sábado, 30 de junio de 2012

Fantasías de bloggero comprometido


Por Ariel Torres


Como todo hombre que a veces escribe, a veces me asalta el mundo de la fantasía, y me lleva a lugares que me gustaría visitar, o conquistar... o simplemente sobrevolar. En ese contexto, me imagino a la señora viuda leyendo mis cosas, e interesándose en ellas. De pronto la imagino diciéndole a alguno de sus lacayos:
"Oíme, oíme, oíme, fulano, andá y decile a ese tal Ariel Torres que quiero una carilla con su impresión sobre lo que pasó esta semana. Y la quiero para hoy."
No sé si fue Anibal, Florencio, Zannini, la Muda o quién de los alcahuetes me bajó la línea, sin más ni más. Me molesta particularmente que me traten como súbdito, pero puse manos a la obra. Fue ayer la ocurrencia. Me imaginé redactándola y enviándola como pidió Juana (la loca). Como no tuve ninguna respuesta -incluso sospecho que mi reporte nunca llegó a Olivos, quizá porque era de más de una carilla y la señora no tiene paciencia para leer sin improvisar-, me permito compartirlo ustedes, mi amigos, lectores, seguidores y críticos, en una versión más coloquial. Pido disculpas por el tono, que algunos juzgarán de excesivamente optimista. Todos lo sabemos: a ella conviene llevarle siempre buenas noticias.
Arranquemos . Las operaciones dirigidas contra el paro y la protesta me parecieron quirúrgicas, de tan brillantes. Contraponerle al acto de los camioneros en la Plaza de Mayo un acto con chanchos en San Luis es de un simbolismo extraordinario (cuac). Además, a la dureza del discurso de Moyano ella le opuso la calidez con la que habló de los cerditos. "Me da cosita -dijo, tontamente- el poco futuro que tienen. Son muy chiquitos, muy tiernos, muy lindos." Y agregó, justiciera, que "la carne de cerdo tiene mala prensa", verdad histórica que demuestra que la vocación desintegradora de los medios hegemónicos no se limita al reino de los hombres.(re cuac)
Un reflejo excelente estirar su discurso porcino para provocarle una demora de 15 minutos a Moyano. Sólo una verdadera estadista repara en la importancia estratégica de ese retraso. El país puede dormir tranquilo: quien lleva las riendas es una persona a la que la altura de su grandeza no le impide bajar a los pequeños detalles.(súper cuac)
Sigamos . Una medida de enorme sabiduría fue dejar al acto sin seguridad. En plena ola delictiva, lo único que faltaba es que desprotegiéramos barrios enteros para ocuparnos de ese gentío bajado de los camiones, no?. Hay que entender las razones: no hubo policías porque la señora quiso ponerlos a salvo de la muchedumbre sindical pero no popular(...). Seamos sinceros: ante la posibilidad de elegir, todos elegimos a un policía y no a un camionero de Moyano. Finalmente, cuál era el riesgo? Que atacaran a otras personas? A joderse: nunca hay que estar cerca de un acto opositor. Que atacaran a los comercios? Con el cierre de importaciones, a nadie le resultan muy tentadoras esas vidrieras llenas de baratijas nacionales. Que se pelearan entre ellos? Sencillamente hubiera estado genial, así nos ahorraban el trabajo.
Lo único que falló de nuestro plan es que no conseguimos reclutar militantes de La Cámpora para infiltrarlos en la marcha. Fuimos a tocar el timbre a las torres de Puerto Madero y no hubo caso. Dijeron que ni locos se iban a mezclar con ese aluvión peronista.(híper cuac)
Continuando . CFK dijo que el acto fue "flaco, desnutrido", una definición que no pudo ser más precisa. La verdad es que 50.000 personas son una bocha de gente, pero ella no hablaba de eso, sino de que no fueron las clases medias o acomodadas, que es lo que le preocupaba. No quería ver gente de Barrio Norte, de Recoleta, donde vivía con Néstor en Buenos Aires antes de llegar a la Casa Rosada. No hubiese soportado la traición de sus viejos vecinos. Con los camioneros no se hace problema: ni los cuenta ni los toma en cuenta.
En otro momento también habló de un acto "agresivo", otro acierto. Esta semana ella despotricó contra Moyano, contra Scioli, contra los otros gobernadores, contra Los Dragones, contra Paraguay,  y contra todo el que se le puso en el camino. Pero sabemos que su reino no es de este mundo y que es la única persona autorizada a llevar cargada la recámara de su micrófono. Moyano tuvo la osadía de juntar pueblo en la Plaza de Mayo y tirárselo encima. La réplica de la Presidenta está muy bien pensada. Al pobre Hugo lo espera el pelotón de fusilamiento: caerán sobre él discursos, jueces, servicios de inteligencia, recortes de fondos, cooptación de aliados, fuego continuado de las cadenas de medios afines, y todo lo que alguna vez Nixon describió antes de renunciar: "si lo hace el presidente, nada es ilegal".
Insistiendo . Me saco el sombrero ante la genialidad de castigar a Scioli con el recorte de fondos para el pago de sueldos y aguinaldos. Está plenamente justificado hacer sufrir a 550.000 empleados públicos bonaerenses y a sus familias si eso sirve para que a Scioli se le vayan las ganas de jugar al fútbol con los Moyano. Lo que entendés, Daniel, es que se trata de Fútbol para Todos... no para cualquiera.
Por fin y por último . Imposible terminar sin tensar la cuerda de la equiparación que está haciendo la señora, acerca de lo que pasó en Paraguay comparando con los "golpistas argentinos". No es una sobreactuación. Franco, con ese nombre, seguro que es tan facho como Moyano, y Lugo es un ex obispo -con algunos hijos más- que predica tan bien como Cristina. Son analogías para tener en cuenta. Hay más, hay más. Lugo tiene un gabinete en las sombras. Cristina también. Franco nos amenaza con no mandarnos energía. Moyano, con no mandarnos los camiones de combustibles. Lugo es un ser muy especial, que sonríe todo el tiempo. Cristina no es menos especial y hace tiempo también se sonreía. Lugo gobernaba en la más absoluta soledad. Lo mismo que ella. A Lugo le caen hijos del cielo. A Cristina, del Tango 01. Lugo quiere volver a ser presidente. Cristina también.
El  informe dirigido a la Viuda Nro 1 terminaba con unas líneas personales en el mismo tono elogioso que le prodigo siempre. Le decía que hace muy bien en gobernar sin importarle un comino ni la gente, ni las encuestas. Total, por ahora, las únicas que la están tratando mal a ella son las encuestas...

martes, 26 de junio de 2012

Importantes datos del salario argentino

Buenos datos de Apuntes Para el Cambio, que miden la distribución funcional del ingreso en la Argentina. El gráfico nos muestra que en la peor época del ajuste (2001) los trabajadores se llevaban a su casa una porción de la torta más grande que la que se llevan ahora, tras diez años del Modelo:




¿Sorprende? No. En los últimos diez años, sólo los trabajadores formales aumentaron sus salarios de manera significativa. Los informales más o menos se mantuvieron, y los trabajadores del sector público perdieron bastante. En promedio, los salarios reales son apenas 4,4% superiores a los de 2001:





(los datos de salarios son del INDEC; los de precios son de la fuente más confiable para la inflación en la Argentina, el blog Cosas que Pasan).
¿Es posible que el kirchnerismo haya sido tan popular con ganancias de salarios no tan importantes? Sí. En primer lugar, porque hubo mejoras distributivas no asociadas a mayores salarios: aumento en el nivel de empleo y transferencias como la Asignación por Hijo. En segundo lugar, cuidado que en 2009 sacaron 30% de los votos. No sé si la gente vota comparando con tantos años atrás; vota, más bien, por cómo están las cosas en el momento. En 2005, 2007 y 2011, claramente mejorando, entonces a favor. En 2009 empeorando, entonces en contra. Hipótesis para tener en cuenta.

lunes, 25 de junio de 2012

La conveniencia de escuchar a Moreno.


Por Ariel Torres
A esta altura de las cosas, y por obra y gracia del tradicional y confeso morbo argentino, siento una malsana curiosidad por las andanzas de Guillermo Moreno. A veces me parece incluso un personaje tragicómico surgido de las novelas de Soriano, una parodia de la política pajuerana que vive en un micromundo donde juega absurdamente a ser emperador de las cuentas públicas... y fracasa, claro.
 El argumento de esa narración trataría sobre un hombre pequeño, honesto, autoritario y proclive al fanatismo que, a la manera del Don Quijote con las historias de caballería, un día se vuelve loco leyendo informes de la Cepal, cree que puede manejar la macroeconomía de un país subdesarrollado, convence de eso a los monarcas y realiza una serie de graciosos estropicios. Lo interesante de la trama literaria estaría en el grado de genuflexión que conseguiría entre los empresarios nacionales y extranjeros. Que aguantarían sus amenazas, festejarían sus diatribas y sus chistes violentos, y luego le mendigarían un mendrugo.
Libérenme de sentir algo de piedad por esos hombres de negocios. Como decía el General devenido en doctor, Manuel Belgrano: "El comerciante -1809- no conoce más patria, ni más rey, ni más religión que su interés propio. Cuando trabaja, sea bajo el aspecto que lo presente, no tiene otro objeto, ni otra mira que aquel interés." Quiero decir con esto que las humillaciones que Moreno dedica a los empresarios y ejecutivos me caen mal, pero la actitud de las víctimas me parece -como mínimo- aberrante.
Tengo que reconocer que el amigo Moreno se gana definitivamente mi atención cuando habla. Y cuando dice lo que nadie se atreve en el mundo kirchnerista. Un ejemplo de esta inefable prosa oral fue aquella descripción de los cuatro grupos diferenciados que operan dentro del Gobierno: "El primero somos nosotros, los nacionalistas que llevamos el proyecto a fondo -se le oyó decir-. En segundo lugar están los desarrollistas, como De Vido o Marcó del Pont, con los que coincidimos, pero que son timoratos y se quedan en formalismos. El tercer grupo es el de los desfachatados, como Boudou, que hacen lo mismo que en los 90: acercarse al peronismo por los cargos y los negocios. Al final están los chicos de La Cámpora, que no sirven para nada".
Aplausos, señores y señoras, todos y todas. Fantástico emulsión de sinceridad sin anestesia.
Me resultó patéticamente placentero su discurso del viernes 15 de junio en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Más allá de reivindicar las bondades de dirigir un sistema económico con la cultura de un almacén, su argumentación a favor del modelo no dejó de tener consistencia. Incluso se permitió hablar finalmente de la inflación, que él adultera todos los días a través del Indec. Los militantes que lo escuchaban lo aplaudieron, sin embargo, por una descripción que me resultó de una connotación increíble, porque indica hasta qué punto cree en lo que predica: Cómo describe Moreno a la era menemista? De esta manera: en los 90 a la gente le alcanzaba únicamente para comprar comida y por eso estaba triste. Cómo describe a la Alianza? A la gente no le alcanzaba ni siquiera para comprar comida. Y finalmente, cómo es el kirchnerismo? A la gente, del salario le sobra "un mango", y entonces "va al cine, de vacaciones, cambia el zapato y está feliz".
El natural desparpajo para expresar esta última definición, pronunciada por el mismísimo guardián del modelo, despeja piel, carne y cartílago para dejar al desnudo el hueso pelado. Moreno vende muchas cosas, pero esta vez no vende buzones. El kirchnerismo, módicamente, consiste en lograr que al trabajador le sobre un peso y que lo vuelque al consumo, y que eso le traiga satisfacción. No está nada mal el objetivo, sólo que sabe a poco si uno lo compara con la grandilocuente revolución nacional y popular que resuena día y noche, la épica repetitiva que cambió la historia, las epifanías y orgasmos ideológicos que producen los intelectuales orgánicos del Estado kirchnerista. 
Pensaba en esa abismal distancia entre la realidad concreta y los delirios de grandeza esta misma semana cuando caminaba por Buenos Aires y veía cada cincuenta metros un afiche partidario que mostraba al general Belgrano en pie de igualdad con Néstor y Cristina Kirchner. Lo extraño no es que los propagandistas del poder promuevan el disparate. Lo extraño es que gente inteligente lo crea.
Cuando Moreno habla expone brutalmente lo que este gobierno es de verdad. El relato cultural queda convertido así en hojarasca patológica. Cualquier parentesco con el modelo conservador peronista de antaño, queda sometido al microscopio.


jueves, 21 de junio de 2012

Un divorcio con muchos hijos involucrados


La medida de fuerza tomada por los camioneros ingresó en una fase aguda cuyo desenlace ningún actor se animaba anoche a vaticinar. El Gobierno movilizó a la Gendarmería y sorprendió con la amenaza de hacer intervenir a las Fuerzas Armadas para garantizar el transporte. Resulta paradójico pensar que si este gobierno y el anterior no hubieran desmantelado las FFAA como lo hicieron, ahora los camiones tanques del Ejército estarían desandando el país, apagando el incendio. El gremio hizo saber que, ante cualquier episodio de represión, convocaría a una movilización a Plaza de Mayo.
Todo fue empeorando con una denuncia penal del ministro del Interior contra Hugo y Pablo Moyano, a la que el secretario general de la CGT respondió con un paro general de camioneros. La vieja leyenda urbana según la cual los peronistas no se levantan contra gobiernos peronistas encontró una desmentida. Es el modo en que empezó a materializarse un nuevo mapa de poder que hasta ahora sólo se insinuaba en la retórica.
Cristina Kirchner abandonó ayer la cumbre ambiental Río+20 para ponerse al frente de la confrontación con Hugo Moyano. Sólo una vez había ocurrido algo igual. En enero de 2010, durante la polémica por las reservas del Banco Central, suspendió un viaje a China para no dejar en el poder a Julio Cobos. Entonces la dominó la misma sospecha que ahora: se ha puesto en marcha una operación "destituyente". Ya hartan de tanto crear enemigos fantasmas, que después corporizan por obra y gracia de sus boomerangs.
En el conflicto con Moyano aparecen rasgos inconfundibles de la actual administración. El más evidente es la convivencia de una gigantesca masa de poder con una ausencia inquietante de gobierno. La Presidenta debió regresar desde Brasil porque en Buenos Aires no había nadie autorizado para decidir un castigo o una aproximación a los camioneros. En las últimas 48 horas se ensayaron por lo menos dos conversaciones con amigos de Moyano. Ninguna prosperó. Los interlocutores oficiales ignoraban el criterio de su jefa en este caso.
Anoche era difícil encontrar en el gabinete o en los sindicatos un pronóstico certero sobre el desenlace de la pelea. La primera reacción del Gobierno fue, a través del vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, sostener que "éste es un modelo exitoso, que sacó a la patria del colapso en 2003 y que ahora es perjudicado por la irracionalidad de los intempestivos". Mariotto produjo una primicia: ésa es la justificación a la que apelará el kirchnerismo si la economía sigue empeorando.
El otro reflejo fue garantizar el orden. La Presidenta se respaldó en Sergio Berni, interventor de facto del ministerio de Nilda Garré. El secretario de Seguridad es, contra lo que cabía esperar del actual gobierno, un teniente coronel en actividad. Berni informó ayer que se movilizaría a las Fuerzas Armadas para intervenir en el enfrentamiento sindical. La receta es muy incómoda para los organismos de derechos humanos que a fines del año pasado protestaron contra la criminalización de las protestas sociales de la nueva ley antilavado.
Anoche la Gendarmería fue a desbaratar el bloqueo a una planta de almacenaje de YPF en La Matanza. Pablo Moyano saturó las casillas de mensajes de otros sindicalistas avisando: "Estoy yendo a La Matanza porque nos quieren reprimir".
La virulencia de esta crisis es fácil de explicar. No es un conflicto sino un divorcio. El antiguo matrimonio con Moyano atraviesa una experiencia por la que ya pasaron los Eskenazi, los Duhalde, Daniel Scioli o el Grupo Clarín. Por esa razón es engorroso repartir responsabilidades. Buena parte del poder de bloqueo con que hoy cuenta Moyano le fue otorgada por el Gobierno. Cristina Kirchner debió reponer el principio de autoridad. Ayer a su lado se especulaba con la suspensión de la personería y hasta con la intervención del gremio. Hubo consultas con el juez Claudio Bonadio, que lleva la causa por enriquecimiento ilícito de Moyano y de su esposa. Pero es difícil que Bonadio se involucre en esta guerra. En la otra trinchera, el líder de los camioneros repetía que está dispuesto a ir preso. Su plan es secuencial. Comenzó con el paro de los transportadores de caudales, siguió con el de combustibles y se podría extender a los camiones de cargas y recolectores de residuos.
Hay otro factor que alimenta la violencia: el principal interlocutor oficial de Moyano, Julio De Vido, es hoy un alma en pena. Entre las áreas que le arrebataron está la de Transportes, donde arraigan los intereses de los camioneros. La Presidenta, despiadada, obligó ayer al ministro a transformarse en el verdugo mediático de Moyano. Otro socio al que De Vido debe apuñalar para demostrar lealtad con los que le pagan el sueldo. Carlos Zannini, un maestro de la intriga, festeja.
Quienes enfrentan al camionero en la CGT, en cambio, esperan sacar ventaja de esta tempestad. El viernes pasado pidieron a Carlos Tomada que anule el llamado del 12 de julio a elecciones sindicales, dejando a Moyano en situación irregular. La central reconocida por el Gobierno pasaría a estar conducida por el secretario adjunto de la UOM, Juan Belén.
Desde el punto de vista simbólico y político, el Gobierno no puede quedar más desaliñado. Para enfrentar los reclamos distributivos de Moyano recurre al sindicalismo apoltronado y acuerdista de Armando Cavalieri y Carlos West Ocampo, y a la oposición irreverente de Luis Barrionuevo. Un nuevo desafío para las destrezas retóricas del grupo Carta Abierta.
Hay otra señal de que esta querella es un producto típico de la Casa Rosada: la lógica conspirativa con la que la Presidenta la interpreta. El Moyano que desabastece estaciones de servicio y cajeros automáticos es el mismo que jugó al fútbol con Daniel Scioli hace dos domingos. Mariotto se encargó de denunciarlo. La visita del camionero a La Ñata corroboró para el Gobierno que la sindical es una batalla de la guerra sucesoria. Sobre todo desde que Scioli confesó su ensoñación presidencial. A Moyano no le preocupa dotar de verosimilitud a esa pesadilla. El problema es para Scioli. Ahora en Olivos esperan que, desde la residencia de su amigo Stefano Todini, en Costa Esmeralda, emita algún mensaje de censura hacia su aliado camionero.
EL RELATO DE UN COMPLOT
Hay otro indicio que para Cristina Kirchner demuestra la evidencia de un complot y es la generosa hospitalidad del canal TN, del Grupo Clarín, para con Moyano. Un detalle la enfurece: la primera vez que Néstor Kirchner tuvo entre las manos la frase "Clarín miente" fue cuando le arrebató un cartelito al jefe de la CGT en la tribuna de un acto contra el campo. Para Kirchner fue una victoria secreta. Cuando se enteró de que sería Presidente, había confesado ante un grupo de íntimos: "Sólo temo a dos personas, Magnetto y Moyano".
La telaraña de maquinaciones impide a la Presidenta ver lo obvio: la protesta de Moyano expresa un malestar que excede a los choferes de camiones. En el Ministerio de Trabajo hay 130 paritarias sin homologar. El secretario de la CGT incluyó en los motivos de su huelga la reducción del mínimo no imponible y el aumento de las asignaciones familiares. No son banderas inocentes: todo el gremialismo está detrás de ellas. Además, numerosos empresarios confían en que se desaten conflictos sindicales para que el Gobierno atienda sus reclamos económicos. Basta observar el sector de la energía y el de la salud.
Lo más sorprendente: hay franjas de clase media alta que sólo admiraban en la Presidenta la capacidad para rigorear a Moyano que ahora se ilusionan con él. "En vez de aplicar la ley de abastecimiento contra los camioneros, que se la apliquen al Gobierno, que dejó a los ahorristas sin dólares", se escuchó decir ayer a un oyente de radio. Moyano disfruta de la metamorfosis. De la mano del ex árbitro Guillermo Marconi recorre locales de Barrio Norte dando conferencias. "Para los caceroleros es la gran esperanza negra", bromean a su lado, con esa incorrección política que prosperó siempre en el ambiente sindical.

sábado, 16 de junio de 2012

Razón de ser Padre


Por Ariel Torres

Resulta difícil entender este fin de semana para mi. Mañana es el día del Padre, como todos los años desde hace 47, para mi. Para el mundo de la carne, hoy soy tan sólo padre, porque he dejado de ser hijo. De todas maneras, estoy tratando de definir como es la cosa, desde el mundo del amor.
A pesar de todo, en estos días, además de sentirme padre como cualquier otro día, también me siento hijo, muy hijo. Será porque a pesar de tener ya algunos años, mi vida actual está inundada de los que siento por mis hijos, a lo que quiero como no sabía que se podía querer. Pero fundamentalmente me siento hijo porque ya no tengo padre, porque Alberto murió el 2 de junio pasado, sí, hace ya-recién dos semanitas. Sin embargo, nunca sentí esa necesidad de idolatría de los predecesores que tanto abunda, el culto a los padres y a los abuelos, porque la siento inadecuada, limitante para la libre manifestación de los sentimientos verticales.
No comulgo con el principio del amor como respeto, idolatría o exageración de virtudes, me parece fatuo el amor que necesita idealizar. Siento que la cosa es al revés, que el amor tiene que ver con la realidad, y que uno quiere cuando ve al otro como es, cuando lo siente dotado de esa imperfecta manera de ser que todos tenemos de alguna manera particular, y lo quiere igual.
Eso sí: entre padres e hijos siempre se trata de amor. No se trata de ejemplo ni de respeto ni de buenas intenciones. Es un asunto de calidez, cariño, presencia y disfrute de experiencias compartidas. De cercanía real, no inventada. Tiempo, tiempo del bueno, tiempo pasado en común y elaborado como sentido para nuevas experiencias. Y un amor fuerte, que sepa abrirse paso en el mundo cotidiano, con el sufrimiento corriendo por otro camino. Entre padres e hijos, como entre hombres y mujeres, el sufrimiento no es prueba de amor. Es prueba de sufrimiento. Y no tiene ningún mérito, además.
Cuando miro a mis hijos, y me registro en ellos, no puedo creer que llegué a ser el conductor de tanta vida. No digo conductor como líder, que lo soy como me sale; digo conductor como si estuviera hablando de un hilo eléctrico, de energía, de vida, de sensaciones. No puedo creer que tanta vida pase por mí. Que el tiempo me haya traído a este maremoto de pasión, a esta iluminación encantadora. La primera vez que tuve relaciones sexuales sentí que a partir de ese momento entendía más todo. Miraba la gente a mi alrededor y pensaba "ah, por ahí viene la mano", como si hubiera encontrado una clave. Lo mismo, tal vez más profundamente, me pasó desde que soy padre. Entiendo mejor a la humanidad, a la civilización. Cuando uno emite semejante erupción de afectos capta mejor los lazos invisibles que nos conectan. Es como haber penetrado un poco más en el sentido fundamental de la existencia.
Buscando definirlo con algunas otras palabras, es como un magnetismo generador, ese amor, es sopresa de ver tanto, de sentir tanto, de mirarlo todo de nuevo con ojos crecidos. Es encontrarse en situación de cuidador, de transmisor de mundo, tener mucho a cargo y tener miedo de no dar la talla y al mismo tiempo sentir que esa pieza faltante, ahora hallada, hace que toda la vida propia encuentre su lugar.
Tratándose de la vida, y sin necesidad de que sea exclusivo de la sangre, tener hijos es pasarse en limpio, entender por fin de qué va la cosa esta de la vida. Para qué sirve uno. Tener hijos es lo más importante que vamos a hacer en nuestra vida, y me sorprendo a mí mismo sintiéndolo cuando durante mis casi tres primeras décadas carecí completamente del deseo de ser padre. No lo entendía. No me parecía que eso de tener hijos fuera taaaaan relevante como se decía. Incluso sentía (tal vez inspirado por las dificultades de mi historia) que la familia era un formato burgués de acomodamiento, la pérdida de una crudeza de la vida, de una libertad, sin la que nada tenía sentido. Al vivirlo, finalmente, ayudado por mi mujer de entonces -las mujeres hacen que los hombres maduremos-, entendí que la familia, engendrada por el deseo y el amor de dos que se juegan a ser padres es la droga más poderosa que pueda ingerirse, el lisergismo transmutador más arriesgado e intenso. 
No he conocido despelote más apasionado y mayor experiencia de amor libre y trastornador, que la familia vista desde el sentido de padre. No creo que haya situación que haga crecer más a una persona, y poder entender a quién se meta en ella.
El cuerpo de los hijos es carne sagrada, un mundo increíble de creencias propias y divinas, incluso para aquellos que crecen y viven en un mundo sin dios. Lo cual quiere decir mundo rico en sí mismo, excitante, posible, raro, inmenso, inabarcable, sensacional, desafiante, indomable, sin protección ni garantías. Si algo se acerca en mi vida a lo que otros encuentran en sus sentimientos por dios es lo que siento por mis hijos. Creo que dios son los hijos. 
Una vez mi abuelo me dijo: "el único amor incondicional, m´hijo, es el vertical, porque uno mira para arriba y ve a su padre... y mira para abajo y ve a su hijo... todo, absolutamente todo lo demás es negociable...". Sabias palabras las del viejo. Sabias. Eternas. Incontrastables.
De la mano de ese padrenuestro heredado en el que creo firmemente, pienso también que las generaciones tienen un compromiso evolutivo. Que así como mi papá y mi mamá -lo siento, pero no se puede hablar del padre, por más que sea su día, sin hablar un poco de las madres- pudieron más conmigo de lo que sus propios padres pudieron con ellos, yo estoy pudiendo también más con los míos de lo que ellos pudieron conmigo. Ese debe ser nuestro objetivo, nuestro aporte social, nuestro granito de arena sumado a la historia.
El buen amor es el que busca y logra eso, porque amor sin logro es amor declamado pero no real. Lo dije pero lo digo de nuevo, porque lo creo esencial: no vale decir "los quiero tanto que me muero por ellos" y después irse a practicar tenis o lo que sea, cuando en realidad es el momento de estar. Amor es presencia, no impostura de emoción que no sabe abrirse camino. Amor es cuidado, detalles esmerados, atención. Amor es disfrute sensual de estar juntos y mirar el mundo en paralelo mientras nos sea posible. Amor es amar.
En contraste, los padres tenemos un mundo, y lo transmitimos, pero los hijos tienen también una cultura propia, la de su época, y nos traen la oportunidad de conectarnos con una realidad que de otro modo se nos escaparía. Los hijos aprenden de los padres, claro está, pero si la cosa funciona los padres aprenden también de los hijos. Aprendemos a mirar lo que en ellos aparece de manera intuitiva e inexplicable, por una ósmosis incomprensible entre sus sensibilidades y el rumbo del mundo. Transmisores de futuro son y, en vez de abordar su mundo con la actitud de "antes las cosas eran mejores", tenemos que ser capaces de aceptar esa evolución que todavía no toma del todo forma pero que está destinada a ir más allá de lo que conocemos y sentimos como propio. Los hijos son astronautas a nivel del mar, investigadores de sentidos que no sabemos ver con claridad y que ellos arman sin darse cuenta y sin entenderlos tampoco.
Criticar despiadadamente el mundo de los hijos y pretender tener siempre razón, es una ridiculez de la que tenemos que curarnos. Los hijos son la evolución natural, son personas en proceso de estallido, creciendo a velocidad de la luz. Personas futuras, viendo hoy un mundo que cuando hayan crecido será sólo un recuerdo. Del cual los padres seremos parte.
Finalmente, los hijos son la respuesta que los humanos podemos dar al problema de la muerte. Eso es lo que ví en los ojos de mi padre, en su lecho de muerte. Los temblores de su mano, el susurro de sus pocas palabras, su mirada implorante de paz... todo era parte del mismo mensaje. No es que la muerte vaya a aterrarnos menos, pero en algo se atenúa su angustiosa progresión cuando sentimos que en el planeta, más allá de nuestra desaparición personal, quedan esos cuerpos tan amados, que son los hijos. 
Queremos que la cosa siga aunque no estemos nosotros, porque queremos demasiado a esos nuevos que nos usaron como rampa de lanzamiento. No hay nada mejor para un padre que ser usado. No es un deshonor, es una gracia, es un destino salvador y extraordinario.
Es la razón de nuestra existencia como padres. Y como hijos.
Gracias, viejo.

sábado, 9 de junio de 2012

Cuando la doctrina y el cinismo son la misma cosa


Por Ariel Torres
Soy asiduo lector de un periodista del diario La Nación, Carlos Pagni, un hombre que está en las antípodas del pensamiento nacional y popular, y casualmente escribió antes de ayer, refiriéndose al último discurso de CFK, que ha llegado el fin del nestorismo. Mi comentario respecto a esa nota, con el mayor de los respetos, es ésta: juazzzzzzzzzzzzz!!!, chocolate por la noticia. No sólo el nestorismo ha caducado. En la increíble dinámica que le está dando su viuda a este gobierno, ya nada es lo que era; sólo el cristinismo ha quedado en pie.
Veamos si no... Al amigo De Vido, quintaesencia de la doctrina nestoriana, le sacaron la Secretaría de Transporte (esto es: le sacaron la distribución de 20.000 millones de pesos en subsidios); lo sacaron de YPF, le sacaron la relación con los empresarios y con los gremios, y en cualquier momento le sacan el auto, el chofer y el celular. Como es lógico, él está sacado. El devidismo ha muerto y no descansa en paz. En un momento, cuando amenazó con renunciar, le respondieron tajantemente: " de acá te vas preso, o muerto". Así las cosas...
El bigotón Aníbal Fernández, hasta hace una semana nuestro principal vocero en la cuestión del dólar, en ese discurso fue ridiculizado en público por la señora, que le ordenó (sic) pesificarse y lo puso en penitencia con el bonete en la cabeza, poniéndolo en serios problemas. Si un enemigo tiene Aníbal en el gabinete, ése es Randazzo, y la señora le pidió precisamente a Randazzo que lo desautorizara. Al Flaco se le fue un poco la mano y casi lo equiparó con un ladrón de estéreos. Resumiendo: Aníbal se quedó sin voz para ser vocero, sin respaldo, sin dólares y sin estéreo. Está en un rincón, en silencio, castigado y con un bonete que le cuelga. Duro golpe para la democracia y la filosofía política: ha muerto el anibalismo.
De todas maneras, si hay un zorro digno de respeto, ese es Anibal. Yo no lo enterraría aún. Si decidiera abrir la boca, y no para respirar... mamita!
Nuestra Presidenta ha decidido convertir en pesos sus tres millones de dólares (una parte ínfima de su fortuna personal, dicen). Golpe para Máximo, el súper hijo dolarizado? Craso error. Máximo, aunque no compartió la decisión de su madre, rápidamente se va a poner en contacto con alguna cueva para vender esos tres palos en el mercado paralelo. Con semejante masa de dólares volcada de un saque, la cotización del blue se va a ir al piso, y entonces Máximo volverá a comprar, haciendo una diferencia extraordinaria. ¡Qué jugador! Aun así, que la señora haya tomado la decisión de no invertir más en dólares no deja de ser una señal extraordinaria. Es todo una forma de pensar, de ahorrar y de vivir la que termina con ese histórico anuncio. Me animo a decir que si Cristina no tiene más dólares, el dolarismo ha muerto. Tiembla Estados Unidos. (cuac y re cuac!)
Ahora es el turno de los impresentables, y en el primer puesto está el amigo Claudio Cirigliano, dueño de TBA y uno de los empresarios más poderosos del país, descansando en la cárcel por estos días. Si pensamos que hasta la tragedia de Once agarraba el celular y hablaba con Cristina, con De Vido y, si había buena señal, hasta con Néstor, parece que algo está cambiando en la Justicia. Y hoy, tras las rejas, apenas si intercambia mensajitos de texto con sus nuevos amigos, los Eskenazi, Alberto Fernández, los Schoklender... qué lindo grupete ese. Tiemblan Cristóbal López, Rudy Ulloa y Lázaro Báez? Todos temblamos. Cristina va en camino de convertirse en la Gran Madrina.
La señora, en su discurso del miércoles, se enojó con el abuelo que presentó un amparo en la Justicia porque no le dejaron comprar 10 dólares para regalarles a sus dos nietos, de 5 y 7 años. Lo calificó de "amarrete". En su mente, la razón la asiste, seguramente. Y sino, vaya el ejemplo: en las últimas campañas electorales, el Gobierno ha regalado electrodomésticos, planes sociales y computadoras. Todo un contraste con ese abuelo que quería conformar a sus nietitos con unos miserables 10 dólares. Es hora de asimilar que en la Argentina K el amarretismo ha muerto. Que se entere todo el país: vamos a establecer por decreto que el regalo mínimo para un nieto será de 100 dólares. Ese será el mínimo. Para el Máximo no habrá límites... (re re cuac)
Hay muchos otros "ismos" que, como es público y notorio, han pasado a mejor vida en nuestro universo: el moyanismo, el sciolismo y, con cuánto dolor lo digo, el peronismo. Estamos en una nueva época, con una nueva cultura y nuevos actores. Es la hora del camporismo, del cicconismo, del puertomaderismo. Que muera el continuismo de los defensores del nestorismo. Que viva el oportunismo del cristinismo. No es una casualidad semántica que esta doctrina rime con cinismo. Yo prefiero hablar de realismo. Que no es lo mismo.
Esperemos los próximos discursos de la viuda. Cada cadena se convierte en un apasionante juego de intrigas y suspenso, que ríanse de Lost y 24. Quiénes serán los invitados al Edén y quiénes los desterrados. A cuántos de los que hoy aplauden a su alrededor (cada vez manos, por cierto), mañana les pondrá el bonete y los mandará al rincón junto a Aníbal. Las ideas que hoy son defendidas, mañana serán despreciadas.
No son pocas las noches en las que tengo pesadillas siniestras, dignas de una mente poblada por el horror. Sueño que, hartos de esa angustia de no saber si estamos entre los buenos o los malos, nos paramos y la enfrentamos, y que se defiende pegándonos con el micrófono, que es como pegarte con El Relato. Me despierto sobresaltado, prendo la radio, la oigo hablando desde algún lado, desde todos los lados, y digo: tranquilo, ella sigue ahí; podrá morir la verdad, pero nunca el ilusionismo.
Será verdad eso que dicen que no se puede mentirles a todos, todo el tiempo? Espero que sí... La esperanza me asiste.

martes, 5 de junio de 2012

Crónicas y apuntes sobre la muerte…


Por Ariel Torres



Dicen que la muerte es el final del camino. También dicen que ella está tan segura de vencer, que nos da toda una vida de ventaja. Frases, frases y más frases, algunas con verdadero sentido, otras con sorna, y muchas sin asidero.

Lo real y verdadero es que transitamos la vida como si nos perteneciera, como si el mundo girara a nuestro alrededor y como si no le debiéramos nuestra existencia a nadie. Un error monumental que pretendemos arreglar con nosotros mismos cuando nos toca el hombro, cuando se nos acerca, cuando sentimos su aliento… cuando perdemos a alguien cercano al alma.

Y ahí se nos llena el espíritu de preguntas, por no decir otra cosa.

Los mandatos y prerrogativas nos indican que de la muerte no se habla, que no se la trata, no se la toca, no se la nombra, y cuando pasa cerca hay que persignarse y encomendarse al altísimo, sin pensar demasiado en lo que hacemos o decimos. Creemos –erróneamente- que es algo que sólo les pasa a los enfermos o a los viejos, por una simple cuestión de que “así es como debe ser”.

Pero cuando ese molde se rompe, cuando las cosas no son así, cuando esa entidad se abre paso impiadosamente destrozando preconceptos establecidos por vaya a saber quien, nos hacemos una y mil preguntas. Quien no perdió a un amigo, un hermano, un ser querido en la plena juventud, que nunca debió haberse ido, que nos entristece más de la cuenta y nos deja pensando que si no hacemos todo ahora y ya… quizás no lo hagamos nunca. Pero vivir así sería imposible, un camino difícil de mantener, un ritmo que nos llevaría a la locura, y a la soledad.

En estos días he perdido a mi padre, y si bien estaba previsto dentro de las posibilidades de su estado de salud, la verdad es que yo no quería que se fuera. Y me ocupé de decírselo, de hacérselo saber. Pobre viejo, como si él hubiera podido hacer algo. Sin embargo, tengo la fantasía de que cada una de mis visitas le hacía bien, lo animaba, no lo dejaba entregarse para no sufrir más. Porque ese sufrimiento a veces trasciende los dolores físicos, y se estaciona del lado del cansancio y de la indignidad de llevar adelante una vida de penurias, convirtiéndose en una ausencia de libertad y decisión. Es allí cuando empieza la pelea con la mente, porque cuando la lucidez está presente, uno se cuestiona si vale la pena vivir así… y cuando las sombras ganan el pensamiento, pues nada importa porque el mundo se transforma en ese halo de fantasía en que se internan los pensamientos cuando se desconectan de la realidad.

Y nosotros, los que estamos, los que queremos que no se vaya, que se quede a nuestro lado, que nos acompañe más tiempo, nos vamos entristeciendo al mismo tiempo en que su vida se va apagando, dándole la bienvenida a los tiempos de la resignación. O eso me han contado, porque no estuve allí, no quise estar, no quise tener en cuenta todo lo que sé, lo que leí, lo que me contaron, lo que especulan los que nunca pueden quedarse callados, lo que inventan los que lo saben todo o lo que simplemente dicen los que no tienen nada más para decir.

Hice lo que pude, que siempre será poco y nada; dije lo que se me ocurrió, que nunca será suficiente para que mi alma quede tranquila; y esperé lo imposible, para que mi espíritu entienda lo inentendible de estas cosas: que mi viejo ya había empezado a irse cuando comprendió que jamás dejaría la cama, que ya no volvería a caminar, que había perdido la independencia de sus movimientos.

Y cuando su voz comenzó a apagarse, empecé a rezar, a orar, a enojarme con Dios por su decisión inapelable, que jamás entenderé ni podré conformarme con esa frase tan idiota: “es la ley de la vida”. La ley no es vida, y la vida no es ley, así que esa es una frase más dentro del cúmulo estúpido de frases hechas que repite la gente cuando las ideas se ausentan.

A pesar de todo, no logré prepararme para su partida. Su deterioro no me sirvió para pensar que era mejor así, y las noches en vela mirando su pecho subir y bajar con mucho miedo a que su respiración se detuviera tampoco me hizo pensar que su tiempo se terminaba. Mi egoísmo y mi terror a quedarme sin su última palabra no me dejaban siquiera considerar que todo estaba encaminado.

Lo que siguió forma parte del horror que los humanos hacemos con los despojos de los que se van, sometiéndonos a celebraciones fatuas de sentido y pobladas de lágrimas y momentos tan desgarradores como ausentes de sentido, sobrevolados por la hipocresía.

Pero todo se puso en su lugar cuando mi viejo bajó a la tierra, esa misma que lo vio nacer, su tierra, la que siempre pisó… negra, buena, fértil, con buen aroma, textura casi virgen, llena de vida. Esa tierra se abrió y lo recibió, y me permitió ahí sí, llorar hasta que los ojos dolieron y los músculos se hincharon de sangre viva, porque siento su legado, su alma envolviéndome, su espíritu cuidándome a partir de ahora.

Y la promesa de vernos pronto…

sábado, 2 de junio de 2012

Realidades de la Jungla Verde


Por Ariel Torres

Para aquellos que piensan que lo mío es ensañarme con el gobierno, les digo que últimamente lo que digo, lo digo con angustia: la crisis del dólar ha sumido al país entero en un debate terrible. Sentimos que el pavimento tiembla debajo de nuestros pies. Las discusiones son feroces. Por supuesto, los malos de la película son Moreno y Echegaray, que llevaron los perros a la City y ahora todo el país está ladrando.
Aquellos que hemos escuchado a nuestra presidenta en estos últimos días, la hemos visto confundida y peligrosamente desorientada, lo que me mueve al interrogante: está despistada o quiere despistar? Tiene 3 (tres!) palitos verdes y calificó de avaros a los que hacen lo mismo que ella: comprar dólares. Hay que ser tontín para mandar a nuestro hombre menos serio, Aníbal Fernández (también él bañado en verdes ensolves), a decir que ahora hay que pensar en pesos. La sospecha es que lo hizo para descolocar a Máximo, operador compulsivo del mercado de cambios: si al inútil nro. 1 le piden que no piense en dólares queda automáticamente fuera de juego.
De todas maneras, Cris siempre reacciona a tiempo: convocó a una reunión urgente en la Casa Rosada para buscarle un punto final a esta crisis. Qué ironía cruel: cuando más maduro creíamos que estaba el modelo, una corrida en la City lo puso a crujir. Sí, qué ironía: un modelo bien nacional, bien popular, bien peronista, amenazado por el "blue". Paradójicamente humorísitico... y real.
Lo llamativo fueron las ausencias. No estuvo Beatriz Paglieri, la vocera más talibana en este tema. Se iba a hablar de la corrida, y ella, de tanto decirlo, está convencida de que no hay corrida. Tampoco invitaron a Lorenzino, porque sospechan que no sabe que hay una corrida. Aunque hay que destacar que el primero en hablar fue Máximo; dijo lo siguiente, y perdón porque voy a ser textual: "Che, no jodan con el dólar".
Inmediatamente habló Robin -aunque no tengo en claro quien es Batman- Kicillof. A mí me cae en gracia que siga intentando vendernos un Marx moderno, kirchnerista y de Puerto Madero, pero me pongo como un bicho cuando no logro entenderlo. Balbuceó algo así como que "sólo hay una forma de encauzar la heterogeneidad estructural del entramado productivo argentino y devolverle competitividad al modelo industrial de matriz diversificada y popular: la planificación estatal". Lo que?  (Cuac y Re Cuac!)
Quería hablar Aníbal, después de Kicillof, pero no lo dejaron.
Y llegó el momento del impresentable Moreno. Fue un mensaje lleno de templanza y sabiduría económica. "Yo le voy a demostrar al mercado quién las tiene bien puestas. A esos cornudos de la City los voy a correr con los perros y les voy a hacer vomitar hasta el último dólar". Pareció el gol de Maradona a los ingleses, claro que los que lo aplaudieron son los mismos que le echan la culpa de lo que está pasando, y forma parte de lo extraordinariamente difícil que somos de entender los argentinos. 
Después el impresentable le cedió la palabra al bulldog Echegaray: "Los perros de la AFIP están cumpliendo su misión -dijo-. Donde ven un dólar, muerden". Yo pensé: si donde ven un dólar, muerden, ya son recontra K (cuac para mi...).
De nuevo quiso hablar Aníbal, y se lo volvieron a negar. Lo mandaron al rincón a pensar.
Y entonces llegó el turno de Batichica Marcó del Pont. "Esto es apenas una ola, a la sumo dos, como mucho tres, pero no es un tsu-nami. El Banco Central tiene espaldas para enfrentar la coyuntura. Es cierto, se están fugando 600 millones de dólares por semana; es cierto también que se nos está complicando el pago en agosto de los 2200 millones de dólares del Boden 2012; es cierto que si intentás desdolarizar te terminan desdolarizando a vos; es cierto que no sabemos muy bien qué hacer; todo eso es cierto, pero tranquilos: cuando se vayan las olas, el país va a quedar seco." Es cierto.
En realidad, ya está seco de ideas... de ideas claras, digo.
Entonces, el Guasón De Vido dijo: "Che, si lo de YPF nos salió tan bien... Por qué no nacionalizamos los dólares?"
Se volvió a escuchar a Máximo: "Se ve que no me escucharon: no me toquen el dólar!"
La viuda eterna escuchaba y no intervenía. Me da un poco de cosita cuando la veo así, calladita. Pero sé que su cabeza funciona a mil, y casi nunca para bien. Si yo hubiera estado allí, me habría animado a decir: "si bien yo de esto no entiendo mucho, sólo sé que cuando empezaron los controles se descontroló todo, eh?".
De nuevo agarró el micrófono Kicillof, y esta vez fue al hueso: "Tenemos que ir a un tipo de cambio múltiple: un dólar para importar, otro para exportar; un dólar para el turismo que viene, otro para el que se va. ("Otro para los amigos!", pidió Aníbal, pero lo mandaron al rincón de nuevo), y un dólar financiero. Es muy simple -resumió el zurdito de cama caliente-. La crisis del dólar se resuelve con más dólares". Se ganó la segunda ovación. Máximo gritó desde Santa Cruz: "¡Sí, más dólares, más dólares!"
Primero paguen el Boden 2012, y después hablamos...
Cuando estaban por irse todos apareció nuestro George Clooney criollo, Boudou, que venía de un ensayo con La Mancha de Rolando. Sonrisa amplia, bien empilchado, con un nesspreso en la mano, winner total. La señora lo había llamado sólo para molestarlo a Kicillof, que no lo tolera, ya que consejo económico. El vice está para otra cosa (???). Pero Amado hizo su aporte: "Vandenbroele me asegura que Ciccone también puede imprimir dólares", dijo...
Allí fue cuando de repente se silenció la sala y un murciélado cruzó de una cortina a la otra. Habló Cris. Todos se miraron. Se inclinaría por el cambio múltiple de Kicillof? Seguiría el consejo del inútil heredero, de no hacer nada que perjudique al verde billete? Aceptaría la sobreactuada prudencia de Batichica? Les daría más perros a Moreno y Echegaray? Pues no, nada ocurrió en ese sentido, ni en ningún otro. Alejándose de la economía, a la que detesta, se acercó más al kirchnerismo: "Señores, no pierdan más el tiempo. Acá no hay crisis. Profundizaremos el modelo. Adiós."
Y quedó el halo de Cristina flotando, en una invitación a pensar en lo genial de su aporte. Hay que decir que la determinación de la viuda es más fuerte que una corrida, la inflación, la recesión y los cacerolazos juntos; más fuerte que el desabastecimiento, que el cimbronazo inmobiliario y los conflictos con medio mundo por cerrar nuestras fronteras. Su determinación es más fuerte que la realidad.
En cuatro palabras: Ella es el Relato.

viernes, 1 de junio de 2012

Qué se entiende detrás del "Relato Antiverde"


Por Ariel Torres

En estos días me han preguntado mucho acerca de las razones del Gobierno para poner más y más restricciones a la compra de dólares y a las operaciones que habitualmente se hacen con la moneda norteamericana. Yo les respondo que si bien hasta marzo no era muy optimista con el futuro de la economía argentina en general, ahora sostengo que esto es un fárrago de errores conceptuales del que va a ser muy difícil salir sin costo. Más allá de mi consideración acerca de que se trata de una decisión equivocada, la Presidenta lo hace porque Guillermo Moreno se lo vendió como un instrumento apto para tratar de frenar el precio del dólar y así morigerar el aumento del costo de vida y la inflación en dólares. Es una medida inadecuada básicamente porque ya demostró su ineficacia largamente, ya que el gobierno lo viene intentando desde 2007. Decidió mantener el tipo de cambio bajo pero no le sirvió para desacelerar el proceso inflacionario. La manipulación del índice de precios oficial es la evidencia más clara de que esa política nunca estuvo a la altura de las circunstancias.
Qué se supone que puede pasar -entonces- a partir de ahora? Como vengo diciendo hace rato, hay  tres escenarios posibles: uno es la continuidad de las restricciones y, para mí, sería desastroso. Nos llevaría a la tablita cambiaria de Martínez de Hoz y terminaríamos como terminó el país en la época de Lorenzo Sigaut, con el ministro gritando "El que apuesta al dólar pierde" (se acuerdan?), en el medio de una profunda recesión y una altísima inflación. Otro sería algo muy parecido a lo de 2002, cuando el dólar llegó a 4 pesos pero terminó, a fin de año, cerca de 2,80 pesos, una vez que el mercado comprendió que la política económica sería expansiva y que el Banco Central no dejaría que la moneda norteamericana se disparara más allá de tres pesos. Ortodoxia pura, de libro, pero efectiva. Esto significaría aflojar las restricciones y dejar subir el dólar hasta una cifra controlable, por encima de 5, pero lejos de 6 pesos.
Asusta el dólar a ese valor? Yo creo que intrínsecamente ya está instalado allí, y no se moverá para abajo, bajo ningún concepto.
Y el tercer escenario? Es uno intermedio, con un tipo de cambio desdoblado. Uno para el campo, con un precio muy cercano al dólar oficial, de más o menos 4,50 pesos, y otro dólar "industrial", que hoy podríamos ubicar en 5,50 pesos. Eso le permitiría al Central absorber muchos millones de dólares, por la diferencia que podría hacer entre la compra y la venta. Sería como una 125, pero a través del desdoblamiento cambiario. Nunca fui partidario de los tipos de cambio múltiples, porque distorsionan la economía y por ende, los precios relativos, por lo que yo supongo que si me dejo llevar por los antecedentes inmediatos, creo que se profundizarán las restricciones y provocando aún más desaceleración económica.
Me preocupa tanto eso como la incertidumbre que tiene la mayoría de la sociedad, desde los grandes empresarios hasta el pequeño ahorrista, sobre qué hacer con el dinero que tenían o tienen apartado para atesorar o para no perder el valor de la moneda. En este momento la gente no tiene la menor idea de qué hacer con su dinero. Colocar los pesos a plazo fijo no sería un buen negocio, porque la inflación los está desvalorizando cada vez más rápido. Comprar dólares no se puede. El excedente de los pequeños ahorristas ya no alcanza para cambiar otra vez el auto y comprarse un nuevo plasma, porque los salarios ya no están acompañando el costo de vida. A este paso vamos a estar usando nuestros ahorros para hacer frente a gastos corrientes. No falta mucho para eso.
Es interesante analizar por qué un gobierno que defiende con tanta convicción la libertad para elegir el sexo, la identidad de género y otros derechos civiles, y al mismo tiempo ejerce como un gendarme de frontera cuando un individuo trata de decidir qué hacer con el dinero que se ganó de manera lícita. Durante los últimos años, Néstor Kirchner, Cristina Fernández, el vicepresidente Amado Boudou y el responsable de la Administración Federal de Ingresos Públicos, Ricardo Echegaray, eligieron, entre otras opciones, la divisa estadounidense para no desvalorizar su patrimonio y nadie puso el grito en el cielo por eso. Por otra parte, es evidente que las restricciones sobre la compra de dólares operan, de manera directa, sobre un mercado muy pequeño, y eso le daría la razón al Gobierno cuando sostiene que no se trata, todavía, de un problema enorme, sino de un hecho que está siendo potenciado por quienes pretenden que "al país le vaya mal". 
Pero esto no impide reconocer, al mismo tiempo, que las sospechas sobre la existencia de problemas más serios en la economía estén alcanzando no sólo a los inversores más sofisticados, sino también al ama de casa, los encargados de los edificios y los choferes de taxis, que se informan no sólo por los medios de comunicación, sino también a través "de lo que pasa en la calle".
Yo le sugeriría a la Presidenta y los funcionarios que no sigan hablando del dólar, porque no sólo van a potenciar la preocupación de la gente, sino que van a afectar su ya casi nula credibilidad. El relato oficial podrá insistir en que la inflación anual de los últimos cinco años no superó los dos dígitos, pero ahí están las paritarias del año pasado para poner las cosas en su lugar. Además, ese discurso es peligroso, porque dos dígitos pueden ser 25 u 88%. Los funcionarios podrán argumentar que la moneda nacional mantiene su valor, pero la existencia de billetes viejos y en muy malas condiciones que inundan el mercado lo desmiente día tras día. Además hoy un billete de $100 del 2004 hoy vale apenas $ 36.
También lo desmiente la creciente cantidad de billetes que se necesitan para llenar la góndola del supermercado o el almacén que -obviamente- no se trata de una operación de los medios ni una decisión de traidores a la patria, sino de gente común tratando de mantener su nivel de vida.