Seu Jorge es un músico brasileño al que sigo desde hace varios años. Lo descubrí en Vida acuática , de Wes Anderson, una película sobre un oceanógrafo que emprende aventuras marinas bastante desafortunadas.
En una escena formidable de esta película, Seu Jorge está solo con su guitarra y se pone a tocar unos acordes de "Life on Mars", un clásico tema de David Bowie. Pero en vez de cantar en inglés, lo hace en portugués y modifica totalmente la letra y su significado. Y transforma ese tema, que ya de por sí es magnífico, en una nueva obra de arte, en algo bello, sublime. A lo largo de la película, Seu Jorge hace esto mismo dos o tres veces más. Y en cada una de ellas, el efecto es el mismo.
Yo no sé si Seu Jorge sabe inglés o no. Si no puede pronunciar ni una frase del clásico tema. Lo que me impactó en esa película fue cómo él cantó su propia canción. Cómo hizo su propia versión de las cosas. Y generó algo increíble, original, propio.
Muchas veces, estamos ante situaciones que no sabemos cómo resolver. Y entonces elegimos copiar. Si ya fue hecho, ¿para qué innovar? Tomamos el atajo y apelamos a lo que alguien hizo antes. Tenemos una referencia y tratamos de imitarla. Y si bien éste es un camino válido y muchas veces nos salva, en algunos casos supone un esfuerzo enorme, un gasto de energía tremendo.
Pasa en todos los ámbitos, en nuestra casa, con nuestra familia, en el trabajo. Cuando nacieron mis hijos, ya había leído varios libros sobre paternidad hasta que me di cuenta de que, si bien eran útiles, cuando estoy con ellos no hay literatura que valga. Pasa cuando estamos en el trabajo y tenemos que tomar una decisión rápida. O cuando cocinamos y seguimos al pie de la letra una receta. Pero de pronto nos falta un ingrediente y no hay tiempo para salir a la calle, entonces hay que apelar a nuestra creatividad e inventar una nueva receta. Salirse del molde y estar listos para innovar. Pasa con la moda: a veces, queremos copiarla, usarla tal como se ve, y a la hora de vestirnos, ahí estamos nosotros, con nuestro estilo, nuestra forma de ser, y esa prenda que tan bien se veía en la tienda, no hay forma de que calce en nuestro cuerpo.
Por eso, cuando lo vi a Seu Jorge, aluciné. No sólo porque su música me pareció superior, sino porque un tipo solo con su guitarra me estaba diciendo: ¿para qué imitar algo? ¿Para qué intentar copiar incluso a un genio como David Bowie? ¿Y si en cambio él se convierte en inspiración?
Seguramente muchas de nuestras acciones no tengan el brillo de la novedad, pero tendrán algo mucho más importante: nuestra impronta, nuestra voz. Al menos estaremos haciendo nuestra propia versión de las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.