede ser a libro cerrado ni debatirse eternamente. Hay que ajustarse a los plazos establecidos por el Congreso, siempre que esto sea posible. Además, cuando hacemos una decantación de lo que surge de las audiencias públicas, sobre la gran mayoría del proyecto no hay discusión. Los temas opinables son pocos, diez o quince.
Uno de los ejemplos es el del matrimonio, que sigue siendo la institución central del derecho de familia. De ninguna manera se trata de estar en contra de la fidelidad, ni de que el matrimonio se constituya sobre la base de un proyecto de vida en común que incluya la fidelidad, como tampoco estoy en contra de la familia tradicional. Pero de ninguna manera se puede pretender -a esta altura de los tiempos- que la fidelidad sea un deber conyugal por una cuestión de técnica jurídica. Creo que va mucho más allá de eso.
Qué dice la experiencia judicial y cotidiana al respecto? Que las dos maneras de divorciarse que existen en la Argentina no funcionan. Las audiencias de conciliación en los divorcios de común acuerdo se transformaron en una ficción, y el divorcio causado -por ejemplo- por incumplimiento del deber de fidelidad acaba provocando la destrucción familiar, el agotamiento del patrimonio y graves daños a los hijos. En cambio, se ideó el divorcio como el fin de la decisión de la pareja de la vida en común. Si no hay que presentar una causa para divorciarse, eso quiere decir que no existe un deber no cumplido. Es una vía mucho más acorde con lo que pasa hoy en la sociedad.
 En el 99% de los casos, cuando una persona decide divorciarse, esa decisión es irreversible. Es muy difícil juzgar las culpas. Hoy el sistema genera mucha litigiosidad y eso daña a la familia. Creo que hay que diferenciar la visión de quien hace una ley enfocada en disminuir los litigios, en solucionar los problemas de las personas, de esa otra idea moral que pretende imponer un modelo de familia. La posición de la Iglesia al respecto es muy respetable. El problema es el camino a través del cual uno puede imponer o lograr un modelo de familia. Ese ideal se puede difundir a través de la persuasión religiosa, de los valores culturales. Pero hacerlo a través de una ley imperativa... es como mínimo, temerario y complicado. Las pruebas están a la vista.
Al contrario de lo que se dice de estas normas, que van a provocar consecuencias en el modelo familiar, en realidad vienen a regular lo que ya sucede: se están incorporando las consecuencias de un comportamiento social difundido y no generando nuevos comportamientos. Hoy tenemos muchas personas que siguen el mandato de la Iglesia, también tenemos católicos que no siguen el modelo de matrimonio, que se separan, que conviven, que tienen hijos por fecundación in vitro. Tenemos personas de otras religiones y personas que no son religiosas. Si consideráramos que esto está en contra de un modelo de familia, afectaríamos a mucha gente. 
Este proyecto -a mi entender- busca favorecer la libertad de las personas. Necesitamos una sociedad en la que la gente se sienta libre y viva como quiera.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Ironías de una posible visión K de la marcha


Por Ariel Torres

Debo reconocer que me estaba preocupando ya. Hacía bastante que la señora no me encargaba un trabajo tan fácil y, al mismo tiempo, tan gratificante: me pidió un informe completo sobre la marcha del jueves.
Y la verdad es que fue súper simple hacerlo. Eran tan pocos los que protestaban que hasta podía haberlos contado uno por uno. Además, todos estos garcas son muy obvios y tardé 10 minutos en descular cómo se organizaron. Y fue gratificante porque me dio la oportunidad de lucirme con un informe que, modestia aparte, creo que es un gran compendio de reflexiones de hondo contenido sociológico, filosófico y político.
Sin ánimo de crear más suspenso, vamos por él. Y me cuentan. He aquí el documento testimonial que le presenté a nuestra ilustre Inquilina de Olivos.
-  Fue una movilización modesta, de6000 o 7000 tipos. Con toda la furia, 25.000. Nunca más de 40.000. (A propósito, propongo barrer a la cúpula de la Policía Federal: ¡cómo vamos a permitir que se haya filtrado la estimación de que había 200.000 personas! Y propongo barrer también a Nora Veiras y a Horacio González, dos puntales del relato, por haber dicho que la movilización había sido "importante".) Eran pocos, pero iban y venían para dar la impresión de que eran más. Y como tienen plata, contrataron empresas especializadas en delivery de manifestantes: te llevan gente donde vos le pidas. No vi camiones, pero sí ómnibus de tres pisos, súper lujosos, que iban recogiendo personas por todo Barrio Norte. Y nada del chori y la Coca, por supuesto: el catering era sushi con champagne.
- De espontánea la protesta no tuvo nada. En una práctica detestable, constituyeron un verdadero ejército a sueldo en las redes sociales. Nuestro propio ejército de blogueros, que no es inferior ni está menos retribuido, no dio abasto para neutralizar esa invasión.
- Yo no me preocuparía demasiado respecto de algún liderazgo, porque vi deambular por las calles a esas ovejas opositoras sin un solo pastor que las guiara. El contraste es brutal, mi señora. Nosotros vamos a un acto y nos llevamos la música de sus palabras. Ellos no escuchan otra cosa que el ruido de las cacerolas.
- Una verdadera genialidad fue que usted hablara en San Juan y nos mostrara en la pantalla de la TV una cría de chanchitos justo cuando se desarrollaba la marcha. Los buenos telespectadores, como los buenos comensales, saben con qué cerdos quedarse.
- Otra gran idea fue dejar que sólo TN transmitiera en vivo las movilizaciones. Y que C5N hiciera planos de calles semivacías y no de plazas llenas, aunque para eso debió poner cámaras en Kosovo. Eso es ofrecerle a la gente una pluralidad de opciones.
- Algo falló en nuestra organización, porque mientras usted les hablaba a unos cientos de personas, la versión sanjuanina de la protesta nacional reunía a 10.000 en una plaza. Duro con el gobernador Gioja, señora: esas cosas no nos pueden pasar.
- Lamenté tanto que esa noche usted tardara en volver a Olivos... ¡No sabe la multitud que estaba esperándola en la puerta de la residencia para aclamarla! Un consejo: afloje con la humildad y el bajo perfil.
- Nosotros sospechábamos que se trataba de una marcha golpista, y pude comprobar que efectivamente fue así. Todas las consignas eran destituyentes: "¡Más libertad! ¡Más seguridad! ¡Menos inflación! ¡Menos corrupción!". Habrase visto semejante caradurez...
- Después de advertirle a la gente que debía tenerle "un poquito de miedo", la respuesta fue que la gente salió sin ningún temor a las calles a protestar. Por eso, le doy otro consejo: afloje con los "poquitos", meta miedo de verdad. Amenace con que no se va a poder comprar un dólar, con cerrar las importaciones, con no dejar viajar a nadie al exterior, con convertir a la AFIP en el principal organismo de espionaje del país. Amenace con nacionalizaciones, expropiaciones e intervenciones. Con darles fondos para pagar los sueldos y hacer obras sólo a los gobernadores e intendentes que se inclinen ante sus pies. Con cadenas nacionales para cualquier cosa y justo a la hora de Tinelli. Con dar aumentos de asignaciones familiares que cuando se hacen bien las cuentas terminan siendo un descuento. Y la peor amenaza de todas: dígales que si la siguen molestando se va a cansar, va a dar un portazo y los va a dejar con Boudou.
- Por fin y por último, señora nuestra, es que esta baratija de protesta -sin líderes, sin respaldo, sin organizaciones políticas detrás, sin cobertura en la televisión y sin fuerza siquiera para romper un vidrio, tirar un petardo, dar vuelta un auto o quemar algún neumático-, esta marchita de cuarta lo que se merece es una respuesta ejemplificadora. Una gran marcha K.
Es hora de que confrontemos, midamos fuerzas: militantes a sueldo contra espontáneos; todos nuestros canales contra TN; Puerto Madero contra Barrio Norte; un discurso florido por cadena contra la cadena de cacerolas. Su Alteza, tenemos que darles su merecido. No dejemos que nos mojen la oreja. No dejemos que nos ganen la calle. Contraataquemos. Porque yo estuve ahí, señora, y se lo puedo asegurar: eran poquísimos y no representaban a nadie.
Pero parecían millones y estaban enojados. Muy enojados. Serenamente enojados...

viernes, 14 de septiembre de 2012

Impactante mensaje al mundo K


Por Ariel Torres

Impaciente, esperanzada, anárquica, heterogénea, inorgánica, sin cabezas visibles que la condujeran, una parte importante de la sociedad argentina provocó anoche, quizás, el hecho de rebeldía más importante de la era cristinista. Las emocionantes y multitudinarias manifestaciones reclamadoras carecieron de un elemento convocante y de una conducción estratégica y logística, al revés de lo que sucedió durante la crisis con el campo, en 2008. Esa suerte de libertad primaveral fue convocada exclusivamente por las redes sociales; sólo ayer algunos medios periodísticos consignaron escuetamente la información sobre las posibles concentraciones.
Cuál fue el número de los convocados llevará a no pocos desaguisados entre dirigentes amorfos de ideas, pero las imágenes que mostró la televisión fueron elocuentes de la cantidad de gente que hubo y de la dimensión de la protesta.
Nuestra Inquilina de lujo en Olivos está sometida ahora a la obligación de indagar el porqué de tanto descontento social, menos de un año después de haber ganado ampliamente su reelección como presidenta. Es más que probable que muchos de los que anoche batieron las cacerolas la hayan votado a Cristina en octubre pasado. La Presidenta ganó entonces (o hizo una buena elección) hasta en los barrios más elegantes de la Capital. De hecho, ella ganó aquí como candidata presidencial, donde poco antes se había impuesto Mauricio Macri como jefe de gobierno.
No estuvieron sólo las "viejas de la Recoleta" ni la clase media alta enojada por el cepo al dólar. Esas son las descalificaciones a las que recurrió el cristinismo, fanáticamente ciego, cuando sucedieron los anteriores cacerolazos. Ayer hubo expresiones de los barrios del sur capitalino o de Flores y Caballito, los lugares geográficos más poblados por los porteños de diversa procedencia social. Los grandes centros urbanos del país, como Córdoba y Rosario, confirmaron lo que venían mostrando las encuestas: la Presidenta está peor allí que en la propia y esquiva Capital. El interior siguió el ritmo de la Capital, como pocas veces antes, aunque aquí se dio el centro de la protesta.
Si CFK aceptara que la realidad es distinta de la que ella percibe, podría comprobar que gran parte de los argentinos se sienten defraudados. La Presidenta cometió una estafa electoral porque nunca durante la campaña prometió que iría por todo, como se propone ahora, aunque ese slogan autoritario signifique en los hechos la destrucción de todas las barreras institucionales. Nunca antes prometió la radicalización de su gobierno hasta el extremo de negar libertades esenciales o de convertir al Estado en un gendarme permanente en la vida cotidiana de los argentinos. Esa Cristina apareció después de conseguir el 54% de los votos con otra imagen personal y con otras promesas.
Una Cristina que nadie esperaba, porque no fue una Cristina prometida. Ni mucho menos.
El monumental fárrago cambiario no fue el hecho más convocante. Esta precisión debe ser subrayada porque gran parte de la televisión que responde al kirchnerismo meneó ese reclamo cuando decidió, casi dos horas después de iniciada la protesta, informar sobre lo que sucedía. Quizá predominó en las concentraciones un enorme malestar por los sucesivos recortes a la libertades y un generalizado rechazo a la reforma de la Constitución para habilitar la re-reelección.
Más bien las que tuvieron una influencia decisiva fueron la inseguridad y la inflación. El silencio presidencial sobre esos conflictos de la sociedad, a pesar de los permanentes discursos por la cadena nacional de radio y televisión, terminó provocando tanta irritación como los problemas en sí mismos. Los discursos por cadena se han transformado en disparadores de un fastidio social pocas veces visto, y oído.
Es indudable que la inflación molesta tanto como las mentiras sobre la inflación. Hay cosas sobre las que no se le puede mentir a la sociedad; una de ellas es el costo de la vida. La extravagancia llegó al ridículo cuando el Indec aseguró que un argentino puede vivir, y costear las cuatro comidas del día, con 6 pesos. Los emblemáticos 6 pesos circularon anoche por todas las concentraciones, en tonos de burla con los epítetos más ocurrentes.
La novedad en los reclamos fue el de la corrupción, con mención incluida al vicepresidente Amado Boudou. Esa es otra defraudación electoral de Cristina Kirchner, única electora de un vicepresidente peligrosamente perseguido por los jueces por supuestos hechos deshonestos en el ejercicio de la función pública. Es también la comprobación de que la sociedad se quedó sin plata. Sólo en esas circunstancias, desgraciadamente, sectores sociales importantes constatan que la corrupción es determinante en el mal manejo de la administración pública.
Sin dudas, el delfín de la AFIP, Ricardo Echegaray tiene su carga de responsabilidad por el mayor cacerolazo espontáneo que sufrió su presidenta. No debería ser descalificatorio que una parte importante de la sociedad se sienta perseguida y maltratada por querer comprar moneda extranjera. El cristinismo ha llevado a los argentinos a la edad de piedra con un sistema cambiario tan arbitrario como humillante. Podría decirse que Echegaray, Guillermo Moreno o Axel Kicillof tienen parte de la culpa de lo que sucedió anoche, porque el autoritarismo que exudan en sus palabras y en sus actos fue el sesgo que más irritaciones sociales provocó. 
Y la tienen, pero ellos no existirían si no existiera una presidenta que siente a gusto con esas palabras y esos hechos.
Cuando la democracia descree de los mecanismos institucionales naturales con que cuenta para manejar el disenso y el consenso, es señal de que los ríos subterráneos vienen turbios y contaminados. Un problema sin solución surge cuando un gobierno elegido suprime de hecho esos mecanismos para administrar el desacuerdo. Sólo le queda la imposición de un método y de una verdad, inapelables. El conflicto se agrava cuando desde el poder se arrincona a la sociedad (o a gran parte de ella) hasta que a ésta no le queda otro recurso que reunirse para hacer ruido con la enorme carga de su impotencia.
Es hora de un ruido aún mayor y más contundente. El de las urnas.

sábado, 8 de septiembre de 2012

El Ravi Shankar y su paso por Olivos

Por Ariel Torres




La Inquilina Nro. 1 de Olivos no olvidará jamás la histórica visita a Olivos, esta semana, de Sri Sri Ravi Shankar, el gurú espiritual que es seguido por cientos de millones de personas en todo el mundo. Creador de El Arte de Vivir, la señora lo consultó sobre El Arte de Seguir, y hablaron de los temas más variados, siempre en un clima de cordialidad y mutua admiración.
El líder espiritual tampoco olvidará ese diálogo. Acostumbrado a hablar ante multitudes, a que lo escuchen líderes de todo el planeta, a que su palabra provoque las conversiones más radicales, no le pasa muy seguido ir a ver a alguien y prácticamente no poder abrir la boca. La que llevó el peso de la conversación siempre fue ella, que se había preparado para que su visitante se diera cuenta que, salvo que seas Hugo Chávez, detesta los consejos venidos de afuera.
Cristina sabía que sus seguidores lo llaman cariñosamente guruji , y así lo recibió: "¡Hola, maestro guruji ! Bienvenido al Paraíso Terrenal: la Argentina K". Cuando él respondió con una ligera inclinación de cabeza y le tendió sus manos, ella, reina amable, le dijo que no hacía falta que se arrodillara (...).
Una vez hechas las presentaciones, y luego de un pequeño tour por la residencia, se sentaron en el gran living de la residencia. Ella, en un sillón de seis cuerpos, sola. Él, en el piso, con las piernas cruzadas. Antes, intercambiaron presentes. Ravi Shankar le obsequió un pequeño libro con meditaciones. La señora, la colección de 32 tomos que reúne sus discursos. Y, obviamente, la anfitriona tomó las riendas:
CFK: Leí en la entrevista con LA NACION una frase muy sugerente: "La alegría es siempre ahora, nunca es mañana". Qué quiso decir, exactamente?
SRI: Es una invitación a disfrutar el presente sin...
CFK: Claro, sin estar atado a lo que no sabemos si vendrá. Con todo respeto, voy a discrepar. Yo disfruto ahora, pero también disfruto el mañana y el pasado mañana, porque voy a seguir siendo la Presidenta. Disfruto con el poder que tengo ahora y más con el que voy a tener en el futuro.
SRI: Hay que disfrutar otras cosas. Por ejemplo...
CFK: Sí, sí, claro, por supuesto, otras cosas: yo disfruto cuando mando y cuando me obedecen. Me encanta dar órdenes. Someter. Que me tengan miedo. Que me aplaudan. Que me aplaudan por miedo a lo que les puede pasar si no me aplauden. Como verá, no hablo de cosas materiales, sino del espíritu: tiene que ver con la satisfacción plena del alma. De mi alma. Ah, maestro, qué bien la estoy pasando con usted! Es impresionante: se ve que tiene un carisma especial que hace elevar los espíritus.
El Ravi la oía en silencio, reconcentrado, y le devolvía una sonrisa tierna y una mirada profunda. ¿O acaso su pensamiento se había fugado al más allá? En el más acá, la señora seguía con su unipersonal. Le dio una extraordinaria lección de historia argentina, le habló de El, de Ella, del mundo, de Máximo ("Me gustaría que lo conociera! Se entenderían enseguida porque él, como usted, es un hombre de meditación más que de acción"), del milagro que le había regalado la Providencia con el falso positivo de la tiroides...
Sri Sri la vio volver una y otra vez al pasado, algo que él no recomienda. Siempre dice que la vida debe ser como los autos, que tienen un parabrisas grande para mirar al frente y un pequeño espejo retrovisor para mirar hacia atrás. Quiso decírselo, pero no pudo. Ella seguía hablando.
-Dígame qué me puede enseñar sobre El Arte de Seguir? Porque yo voy por todo, pero cómo cuesta. Usted estuvo ayer meditando con presos y a todos les pareció bárbaro. Nosotros sacamos a los presos a meditar en actos partidarios y nos hicieron un escándalo. No termino de entender a los argentinos. Cerramos las importaciones, prohibimos comprar dólares, no los dejamos viajar afuera, los ahogamos con la inflación y la inseguridad, los hacemos viajar como animales en trenes que descarrilan y chocan, y nada. No pasa nada. Pero la otra noche no pudieron ver televisión porque hablé por cadena y se pusieron como locos: salieron a las calles a golpear las cacerolas. Se enojan más por no poder ver una telenovela que por los desastres que hace mi vicepresidente.
Llegado ese punto, el ilustre visitante había descruzado las piernas y empezaba a incorporarse. Cristina no entendió que se estaba yendo, sino que lo hacía para oírla mejor. Entonces subió el tono de voz. "Ravi, guruji , amigo mío: estamos yendo a las escuelas a adoctrinar a los alumnos para que después nos voten. Hacemos como en sus reuniones. Un gurú de La Cámpora habla y los chicos escuchan en silencio. Usted mañana va a unirse a una gran cadena universal de oración? Yo hago lo mismo: hablo en cadena para todos. Usted es famoso por facilitar el diálogo entre personas de distintas ideologías? Yo soy famosa por evitar el diálogo con personas que no comparten mi ideología. Se da cuenta? Somos dos almas gemelas. Por eso nos entendimos tan bien. Por favor, vuelva: siempre será bienvenido.
Por supuesto ya estaba pensando en mandarlo a espiar con la AFIP. "A éste lo trajo Macri, no? Que aprenda...", diría después a solas, en voz alta.
El Sri Sri Ravi Shankar, sabio y humilde, la despidió y se fue junto a su pequeña comitiva, las manos entrelazadas sobre la túnica blanca. Musitó algo mientras se marchaba, pero en su lengua. Qué lástima no poder traducirlo.
Un fino hilo de transpiración corría por su frente...

viernes, 7 de septiembre de 2012

Lo bueno, lo malo y lo feo...

Por Ariel Torres




A la luz de los últimos acontecimientos, tres son las incertezas que complican el debate sobre la pobreza en Argentina.
Vayamos a la primera: la pobreza se mide en base a una canasta básica de consumo que, según aseguró la directora del INDEC hace unos días, "no tiene ningún valor para saber como vive el pueblo" -lo que sugiere que hay muchos más pobres que los pobres del INDEC-, o que los pobres del INDEC son cada vez más pobres. Este déficit de información, sin embargo, es subsanable: existen buenas aproximaciones privadas de la canasta básica.
Dicho lo anterior, desembocamos en la segunda duda que, menos idiosincrática y más compleja, también se relaciona con la falta de datos. En este punto, para no perderse en cuestiones semánticas, conviene ir por partes.
Cuáles son los datos conque contamos? Tenemos buena información del ingreso que los hogares perciben del trabajo, de los beneficios previsionales (pensiones y jubilaciones) y de la asistencia social (seguro de desempleo, asignaciones). En nuestro país, la fuente es la Encuesta Permanente de Hogares (a diferencia de países como Brasil o México, nuestro censo no incluye preguntas sobre ingreso).
Si tenemos en cuenta que es éste el ingreso del que hablamos cuando hablamos de pobreza y equidad, se entienden algunos patrones familiares. Por ejemplo, la alta correlación con el empleo (el desempleado, sin ingreso laboral, es a los fines estadísticos un pobre, sobre todo cuando las redes de protección social tienen alcance limitado) o el efecto benéfico de transferencias como la Asignación Universal por Hijo (en algunos hogares, el principal ingreso) o las mejoras, más graduales, asociadas a la recuperación del salario real. De ahí, el deterioro brusco de la pobreza y la equidad en las crisis, su pronta recuperación en las poscrisis y su amesetamiento posterior.
Los demás ingredientes que son parte esencial del ingreso efectivo (es decir, del consumo y la calidad de vida) de las familias y su distribución, sólo se explican con aproximaciones imprecisas. Algo sobre la distribución de las transferencias públicas "en especie" (bienes públicos o subsidiados como educación, salud, seguridad, transporte, servicios básicos, que son parte de lo que los economistas llaman distribución secundaria del ingreso) y casi nada sobre las rentas financieras, siempre difíciles de estimar y en muchos casos no declaradas.
Como un oximoron implacable, el problema fundamental para hablar de pobreza quizás sea el menos visible: no tenemos datos de riqueza.
TODO LO QUE LLAMAMOS INGRESO NO ES NECESARIAMENTE RIQUEZA
Arranquemos por el final: una mejora en la distribución del ingreso (por ejemplo, por recuperación del empleo o mejora del salario) puede derivar fácilmente en un deterioro de la distribución de la riqueza. Por ejemplo, si los trabajadores consumen todo su ingreso en bienes y servicios, la mayor parte del incremento del ingreso terminará en la mano de los proveedores de esos bienes y servicios: sus empleadores.
De la misma manera sucede si los instrumentos de ahorro con los que cuenta el trabajador pierden valor a manos de la inflación. Por ejemplo, una política de tasas de interés bajas contribuye al ahorro del deudor (es decir, de los sujetos con acceso al financiamiento: clase media alta, empresas, gobierno) a expensas del ahorro del ahorrista (es decir, del depositante, o del consumidor que guarda su salario en una cuenta sueldo a tasa cero). Así, al final del día, un incremento del ingreso relativo de los que menos tienen puede traducirse en un incremento de la riqueza relativa de los que más tienen.
Escondida en esta aparente contradicción hay una distinción trivial: el empleo y el subsidio, al aumentar el ingreso corriente, reducen la pobreza de hoy pero no la de mañana; para reducir la pobreza de manera permanente (para salir de la pobreza) se necesita un empleo o subsidio permanente o, si aceptamos que ninguna de las dos opciones es deseable o viable, un ahorro.
Tomando como base el largo plazo, la riqueza (es decir, el valor de los ahorros acumulados) sería algo así como el negativo de la pobreza. Y qué podemos decir de la distribución de la riqueza? Hasta tanto se incluyan preguntas específicas en los censos y encuestas, la información es paupérrima.
Sin ahondar demasiado sabemos que, en las crisis, el gran ahorrista (por estar más alerta o por ser alertado con anticipación) huye antes que el pequeño (que muchas veces no sale). Si a esto le sumamos la concentración del ahorro financiero en los hogares más ricos y los costos de invertir en el exterior, podríamos inferir que la mayor parte de los ahorros argentinos dolarizados en el exterior está en manos de la población de mayores ingresos. En ese caso, si bien el efecto de una devaluación postcrisis sobre la distribución del ingreso suele ser progresivo (por su efecto benigno sobre el empleo), su impacto sobre la distribución de la riqueza sería regresivo.
LA RIQUEZA Y LA VIVIENDA
A mi modo de ver, el mejor ejemplo de esta inequidad de hoja de balance -el único para el que tenemos algunos datos- es más cercano en el tiempo. Con los recaudos que exige toda generalización, podría decirse que las familias ahorran fundamentalmente en ladrillos. Hay otros ahorros, claro: en impuestos y aportes para financiar el sistema de servicios públicos y protección social en países europeos o en Canadá; en seguros de retiro países con estados más reticentes como EE.UU. o Inglaterra. Pero, en ambos casos, la hoja de balance familiar presentará en general deuda hipotecaria del lado del pasivo y metros cuadrados del lado del activo.
Esta singularidad no es prerrogativa de las clases medias del mundo desarrollado; también se aplica a hogares humildes en países en desarrollo con mercados hipotecarios menos inclusivos. Así, en barrios carenciados de América Latina puede verse el ahorro de hormiga de ladrillos apilados, o el trabajo de fin de semana para levantar una nueva habitación o un nuevo baño.
Está clarísimo que, en ese esquema, la falta de protección contra la inflación -o el abuso a veces deliberado del impuesto inflacionario- inhibe ambos tipos de ahorro.
Porqué es tan claro? Porque del lado de las hipotecas, el efecto es simple: las encarece. El tradicional sistema francés de cuota fija exige cobrar en las primeras cuotas lo que la inflación licuará en las últimas; por eso, la primera cuota es hoy tan alta que pocos califican. Y la solución natural a este dilema, la indexación a la inflación, requiere de un índice libre de manipulación que hoy se ve lejano.
Si observamos las consecuencias directas, éstas se ven en los datos: según el censo, el porcentaje de familias que alquilaban su vivienda, que había bajado en los 90, subió de 11% en 2001 a 16% en 2010. El deterioro no se debió a la crisis: la EPH muestra que la tasa de inquilinización tuvo un sendero ascendente en los últimos años -previsiblemente, más empinado para las familias jóvenes de sectores medios que tuvieron y perdieron el acceso al crédito.
Y adónde fueron estos ahorros? Para responder esto basta mirar cómo en las carteras de los bancos el stock de hipotecas va siendo gradualmente reemplazado por préstamos personales y tarjetas. Lentamente, la familia argentina pasó de ahorrar en ladrillos a "ahorrar" en autos y LCD -o simplemente a no ahorrar-, consumiendo sus excedentes. Esto no implica que el país como un todo no haya ahorrado; por el contrario, el consumo de unos es el ahorro de otros, como lo atestigua la sólida rentabilidad de las empresas que alimentan ese consumo -o el desendeudamiento del gobierno, beneficiado por las tasas bajas y la licuación inflacionaria.
Lo que el paradigma de la inquilinización de la familia argentina nos dice es que la redistribución progresiva del ingreso medido por la EPH probablemente haya convivido con una redistribución regresiva de la riqueza. En términos más simples, que el aumento de ingreso fue en muchos casos pan para hoy; que la recuperación del empleo redujo la pobreza pero no necesariamente sacó a las familias de la pobreza.
Por fin y por último, un modelo inflacionario de tasas bajas que incentiva el consumo a expensas del ahorro genera una inequidad de hoja de balance, menos visible pero más duradera, que invierte la premisa, heredada de la inmigración, del ahorro como instrumento de movilidad social. Y que nos convierte en una sociedad cada vez más dependiente del humor y la especulación.
Y nos obliga a votar con el bolsillo.





La trampa de los miedos

Por Ariel Torres




Todos estamos expuestos a ser blanco de los miedos, cualquiera que fuera su forma. En ocasiones esos miedos están aletargados dentro de nuestros propios pensamientos, de nuestra propia alma. Forman parte de aquellos que hemos aprendido en la vida por las malas, y no queremos que se repita.

Los que tenemos más de 40 sabemos perfectamente lo que no queremos que suceda con nuestra libertad y nuestro derecho a elegir lo que queremos para nuestra vida, y la de los nuestros.

Qué me da miedo hoy? Se los resumo en una frase:

- "Sólo hay que temerle a Dios... y un poquito a mi."

La autora de tan demagógica y autocrática frase es la Inquilina Nro. 1 de Olivos. Nuestra presidenta. Que lejos de ser una estadista, hoy en día sólo es la jefa del poder ejecutivo, que está allí por el voto popular. Un voto al que no le hace honor, con su actitud.

A mi modo de ver, una fórmula exitosa para oponerse al miedo, se basa en dedicarle tiempo a nuestro propio placer, pero eso no es tarea fácil por sí misma. Imagino que con nuestros derechos cada vez más pisoteados y dirigidos, esa tarea será mucho más difícil.

Me vigilan si compro más de $ 1.000 en el supermercado. Me vigilan si compro U$S. Me vigilan si viajo al exterior. Me vigilan cuando pago las cuotas del colegio privado de mis hijos. Me vigilan la tarjeta de crédito. Me vigilan. Me vigilan. Me vigilan.

Hace muchos años aprendí que las mejores armas de la Dictadura eran el terror y las noticias falsas.

Tengo miedo.

Say no more...

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Los muros dividen, nunca suman.

Por Ariel Torres


El último 28 de agosto, en la ciudad de Quilmes, en el GBA, se "inauguró" un nuevo muro en el país del siempre jamás de la Inquilina Nro. 1 de Olivos. Disculpen el eufemismo, pero ya que la cadena emocional se usa casi siempre para dar "buenas noticias", que el pueblo inaugure algo no deja de ser bueno... 

Si se dan una vuelta, la imagen del muro y el paisaje fabril que se recorta contra el cielo despejado podría estar en las afueras de Lima, Turín o Belfast. Sin embargo, la imagen ofrece una anomalía que la vuelve cercana: sí, se trata de esa calle que parece interrumpida o súbitamente cercenada, como si hubiera dejado de unir de pronto lo que ahora quedó de uno y otro lado. Bienvenidos a Quilmes, provincia de Buenos Aires, donde la sensación de inseguridad se materializó, por obra y gracia de industriosos vecinos, en algo tan concreto como un muro de cemento. 

Se reunieron, vaquita mediante, e invirtieron en ladrillos, a 500 mangos por cabeza. El número no es caprichoso, fue el resultado de un simple cálculo: era más barato levantar el muro que seguir a merced de los ladrones que, botín en mano, escapaban por las vías del ferrocarril Roca hacia la cervecera Quilmes y -dice la crónica- la villa cercana. Los ladrones ya no pueden salir. Tampoco entrar. Tal vez por eso el lugar tiene un aspecto desolado. 

Dónde estarán ahora los vecinos de la calle Matienzo? Adentro o afuera? Ese es el problema con los muros. Tras levantarlos, uno no sabe de qué lado quedó. Para evitar este inconveniente, el Gobierno lanzó la idea de desalambrar los barrios privados. Reunidos en la plaza en dulce montón, ricos y pobres forjarán así la "cultura nacional", según soñó un ministro iluminado. Deberían haber empezado por apaciguar las calles, recomendarían en el conurbano sur. Pero, paradojas del poder, la Casa Rosada está más ocupada en promover la división mediante la épica del combate perpetuo, que además, como se sabe, multiplica los muros. 

Los vecinos de la calle Matienzo llevan ventaja: su muro adoptó forma material. Por ahora, y salvo que su ejemplo se replique a lo largo y ancho del país llevando a las nubes el índice de la construcción, los demás deberemos perseverar en el riesgoso ejercicio de convivir en medio de muros menos visibles pero igual de duros y resistentes que, como los otros, también imponen una lógica simple. 

De un lado, nosotros. Del otro, ellos.

Un día de esos...

Aqui estoy... siempre con el optimismo a flor de piel, aunque el alma se estruje un poco a veces. Dicen que la música aplaca a las fieras, y este tigre está triste, y solo. Quizás esta canción exprese más de lo que puedo decir:




Podría haberla escrito yo, y cantarla desde el alma.

Hace poco perdí a mi viejo, después de una corta pero penosa agonía. En ese tiempo me conecté con él lo más que pude, o al menos eso quiero creer. Cuando bajó a la tierra, sentí que bajé con él, y pude ver las líneas de las distintas capas de tiempo conforme bajaba... y no me gustó lo que ví. Años y años de hacer siempre lo que quería, sin detenerme en si estaba correcto o no, con la sensación de que mi vida acabaría pronto, y que el regalo de la existencia sólo se justifica si uno lo vive a pleno. 

Pero en estos dos meses todo se me vino encima. Siento que estoy donde no quiero estar, atado de pies y manos por las circunstancias, tratando de hacer lo que la mayoría hace: permanecer.

No quiero más esto. Tengo mucho trabajo que hacer, mucha muralla que destruir. Lo que pasa es que sido tan concienzudo en su construcción, que no sé por donde empezar. Mi cielo a veces se me cae encima. Mis ríos se desbordan por mis ojos. Mi sol se cubre de nubes. Pero mi espíritu jamás se quebró.

Vos me conociste bien, sé que mejor incluso de lo que expresás.

Y si me confundí con vos, o quise confundirte, debés perdonarme. Porque una vez me prometiste que nunca me abandonarías...

Y yo te creí.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Nuestro propio Guasón

Por Ariel Torres




Estoy pensando con que epíteto describir el encubrimiento que se produce a la vista de todos, en el Congreso de la Nación, y no lo encuentro. Y eso que me jacto de tener un vocabulario bastante extenso, del que me enorgullezco. Encubrir a la vista es un oxímoron, una paradoja para la cual no existe un término que la sintetice. El lenguaje se agota frente a las peculiaridades de la Argentina, sitio en el que produce, mes a mes, una ampliación del concepto de lo posible.
Curiosa y tristemente, el primer dato de esta ampliación es que, en un debate parlamentario, y no entre gallos y medianoche, el Estado argentino expropió una empresa cuyos dueños no se conocen. A ninguno de los legisladores que votaron a favor se le ocurre averiguarlo, ni le interesa. El segundo es que no se sabe qué es lo que se está expropiando, si acciones o bienes. El tercero es que el Estado argentino expropió una compañía de maquinarias obsoletas, en la que los billetes se producen en condiciones cuasi artesanales, como recordó Manuel Garrido. Y cuarto, que esto se logró no sólo con el voto del oficialismo, principal interesado en eliminar este problema de la agenda pública, sino con el auxilio de parte de la oposición.
Como ya lo dijo alguien por ahí, las palabras pueden significar cosas opuestas, porque lo único que importa es quién es el que manda. A propósito, si no fuera porque al pellizcarnos comprobamos que estamos despiertos, bien podría todo esto ser parte de una fábula de Lewis Carroll, un hueco en la realidad por el que hemos caído colectivamente. Comenzando con la inefable sonrisa, que estaba presente, sentada en la rama más alta del Senado, al igual que el gato de Cheshire. Se trata de un paralelismo que se podría profundizar, ya que en algún momento debe de haberse desatado una discusión, en la que tiene que haber participado la Reina de Corazones, acerca de si algo que no tiene cuerpo puede o no ser decapitado. Legítima duda que habrá asaltado a quienes protegieron a quien es percibido como un cadáver político. Ante lo cual no podemos menos que recordar la sonrisa del Guasón, que si bien parece, no es sino más que una mueca obligada, pintada sobre el cinismo. Una sonrisa casi sin vicepresidente.
Una mueca hecha sonrisa, que permanece durante un tiempo después de que el resto ha desaparecido. Esto es lo que ocurre con la sonrisa de la impunidad en nuestro país: permanece, encarnada en sucesivos actores, cuyos nombres se van desvaneciendo, desde hace décadas. Es la sonrisa del que sabe que nada puede ocurrirle, aunque se dedique al pillaje, como tampoco ocurrió nada con aquel que en su momento robaba para la corona, entre cientos de otros. Son las siete vidas de la impunidad. Esta expropiación es un capítulo adicional en la fábula de un país injusto e impune, que mantiene a su democracia detenida en la infancia. Surrealista, arbitraria y sin reglas de juego, como la del Guasón.
Sonrisa que además, está teñida de caos, tan necesario para derramar anarquía disfrazada de populismo.