lunes, 30 de enero de 2012

La interna del Gobierno bulle detrás de las importaciones

El directivo de la Unión Industrial Argentina atendió el teléfono el miércoles por la mañana y no supo qué responder. "¿Me querés decir qué c... está diciendo este tipo?", fue lo primero que escuchó. El que preguntaba era Pablo Cerioli, uno de los adláteres de Moreno, que quería saber por qué José Ignacio de Mendiguren había salido por primera vez a pedir que se demorara el nuevo sistema para las importaciones. Tal vez debería haber sondeado la respuesta en otro lado.
Sucede que algunos ven en la súbita intrepidez del presidente de la UIA algo más que la presión de las bases, entre las que las automotrices se habrían mostrado como las más vehementes. Ese "algo más", según deslizó un hombre que dialoga a diario con empresarios, sería un guiño desde las propias entrañas del poder. "El Vasco es muy temeroso del Gobierno. No lo veo lanzándose así, sin un visto bueno desde adentro", señaló alguien que conoce como pocos la interna industrial.
Más de uno divisa la mano de Julio De Vido en este tema. Debilitado frente a la figura hoy agigantada de Moreno, el hombre con el que antes había que hablar estaría jugando sus cartas para entorpecer al secretario de Comercio Interior. La buena relación que conserva con la industria desde los tiempos en que con él se podían hacer negocios, le da ahora una oportunidad de colarse en medio de la discusión por las trabas a las importaciones. ¿Y Echegaray? "Hace su juego solo, hasta lo que le da", dijo una fuente cercana a las automotrices.
Sin descartar esta teoría, otros empresarios prefieren hacer hincapié en el rechazo que causa por sí sola la medida que traba las importaciones y obliga a la minuciosa inspección de Moreno (a la que ahora se le agrega o superpone la "ventanilla única" de la AFIP). Desde el corazón de la UIA comentaron que no sólo las automotrices rechazan este control, sino que media ciudadanía está indignada. "Esto pega en el núcleo duro del proceso productivo", opinó una fuente.
Un fabricante de ascensores, sector que pasa por un gran momento y que en 2011 facturó US$ 680 millones, se tomaba la cabeza de sólo imaginar que no podrá entrar sus insumos. No existe un sólo ascensor en la Argentina que no tenga alguna pieza extranjera. Puesto a elegir al gendarme, el hombre no lo duda: "Echegaray, porque tiene más gente para discriminar qué es vital para la industria y qué no."
Será por eso, tal vez, que Moreno suavizó su tono intimidante y le pidió prestado un técnico a la propia UIA para que le dé una mano en la engorrosa tarea de revisar las miles de licencias que le caerán a partir del 1° de febrero. "Me dijo que tenía ocho personas para controlar todo y que no sabía cómo se las iba a arreglar", contó un hombre de la entidad.
No duraron mucho sus modales de "príncipe", como lo describió la Presidenta en su reaparición pública el miércoles. Desde hace unos días llama a las empresas y les exige que le adelanten el balance de pago de los próximos seis meses. Su objetivo es saber de antemano la cantidad de dólares que se girará al exterior en el próximo semestre.
"El terror es el dólar", afirmó un economista. Sucede que la balanza de pagos, que mide todos los flujos de divisas, es deficitaria. Por eso, bromean algunos, Moreno dejó de ser la Lita de Lazzari de los precios y se obsesionó con la moneda estadounidense. Tanto afán por este control hace suponer a un consultor privado que quizá el Gobierno tiene las cuentas más flojas de lo que se intuye. "O las reservas no son las que dicen o el rojo de la balanza comercial es más deficitario de lo que se conoce", concluyó la fuente.
Con un análisis más cercano a Sigmund Freud que a Adam Smith, el ejecutivo de una firma de tecnología opina que tanto control implica debilidad. "Si a vos las cosas te van bien, no le entregás todo el poder al policía. Si lo hacés es porque te sentís inseguro", infirió.
La sensación generalizada entre el empresariado de que en marzo se viene la tormenta tuvo estas semanas un aditivo: la sequía que asola el corazón agrícola del país y que ya redujo 15% la cosecha de maíz y tiene a mal traer a la soja. La mano de Moreno no maneja el clima, pero... En las primeras semanas de enero, el INTA dejó de publicar mapas de situación climática. No era momento, parece, para acicatear la psicosis entre los productores, que pasaban más tiempo mirando el cielo que recorriendo el campo. Junto con las lluvias de esta semana reaparecieron los mapas. La soja nutrió de divisas en los últimos años al modelo kirchnerista, por lo que una cosecha malograda sería un duro golpe y sólo podría desembocar en una cosa: más presión en el torniquete aplicado a las importaciones, para no tener que tocar el tipo de cambio.
En una importante automotriz tiemblan de sólo pensarlo. No sólo por la falta de insumos, que sería gravísima, sino también por el malestar que las trabas a las importaciones provoca en el mercado brasileño, el principal destino de los autos argentinos. Ya casi por terminar su bife de chorizo, en Puerto Madero, un empresario paulista se mostró perplejo ante el proteccionismo local. "Aunque la historia demostró que estos cierres no dan resultado, aquí insisten", se lamentó. Su compatriota Paulo Skaf, presidente de la principal cámara industrial de su país, dijo que comienza a haber desconfianza con la Argentina. "Hay otras formas", acotó.
Mendiguren iba a viajar a Brasil para analizar el tema con sus pares locales, pero ellos prefieren conversar con Cristina Kirchner. No fue buena la semana para "El Vasco". En medio del fuego cruzado habló de carburador, una pieza que dejó de usarse hace tres décadas. Sus detractores no lo dejaron pasar: "Por eso defendía a Prebisch. Se quedó en el pasado".

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