jueves, 29 de mayo de 2014

Tiempos de ortodoxia integral

Por Ariel Torres



Analizar la política como una foto, valiéndose del contexto, quizás sea el error más común en los últimos tiempos, y tiene que ver con la contraposición de realidades estáticas del presente y el pasado. Eso que algunos llaman “tal o cual no resisten un archivo”. Pero la política es mucho más que eso, más bien una película vertiginosa que en su insensible gradualismo impide percibir la profundidad de ciertas imágenes que marcan un cambio de época. Unos años atrás el PJ estaba muerto, y la nueva criatura para las próximas generaciones que proponían desde la cúpula del poder era Unidos y Organizados, el megasello de agrupaciones del kirchnerismo duro, monopolizado por La Cámpora.
Hace unos días los líderes de la agrupación de CFK se fundieron con soltura en la misma estructura que demonizaron durante años. La imagen bien podía detonar una perplejidad total: Un congreso del PJ en el Parque Norte de Armando Cavalieri, donde se aprobaron “listas únicas” a libro cerrado, en medio de aplausos y a otra cosa. Un flashback cruel a los años dorados del menemismo.
Tanto es así que bien se podrían superponer las fotos y muchas de las caras que protagonizaron la jornada, como el flamante presidente del PJ, Eduardo Fellner o el eterno Juan Carlos Mazzón, se repetirían. Nada para avergonzarse en realidad, es lo que en países más generosos se llama continuidad institucional o tradición política.
Lo destacable fue ver a camporistas como Eduardo “Wado” de Pedro y José Ottavis, tratando de aparecer frente a las cámaras junto a ese jujeño de modales mansos, exponente del más rancio pejotismo. Pero cuidado: lejos de hablar mal de los camporistas este giro es acaso un signo de madurez política. El metamensaje habla de olvidar los años revolucionarios, cuando tenían el monopolio del sello de calidad de pureza kirchnerista, para mestizarse en el peronismo y conseguir así, pasaporte de futuro.

No resulta caprichoso que la Casa Rosada haya elegido para protagonizar la jornada a De Pedro y Ottavis, dos de los camporistas más racionales y menos pejuiciosos; mientras el más recalcitrante, Andrés “El Cuervo” Larroque, quedó claramente relegado.
Mientras tanto, y casi sin llamar la atención –algo que le sale muy bien- Scioli estaba sentado junto a los otros “presidenciales”, en una casi nada rutilante segunda fila y ni siquiera tuvo la oportunidad de hablar, como si hizo con mucha solvencia el salteño Juan Carlos Urtubey, que aprovechó que lo eligieron para presentar una moción y pícaro, se despachó con un discurso de fuerte tono político.
El gobernador de Buenos Aires no fue protagonista, pero acaso resultó siendo el gran beneficiado de las definiciones de fondo que se tomaron en Parque Norte. La primera fue blanquear a todos los candidatos a Presidente del oficialismo. Es decir, están todos adentro del PJ, que como en cada cambio de ciclo, es la casa que vuelve a cobijarlos, una vez que se terminan las fantasías de crear un nuevo movimiento “superador”. De hecho, desde la recuperación democrática, el peronismo es eso que sucede entre movimientos "superadores".
Resulta claro que la candidatura del oficialismo se va a definir en una primaria en la que competirán algunos de los siete “presidenciables” que se sentaron juntitos para la foto, pero no todos llegarán al final del camino. Y ese escenario, si se miran las encuestas, es el mejor escenario posible para Scioli. Si en algún momento se discutió en el seno del Gobierno si era conveniente armar una primaria para que Scioli se dé el gusto de destrozar a los candidatos del kirchnerismo “puro”, todo indica que esta discusión se saldó por el lado más inesperado: ya no hay kirchneristas “puros”, al menos en la Rosada.
Los camporistas son esa nueva raza en tránsito acelerado a la peronización y, en consecuencia, el candidato más adecuado es el que está en mejores condiciones de garantizar el triunfo electoral. Es decir, la permanencia en el poder, aunque en la nueva etapa signifique pasar del centro a la periferia. Nada nuevo, se sabe que para los peronistas el único pecado imperdonable es el llano.
Una primaria con todos los candidatos es funcional a Scioli, claro está, pero contrariamente a lo que se supone, los que rodean a CFK dicen que si el gobernador gana esas primarias, va a salir fortalecido y eso significa que el Frente para la Victoria va a tener “un candidato más robusto”. Acaso, así como con la crisis del dólar llegó la hora de la ortodoxia económica, con la inevitable pérdida de poder del final de ciclo, haya llegado la hora del regreso a la ortodoxia peronista.


Sirve regular algunos mercados que son competitivos de por sí?

Por Ariel Torres


En nuestro país, gracias a lo que muchos denominan casi despectivamente como "mercado", hay más teléfonos celulares que habitantes. El senador Eugenio Justiniano "Nito" Artaza anunció que está presentando un proyecto de ley para regular la actividad, en un intento de que el gobierno “defienda a los usuarios” dadas las tarifas que cobran los prestadores, la calidad del servicio, etc. Es de preguntarse que será de los usuarios si la disposición se llega a aprobar.
El tema me hizo recordar al norteamericano Yale Brozen (1917-1998), objeto de mi estudio y padre de mi tesis, uno de los principales expertos en leyes antimonopólicas, a mi modesto entender. Impulsó a Thomas Moore a realizar un exhaustivo análisis de la regulación en el servicio de transporte por camiones, que le sirvió a Herbert Stein, presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Richard Nixon, para desregular la actividad. Al tiempo, también se desreguló el servicio aéreo, tarea encarada por Alfred Kahn e inicialmente aprovechada por el inglés Frederick Laker, pionero de los vuelos chárter. Un pasaje aéreo a Nueva York cuesta hoy en dólares aproximadamente lo mismo que hace medio siglo, a pesar de que los precios en Estados Unidos aumentaron por lo menos 5 veces. O sea.
Pero vamos al análisis. La pasión por regular no es patrimonio exclusivo de los políticos argentinos, no vayan a creer. Leyendo las memorias de Alan Greenspan, el ex mandamás de la Reserva Federal de EEUU, descubrí una muy aguda observación que bien puede aplicarse aquí: "en la India los teléfonos celulares se consiguen fácilmente y a bajo costo, porque como son considerados un bien de lujo se deja en manos del mercado; en cambio es difícil conseguir electricidad porque como es considerada una necesidad, está administrada por el Estado".
Primer lapidario ejemplo.
Tampoco es cuestión de no regular nada, como puede inferirse de mi análisis, quizás. Sabemos que los recursos son escasos y tienen usos alternativos, y me refiero al hecho de que con la misma cantidad de cemento se pueden construir casas, piscinas, diques o cárceles, todo dependerá de la pasión y la energía de los dirigentes políticos y los funcionarios. A mediados del siglo XX se pensaba que el Estado debía proveer defensa, seguridad, educación y salud. Con el correr del tiempo les fueron encargando a los funcionarios que se ocuparan de muchísimas otras cosas más, como consecuencia de lo cual dejaron de proveer de manera razonable... todo.
Segundo lapidario ejemplo.
Analicemos el caso de la telefonía celular, en boca de todos en los últimos días por el pronto llamado a licitación para cubrir el espectro 4G. Alguien me dijo por ahí que el mercado de la telefonía celular no se ofrece bajo condiciones de competencia perfecta, a lo que yo contesto que el de competencia perfecta es un caso límite, casi una reducción al absurdo, que los economistas utilizamos como los físicos utilizan el modelo donde no existen fricciones. Así como no conozco a ningún físico que utilice ese modelo para proyectar la velocidad con la cual desciende un avión, no conozco a ningún economista que base sus recomendaciones en base al caso de competencia perfecta.
El tema es un poquitín más complicado, puesto que el servicio de telefonía celular se ofrece a ciertos precios y calidades, en vez de a precios inferiores y a calidades superiores. Si se debe a alguna regulación existente, que se la revise y mejore la competencia; si tiene que ver con miedo a la inversión en equipos, la regulación no genera credibilidad; si tiene que ver con el cambio tecnológico en un sector tan dinámico como el de la telefonía celular, no depende del Estado.
Y soy tajante con el tema de la regulación y la desregulación porque es una cuestión idiosincrática. Es posible que haya países donde las regulaciones se circunscriben a lo estrictamente necesario, y los funcionarios no ceden a las tentaciones que les plantean los oferentes afectados por ellas (…). La Argentina está lejos de una cosa, y enormemente lejos de la otra. Lamentablemente se aprueban regulaciones con gran generosidad, por decirlo de una manera “política”, y luego hay que reparar los excesos negociando con el funcionario encargado de custodiarlas, quien naturalmente cobra por el servicio.
Tercer lapidario ejemplo.

Desde esta columna vengo diciendo, palabras más, palabras menos, que en lo que debemos concentrarnos es en exigir que las energías de los legisladores y de los funcionarios deben ir en dirección a aquellos sectores donde el "mercado falla". Si el Estado desde el primer momento hubiera intervenido en el mercado de los teléfonos celulares, muy probablemente el servicio se prestaría de manera mucho más cara y por consiguiente sería mucho más exclusivo de lo que es.
Con casi 60 millones de celulares en la calle, nadie puede decir que es un mercado que falla. Simplemente está circunscripto a variables mucho más exógenas de lo que se cree, puesto que es un servicio que, por su dinámica, está sensiblemente relacionado con la inversión permanente.
Mejor revisemos porqué los prestadores de servicios regulados por el Estado no pueden o no quieren invertir más. El “secreto” está allí.


domingo, 25 de mayo de 2014

2015 o el final de la decepción

Por Ariel Torres


Hay una sensación de que el año 2014 ya está “cocinado”, y todo el universo productivo mira al 2015 como una especie de tierra prometida. Cualquier charla dedicada a repasar las decepciones actuales pareciera culminar con un "por suerte esto se acaba", a las que ya se suma el desconcierto provocado en la semana por el salto del dólar blue. Se huele una suerte de fractura de la paz cambiaria conseguida por el presidente del BCRA, Juan Carlos Fábrega, con lo que el objetivo primordial de los productores es llegar al fin del kirchnerismo con las empresas en funcionamiento y medianamente financiadas.
La creencia es que una vez que se pongan los pies en la nueva era que inaugurará el próximo gobierno las siete plagas que afectaron a la producción, como las retenciones, los cupos, las intervenciones al mercado, los precios sugeridos, la presión impositiva y las exigencias de los regímenes de información, se evaporarán como un milagro bíblico.
El mito se sustenta porque casi todos los partidos y agrupaciones de la oposición abonan un cambio de las reglas de juego en la producción agropecuaria, por citar un tema esencial. No son pocos los que vienen llenándose la boca con expresiones destinadas directamente a la Mesa de Enlace, afirmando que eliminarán todas las retenciones. Macri y Carrió lo afirmarán nuevamente en el Congreso de CRA que se realizará esta semana en Gualeguaychú. No es ninguna sorpresa que el mismísimo presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, anotado ya en la carrera presidencial por el kirchnerismo, se haya visto obligado a reconocer que "manejamos mal los mecanismos de exportación".

Salvo Daniel Scioli, con su característica y dinámica propia, todos los candidatos presidenciales han fijado un cambio de rumbo.
Mi natural escepticismo político me lleva a preguntarme: es suficiente sólo con hacer alarde de lo retrógradas que son las herramientas que utiliza el kirchnerismo, tan fuera de época como el fémur del dinosaurio que vivió en la Patagonia hace 80 millones de años? Hay quienes piensan –me incluyo- que las propuestas no van más allá de resolver los problemas coyunturales, con una fuerte liviandad a la hora de analizar. Todo lo vemos desde el punto de vista del crecimiento de nuestra oferta, pero poco atendemos al comportamiento de la demanda de los distintos mercados y lo que hacen nuestros competidores. Como si además de creer que somos el centro del mundo, pensáramos que este partido lo jugamos solos.
Se cae de maduro que falta una discusión sobre los problemas estructurales de competitividad, sin ir más lejos. Por ahora, sólo se sabe que de abrirse los grilletes que atan a la producción, ésta se incrementará, lo cual es infantilmente obvio. Pero el salto productivo también puede ser un salto al vacío, puesto que hay interrogantes esenciales, por ejemplo:
-         A qué nivel de volumen exportable dejamos de ser un proveedor competitivo?
-         A qué mercados se apunta una vez cubiertos los tradicionales, y con qué productos y a qué precios?
-         Y en función de lo anterior, ¿cuánto deben superarse las distintas cadenas de valor para defender el exceso de producción?
Un análisis más estratégico tomaría nota, por ejemplo, que en los últimos cinco años China incorporó veinte millones de toneladas a su capacidad de crushing (margen bruto de procesamiento) de soja, mientras que la Argentina creció sólo dos millones. Desde 2009 el gigante asiático pasó de 49 millones a 68 millones de toneladas, mientras que aquí fue de 34 a 36 millones. Un gran interrogante sobre el agregado de valor de la cadena que sostiene la economía nacional.

Otro análisis va de la mano de la competitividad sistémica y el valor agregado, la única manera de sostener la posibilidad de un aumento constante en las producciones después de 2015, tal como imaginan muchos productores y empresarios. Sin esta red de contención es más que probable que los precios caigan o sean fuertemente cíclicos ante los aumentos de producción. Un ejemplo claro de esto fue la vitivinicultura, al reconvertirse a tiempo. Su crecimiento no fue casualidad, puesto que en quince años sus exportaciones crecieron en volumen un 40%, pero en valor lo hicieron 1100%. De la mano del Malbec y la percepción de valor que le otorgaron los consumidores, es que fue posible semejante éxito.
Pareciera que se ha instalado una tonta lucha entre ser una potencia, o un Estado fallido. No nos engañemos, después de 2014, no se llega a ningún lugar soñado. Futbolísticamente hablando, sólo comienza otro partido.


martes, 20 de mayo de 2014

Al Central se le escapan 3 de cada 4 dólares que atrapa

Por Ariel Torres



Como vengo anticipando en esta columna desde febrero, la buena época se termina antes de lo previsto para el Banco Central. La fuerte liquidación de dólares que le garantizaron los agroexportadores durante abril se redujo sensiblemente en la primera quincena de este mes y complica los esfuerzos de Juan Carlos Fábrega, el presidente del BCRA, para acumular reservas.

El organismo se quedó con sólo uno de cada cuatro dólares que adquirió en el mercado cambiario durante la primera mitad de mayo; y se ve forzado ahora por esto a descongelar un tipo de cambio que había mantenido fijo durante 40 días para acelerar la llegada de los agrodólares.

La explicación es muy lógica. Tanto que asusta por su simplicidad. Las divisas se resbalan por el sostenido déficit de energía, y las crecientes necesidades de importación de combustibles que tiene el Gobierno. Es de esperar que la carga se sentirá más pesada aún, durante los meses de invierno. El Central compró u$s 625 millones durante la primera quincena de mayo, pero sólo pudo aumentar su stock en una cuarta parte: u$s 164 millones.

El problema nos lleva inexorablemente al balance negativo que empezará a sufrir el Gobierno en el mercado cambiario una vez que pase la liquidación. De cara a los próximos meses, el panorama luce por demás oscuro, al no haberse reparado el retraso cambiario que se devoró el superávit comercial. Es muy probable que, cuando culmine la temporada alta de liquidaciones agrícolas, el saldo del balance cambiario vuelva a hundirse.



Todos los estudios serios indican que para este año, la importación de energía rondaría los u$s 14.000 millones. Pero hasta el primer trimestre, según datos ya difundidos por el INDEC, la fuga de dólares por este concepto fue de sólo u$s 1.529 millones. En las consultoras estiman que la mayor cantidad de compras de combustible al exterior se percibe entre junio y septiembre. Y a esto se le suma que, a partir de mayo, el Central se empezó a ver obligado también a liberar de a poco las ventas de dólares a automotrices por los pagos que adeudan de importaciones que ya habían recibido desde el exterior. El sector tiene la suficiente fuerza interna propia como para obligar naturalmente al Central en ese sentido. No es menor el problema, puesto que ocurre en un contexto de limitaciones propias para comprar dólares, debido al incremento de las expectativas de devaluación.

La decisión de reducir la tasa de interés, a principios de mayo, tras haber mantenido fija la divisa y haber acumulado meses de alta inflación, dio señales de que se abandonarán para siempre los planes de limitar la cantidad de pesos que circulan en el sistema.


Esto y decirle al Blue: “levántate y anda”, es la misma cosa.

El fantasma de la deuda

Por Ariel Torres



Hoy en día hay muchos slogans, o frases hechas, que con buen criterio impulsan el lei motiv: “Disfrutá la vida hoy”. Por distintas circunstancias, en los últimos 10 años esa frase ha cobrado importancia en todos los niveles. Lo que me interesa analizar hoy es la implicancia del costado socioeconómico.

En esos términos, nuestra etapa productiva se inicia aproximadamente a los 28 años, acompañada de un progreso laboral que a la vez implica mayores responsabilidades y un claro crecimiento de nuestros ingresos. En paralelo, este momento coincide también con un incremento en la toma de decisiones relativas a la manera en que gastamos esos nuevos ingresos. Claros ejemplos son la necesidad de montar un emprendimiento, tener una casita propia, el auto propio (si todavía no lo tenés), casarte y tener hijos, mandarlos al colegio, irte de vacaciones.

A esa edad, generalmente uno quiere darse todos los gustos, sentir satisfacciones, esto es, tener bienes. Y el gasto va aumentando, sencillamente porque sociológicamente, los seres humanos sentimos placer en gastar. Pero gastar dinero, además de producir muchísima felicidad, también hace que nuestro presupuesto se achique sin darnos cuenta. Es que, como suele decirse, la plata “entra a gotas y sale a baldes”. Y la voluntad de tener va siempre de la mano con el problema de la obtención de los recursos.

En cualquier país con un sistema financiero desarrollado, lo que normalmente hacen todas las personas a esta edad es endeudarse. Se endeudan fuertemente con un crédito hipotecario a largo plazo para comprarse un departamento, un crédito prendario para el automóvil, o préstamos personales para viajar. O todo eso junto. Quiere decir que en realidad la mayoría de la gente vive hipotecada para ir pagando la fiesta después.

Por qué sucede ésto? Porque la idea es empezar a disfrutar de la vida cuando uno todavía es joven. No es lógico ni consistente ahorrar ahora para tener en el futuro, lo normal es tener ahora y ahorrar después.



En tal sentido, en el sistema financiero se produce una transferencia que bien podemos llamar “intergeneracional”, lo que significa que aquellos que tienen capacidad de ahorro después de los 50 años financian la compra de los bienes que necesitan los de 28 para arriba. La idea de endeudarte, entonces, es correcta, casi lógica. Analicemos lo que sucede en Argentina en esta materia. Groseramente podemos dividir la cosa en dos grandes grupos… los que tienen capacidad de ahorro y los que no la tienen en absoluto. En nuestro país, donde el sistema financiero no es demasiado relevante –sobre todo a la hora de comprarse una casa–, el crédito hipotecario no existe, y si lo hay, está enfocado únicamente en una minoría. En cambio, para las propiedades funcionan los llamados Financiamientos Familiares y Financiamientos Amistosos, permítaseme el eufemismo, que consisten en préstamos de dinero por parte de amigos o familiares, por ejemplo tus padres, para que hoy lo uses y se lo vayas devolviendo después.

Son las típicas deudas en dólares en las cuales el departamento queda como garantía. En este tipo de deudas en general no surgen demasiados inconvenientes, porque como lo que estás comprando es una propiedad, ésta se considera parte del ahorro, entonces no es una inversión riesgosa. Distinto es el caso, por ejemplo, de un préstamo para comprar un auto, que es visto mucho más como un gasto que como una inversión.

Pero volviendo a lo anterior, sólo una minoría puede efectivamente tener créditos hipotecarios, por eso la mejor estrategia es empezar a endeudarse. Ejemplos sobran. Si uno alquila un departamento, puede endeudarse en la compra de una heladera, un lavarropas, un microondas, un plasma, y además tratar de extender el crédito con la mayor cantidad de cuotas posible. Los argentinos en general sabemos que vale la pena.

Casi nunca uno tiene todos los fondos necesarios para comprar todas esas cosas en efectivo, y tampoco tendría sentido esperar a ahorrarlos en el futuro para disfrutar de esos bienes. Tampoco podemos mudarnos sin heladera (aunque sé de algunos casos, yo por ejemplo), es por eso que hay que generarse una capacidad de ahorro para tener capacidad de pago y de endeudamiento.

En la Argentina de los últimos años, esto se ha fomentado mucho con las famosas cuotas en pesos sin intereses con inflación alta, lo cual claramente es poco sostenible. Y sólo se logra cuando se trata de un nivel de consumo muy bajo, porque en realidad, en nuestro sistema financiero, nadie ahorra importantes sumas de dinero. Pero sea como sea, el endeudamiento es razonable y es parte de la estrategia que te propongo analizar. Mucha gente que conozco siente pánico ante la sola idea de endeudarse, y eso, te lo aseguro, es un mito.

Los mitos tienen alargan su vida mientras no se los destrona, y para eso hace falta evidencias, a favor o en contra. El endeudamiento es la decisión correcta a tomar en este momento de tu vida. Por la simple y sencilla razón de que tenés que vivir bien, y si no te endeudás ahora, difícilmente tendrás la heladera, el microondas, el plasma, el celular, la tablet, y lo demás. Insisto, hay que perderle el miedo al endeudamiento, más todavía en países inflacionarios como Argentina.

Si el miedo es a las tasas de interés, creéme, es infundado. Siempre es bueno endeudarse en este contexto, pero vamos por partes para que empieces a mirar la idea con otros ojos. Vimos que el ahorro es una de nuestras primeras decisiones. Uno ahorra y después gasta, porque el ahorro nunca es el remanente de lo que tenemos. Si uno gana 6.000 pesos y decide ahorrar 500, lo primero que hace es justamente… ahorrar 500 pesos.

Si primero te ponés a gastar y después rezás para que te sobre algo, lo más probable es que eso no pase nunca, o que un mes lo consigas y otro no. Lo importante del ahorro es que sea sistemático, por eso siempre hablamos de ciertas reglas de oro, sencillas y muy eficaces, para poder llevar a cabo algo que, en apariencia, suena muy sencillo. Una de ellas es la típica de ahorrar el dinero del aguinaldo, también llamado Sueldo Anual Complementario. Conviene tener este tipo de reglas básicas a la hora de pensar en el ahorro. Y si no tenés el más mínimo control en ese terreno, podrías ir pensando en un seguro de ahorro de retiro. Es un dinerillo que automáticamente vas poniendo en la tarjeta de crédito como si fuera un gasto, y eso, que ni siquiera vas sintiendo, se va acumulando con el tiempo. Y al final de tu vida, cuando ya no tengas tantos ingresos, al menos vas a disponer también de esos pesos.

Recordá siempre que endeudarse no es una mala palabra. No tengas miedo de estar endeudado hasta las manos a los 28, más bien todo lo contrario, preocupate si no tenés deudas. Distinto es el hecho de que estés muy endeudado a los 50, ahí sí te diría que tuvieras cuidado.

Entrando en esta etapa, las deudas que adquiriste entre los 30 y los 50 años comienzan a cancelarse. Ya vas pagando varias cuotas y estás en los últimos años de los préstamos más grandes que tomaste. Paradójicamente, por lo mismo tu capacidad como sujeto de crédito vuelve a incrementarse. Es cuando los bancos empiezan a llamarte para ofrecerte préstamos personales, de más corto plazo (unos cinco años, aproximadamente). Pero ¿cuál sería el objetivo de endeudarte ahora? Eso va a depender de tu situación particular. (…) Estás llegando a esta etapa sin haber logrado tener la casa propia. Estuviste cerca o tal vez no tanto. En este momento, si bien no accederás a préstamos con muchos años de plazo, quizá sí puedas tomar uno de corto plazo al que sumarle algunos ahorros y, de ese modo, adquirir un departamento que te guste.

En cualquier caso, no conozco a nadie que en un país como el nuestro, se haya endeudado en pesos y le haya ido mal. Por supuesto que estoy hablando de situaciones normales, en las que la pérdida de la fuente de ingresos (pérdida del empleo) rompe con cualquier análisis, en cualquier parte de nuestro sistema solar.

La inflación, con el consiguiente deterioro del poder adquisitivo, está lejos de convertirse en un ancla para que crezcas en lo que a necesidades básicas se refiere, sólo se trata de repensar la situación, analizar tus propias variables, y animarte a tomar riesgos, del tamaño  que tu coraje te permita.

O tu bolsillo.