viernes, 25 de abril de 2014

La inacción de Kicillof y las consecuencias para el BCRA

Por Ariel Torres



La política monetaria de un país es un tema complicado y de particular cuidado, y ha tomado protagonismo desde la devaluación del Peso en enero pasado. El BCRA aumentó la tasa de interés llevándola al 30% anual para la Letras, absorbió gran cantidad de pesos en enero y febrero (38.000 millones de pesos), obligó a los bancos a liquidar sus dólares y anclo el Dólar Oficial en $ 8 para calmar a los mercados. Hubo también una especie de “trabajo sucio” que tuvo que hacer el presidente del BCRA, “pisando” pagos de importaciones ya ingresadas al país por más de 4.500 millones de dólares que aún no fueron contabilizadas, para evitar mostrar una perdida mayor en las reservas internacionales.


Sin esa “contabilidad creativa”, las Reservas Internacionales reales hoy rondarían apenas los 23.300 millones de dólares. Así llegamos a la tregua cambiaria y al mes de liquidación fuerte de la cosecha de soja.


Estas medidas implementadas por el BCRA no son sostenibles en el tiempo, puesto que el problema inflacionario tiene su origen en la Política Fiscal. Por ello, el éxito de la Política Monetaria está subordinado a las medidas que se tomen en el Ministerio de Economía. Aunque las autoridades del Banco Central hagan bien la tarea, es menester que Kicillof acompañe por el flanco Fiscal.

Para ponerlo en nombres propios, si Kicillof no hace los deberes, Fábrega fracasará.

En Economía, pretender corregir los desequilibrios mediante la suba de las tasas de interés y la absorción de circulante, es hacer el trabajo a medias. Muy a medias. Difícilmente el BCRA podrá seguir absorbiendo pesos como lo hizo en el primer bimestre del año. A esto hay que sumarle que el gasto público viene creciendo a una tasa de 42% interanual y los ingresos están muy por debajo de ese número. Es más, vienen desacelerándose. La recaudación tributaria en marzo comparada con mismo periodo de 2013 creció un 31,1%, mientras que en enero lo venía haciendo al 37,8%.

El déficit fiscal acumulado en el primer bimestre del año fue de 4.800 millones de pesos. Solo el déficit fiscal de Febrero es equivalente a la mitad del “ahorro” que obtendría el Gobierno tras quita en los subsidios al consumo de gas. En 2013 los subsidios a empresas de servicios públicos en 2013 llegaron a los 143.000 millones de pesos y los recortes anunciados a los subsidios al gas son solo 10.000 millones (un 7% del total). De allí lo irrisorio de las medidas, para solucionar los desequilibrios fiscales.

Eso sin tener en cuenta el déficit cuasi fiscal. Hoy el BCRA emite Letras para continuar asistiendo al Tesoro Nacional. El stock de Letras del BCRA (Lebacs y Nobacs) es de 150.000 Millones de Pesos y la tasa de interés que se comprometió a pagar es cercana al 30% anual con un el plazo de vencimiento promedio de 135 días. Quiere decir que el BCRA en el corto plazo tendrá que emitir más Letras en el futuro para pagar las actuales con sus respectivos intereses (aproximadamente 15.000 millones), endeudando más al BCRA o, lo que es peor, directamente emitir los pesos para poder pagar esa tasa de interés, exacerbando el problema inflacionario. El presidente del Banco Central sabe que de seguir esta política sin correcciones fiscales, estará “comprando más inflación futura”. Por ello, la política monetaria ya va encontrando su propio límite.

Indirectamente esta política de tasa de interés alta con dólar anclado favorece a la especulación y otorga grandes ganancias financieras de corto plazo, dejando relegada a la economía real.


Pero analicemos detenidamente el comportamiento de estas políticas:
Hay exceso de Pesos ¿Cómo retira los pesos que “sobran” el BCRA?

1) Cuando hay “exceso de pesos” en el mercado, el BCRA coloca Letras, con una tasa de interés, esterilizando la plaza. Es una política monetaria contractiva. En los primeros 100 días de 2014 la absorción de Pesos vía Letras del BCRA fue de 38.361 Millones de Pesos. Es un dato bueno si lo comparamos con los 14.321 Millones de Pesos que retiró en los primeros 4 meses de 2013. La mayor tasa ofrecida y la absorción de pesos permitieron quitarle presión al tipo de cambio paralelo en un contexto de mucha incertidumbre.

2) Obviamente, la caída de reservas no es una buena noticia, pero en 2013 la caída fue fenomenal, y funcionó como un mecanismo de política monetaria contractiva, ya que cada vez que el BCRA vende un Dólar retira pesos del mercado. Durante lo que va de 2014 se revirtió esta tendencia. El BCRA está comprando Dólares lo cual incrementa a cantidad de pesos de la Base Monetaria. El aumento por compra de Dólares fue de 11.696 Millones de Pesos contra los 1.765 millones de pesos en el mismo periodo de 2013.

3) Si el Tesoro Nacional no alcanza a cubrir los gastos con los ingresos corrientes el BCRA lo asiste, emitiendo pesos. Si el Gobierno tuviera las cuentas fiscales equilibradas, no necesitaría tanta emisión y ayuda del Banco Central. El incremento en la Base Monetaria fue gigantesco llegando a 14.573 Millones de Pesos en los primeros 100 días del año.

En pocas palabras, la colocación de Letras es el único de los 3 ítems que sigue marcando una política contractiva en el BCRA. En parte, la mayor absorción se debe a la mayor tasa de interés que hizo atractivo a este instrumento con rendimiento en pesos. Por el contrario, la compra de Dólares incremento en 10.000 millones de pesos más a la base monetaria. Mientras que la asistencia al Tesoro por parte del BCRA se ha multiplicado por 7(siete) comparando los primeros 4 meses de 2013 contra lo transcurrido del 2014. En 2013 la asistencia fue de 1.974 Millones de Pesos y en lo que va del año fue de 14.753 millones de pesos.

Históricamente, la dinámica de la base monetaria en Argentina es similar año a año por cuestiones de estacionalidad. En diciembre siempre hay un incremento grande de la cantidad de pesos circulado, principalmente por pago de aguinaldos. Sabemos que la mayor absorción de pesos del BCRA se produce en el primer trimestre del año, para luego crecer poco entre abril y junio. Y por último, volver a subir fuerte en el mes de julio, nuevamente por el pago de aguinaldos y continúa la suba entre Agosto a Diciembre.
Varios analistas destacan la exitosa Política Monetaria contractiva del Banco Central y el giro en su política, pero este éxito parece no reflejarse en los números y la dinámica de la base monetaria, la cual es bastante similar a los años anteriores. Salvo en un punto: la tasa de interés (de las Letras) que ha subido más de 10 puntos.

En 2013 la base monetaria inicio el año en 305.407 millones de pesos y tuvo su pico mínimo en 279.360 millones, un caída del 8,5%. Para luego subir de mayo a diciembre finalizando el año con 377.197 millones (35%).

En el inicio de 2014 la Base Monetaria era de 378.160 millones de pesos luego cayó hasta su mínimo del año 330.477 millones (12,6%). Y al 11 de Abril (último dato oficial) llegó a 361.512 millones lo que representa una suba de 31.000 millones, un 9,3% más que en su pico mínimo.

Si el BCRA continúa con este comportamiento que es muy similar al año pasado, la base monetaria podría llegar a 450.00 millones a fin de año con reservas que apenas puedan mantenerse en este nivel de 27.000 millones de dólares, lo que da un ratio Base Monetaria/Reservas insostenible para la actual política cambiaria.


Mi conclusión es que las autoridades monetarias van entrando en un callejón sin salida de la mano del Ministro de Economía, Alex Kicillof. Puede que en el mes de mayo vaya disminuyendo marginalmente la tasa de interés, pero después de ese mes no tendrá mucho margen para bajar como pretenden desde Economía. El stock de “pesos sobrantes” ya tocó su punto mínimo -a fin de febrero- por lo cual se avecinan meses donde indefectiblemente se incrementara la cantidad de circulante y –consecuentemente- aumentará la presión sobre el tipo de cambio. En un punto, al BCRA sólo le quedará mantener la tasa, a costa de más recesión, o tendrá que cambiar el esquema de anclaje del Dólar, para volver al de las micro-devaluaciones, y así preservar las reservas internacionales.

miércoles, 23 de abril de 2014

Temores

Por Ariel Torres


Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo. 



Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento. 


Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan. 


Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo. 


Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer. 


Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras. 


Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo. 


Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.

Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo. 






Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día. 


Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental

y ya no puede herirme más.

Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella. 


Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una 

metamorfosis antes de volar. 


Hagamos que nuestras vida cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no
olvidemos que al final siempre hay algo más. 






Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.


Digo.

La burbuja cíclica del endeudamiento externo argentino

Por Ariel Torres



En temas macro y micro económicos, la Argentina es un país que asombra todo el tiempo. Y no precisamente para bien.

Para salir a colocar bonos y que el mundo nos compre, hay que sentarse a negociar con el Club de París, amén de que el hecho de que la Corte Suprema de los Estados Unidos tenga una posición naturalmente salomónica ayuda bastante. Así, el país recibe sin problema 5.000 millones de dólares, que dicho sea de paso son los que le debemos a Repsol, moneda más, moneda menos. Hay bancos y fondos internacionales ansiosos por prestarle a la Argentina, puesto que sigue teniendo un Riesgo-País entre los más altos del mundo.

Esto sucede por al menos dos razones:

La primera y más relevante a mi entender, es la voluntad de pago. Es sabido que la sociedad argentina no castiga a ningún Gobierno que deje de pagar una deuda. Los créditos están para pedirse, pero no para pagarse. Ningún candidato que diga que va a pagar su deuda suma muchos votos. Se paga mientras no implique ningún esfuerzo. Si lo implica, se puede rever. No olvidemos que la Argentina fue responsable no solo del principal default de una nación en el mundo, sino que su parlamento aplaudió de pie el no pago de la deuda.

La segunda razón, es su capacidad de pago, que cada vez es menor. Pareciera      que a los analistas les da lo mismo que el BCRA tenga 40.000 millones de dólares de reservas que 25.000 millones. Definitivamente no es lo mismo puesto que hay numerosos vencimientos de deuda, y un saldo comercial decreciente.

De allí que para prestarle al país, la tasa de riesgo es altísima, algo directamente proporcional al costo de pedir dinero prestado.

Cada vez que me refiero al tema, surgen preguntas sobre el costo de prestarle a la Argentina, y las maneras de evaluar eso. Entonces lo simplifico preguntando cuántos de los asistentes estarían dispuestos a entregar sus ahorros en dólares y recibir a cambio un bono del gobierno argentino a pagarse en 10 años. Hasta ahora no he obtenido un solo sí. De allí que los argentinos están en general esperando que algún fondo internacional coloque deuda para que nosotros hoy podamos comprar dólares baratos. Es como raro el esquema. Pero lo más grave es que tendemos a creer que no hay nadie en el mundo que haga este mismo análisis. Ilusos de toda ilusión.



Es por eso que en la comunidad económica internacional, sabemos que el único camino para conseguir dinero en montos importantes, a plazos razonables y con tasas sustentables, se llama FMI. Sin ese organismo como coordinador y como prestador es difícil pensar en algo que no sea más que una burbuja.

Y una burbuja argenta puede llegar a ser en extremo destructiva, especialmente para los argentinos. La realidad es que el país no va a recibir fondos frescos hasta que no arregle con el FMI un plan integral.

Recordemos que el exceso de voluntarismo siempre está asociado al fracaso.


martes, 22 de abril de 2014

El liberalismo y su deuda con la igualdad




Las naciones de nuestros días no podrán evitar que en su seno las condiciones no sean iguales; pero depende de ellas que la igualdad las conduzca a la servidumbre o a la libertad, a las luces o a la barbarie, a la prosperidad o a la miseria.

Con esas palabras proféticas cerraba Alexis de Tocqueville el segundo tomo de la obra que lo inmortalizaría, La democracia en América.

Más de 170 años han transcurrido desde entonces y no se puede negar lo acertado del diagnóstico. La búsqueda de la igualdad ha sido la clave del desarrollo político moderno, y la misma nos ha llevado tanto a la creación de sociedades libres, prósperas y civilizadas como a verdaderos infiernos terrenales caracterizados por la servidumbre, la barbarie y la miseria. Todo depende de qué igualdad se busque.

Desde que Tocqueville hiciese su certera predicción se han estado enfrentando dos concepciones radicalmente diferentes de la igualdad: la socialista y la liberal. La primera ha conducido, allí donde se ha impuesto, a la limitación o incluso al arrasamiento de la libertad individual. La segunda ha buscado, no siempre con éxito, hermanar igualdad y libertad: cuando lo ha logrado, el progreso ha sido extraordinario; cuando ha fracasado, ha creado las condiciones para el florecimiento del igualitarismo socialista.



La concepción socialista se propone alcanzar la igualdad mediante la creación de seres humanos iguales, es decir, formados en el mismo molde y con condiciones similares de vida. Para lograrlo, el control de la educación es clave. Este ha sido el elemento común a todos los socialismos, ya sean de corte socialdemócrata (evolutivo) o marxista-leninista (revolucionario): el hombre nuevo del socialismo lo forma el Estado docente, que monopoliza y uniforma la educación desde la más temprana infancia hasta la adultez.

Junto con ello se debe socializar el consumo (como decían los ideólogos socialdemócratas suecos de los años 30), ya sea de golpe, como en las revoluciones comunistas, que para ello se apoderan de todo el aparato productivo; o paulatinamente, como en los regímenes socialdemócratas, que mediante un alza sostenida de impuestos van transfiriendo el poder sobre el consumo, y con ello sobre la conformación de formar nuestras vidas, de manos de los ciudadanos a las de los políticos y sus tecnócratas. En esta perspectiva, la igualación de los ingresos es un objetivo secundario, ya que lo decisivo para el socialismo es, más allá de lo que dice su retórica, cómo se usan los ingresos y no su igualación. Es una cuestión de poder y no de pesos más o pesos menos.

Los resultados de este afán igualador han variado. Cuando se ha aplicado plena y consecuentemente, ha conducido a la barbarie y la miseria de los totalitarismos comunistas. Aplicado paulatinamente, condujo a enormes Estados, llamados "del Bienestar", que han terminado hundiendo a Europa Occidental en el marasmo y la crisis. El problema de fondo es que en ambos casos se ha sacrificado, total o parcialmente, la libertad individual y, con ello, la diversidad y la creatividad humanas, que son la base imprescindible del progreso.

Por su parte, el pensamiento liberal contemporáneo ha tratado de enfrentar el desafío de la igualdad de forma tal que amplíe la libertad y la diversidad. Su punto de partida es el valor o dignidad igual de los individuos y sus proyectos de vida. Por ello trata, por una parte, de limitar las intervenciones políticas que nos impongan formas de vida ajenas a nuestra voluntad. Por otra parte, reconoce la necesidad de ir más allá de la igualdad ante la ley buscando darles a todos un acceso justo a las premisas o condiciones del ejercicio de la libertad.

Para un liberalismo moderno, nadie debe quedar excluido de la posibilidad de realizar sus potencialidades ni del uso de su libertad por razones ajenas a su voluntad, como lo son sus condiciones de nacimiento u otras similares. En este caso existe el deber de la solidaridad, es decir, de redistribuir parte de la riqueza de una manera que cree una igualdad básica de oportunidades que haga legítimas las disparidades que naturalmente se producirán en una sociedad libre. Cuando los liberales no han advertido la importancia clave de este aspecto o no han apostado decididamente por emparejar la cancha han terminado deslegitimando su propia causa y abriéndole las puertas a la igualdad de resultados propia del socialismo, con todas sus consecuencias destructivas para la creatividad y el dinamismo sociales.



Ahora bien, desde una perspectiva liberal es muy importante la forma en que se realiza esta redistribución dirigida a crear una igualdad razonable de oportunidades. Lo que se busca es dar más poder a los individuos, apoderarlos, y no aumentar el poder que otros ejercen sobre ellos. Esta es la diferencia clave con el pensamiento socialista, que apodera al Estado y somete a los individuos para hacerlos iguales. Es en base a este ideal de igualdad, que potencia la libertad y la diversidad, que debemos y podemos enfrentar al socialismo contemporáneo.

De ello dependerá si nuestros países se orientan, con las palabras de Tocqueville, hacia la servidumbre o a la libertad, a las luces o a la barbarie, a la prosperidad o a la miseria.

miércoles, 16 de abril de 2014

Populismo, lealtad y confrontación

Por Ariel Torres



Subsidios casi sin control, y confrontación, mucha confrontación, han sido los pilares fundamentales del modelo kirchnerista populista a lo largo de la denominada “década ganada”. La estrategia de confrontación ha sido siempre esencial para sustentar la división del electorado entre “nosotros” (los buenos) y “ellos” (el resto). El manual del buen populista requiere una cuidadosa elección de con quienes confrontar para no infligir un daño considerable en respuesta y generar una adhesión fuerte entre los elegidos como “nosotros”. En general, apelar inicialmente a sentimientos ya existentes en la población, de origen nacionalista, racista o conspirativo, algo que generalmente da buenos resultados.

Claro que es un arma de doble filo. Como “ellos” ya estaban en el imaginario colectivo, el impacto inicial del anuncio se diluye más pronto que tarde ya que realmente no hay nada nuevo y la gente comienza a pensar que todo es “más de lo mismo”. Además, si bien cada uno de los confrontados no es un peligro inmediato y su linchamiento genera euforia entre los “buenos”, siempre quedan rastros de ellos y con el correr del tiempo los enemigos se van sumando y potencialmente la suma de ellos puede convertirse en un peligro para cualquier régimen populista.
El costo de la confrontación tiene básicamente dos aristas:
1- Se genera un nuevo enemigo que se suma al pool de una potencial oposición.
2- Los sectores confrontados disminuyen su nivel de actividad e inversión o son directamente absorbidos por el Estado. Esto reduce el nivel de actividad y aumenta el gasto público. Para que los “nosotros” sigan contentos se requiere de un nivel de confrontación creciente o directamente darles más satisfacciones a través de empleos y/o transferencias que implican un mayor gasto público.

Son cada vez más los enemigos creados por la propia dinámica del populismo confrontativo, como así también menor nivel de actividad, mayor necesidad de gasto público y menor base impositiva. En Argentina este círculo vicioso se vio retrasado por los extraordinarios términos de intercambio experimentados. Pero una década es mucho tiempo para un sistema que lleva en sí mismo las semillas de su propia destrucción.
Algunos medios independiente, no obstante, han continuado revelando los evidentes desequilibrios del sistema, tales como los desmadres de la Secretaria de Comercio, la inseguridad, la droga, el desabastecimiento, la desinversión y la inflación verdadera creciente.  Semejantes variables se han convertido en una especie de profecía autocumplida, generada por el modelo y con un poder político quizá mayor que el de toda la oposición. Una de las inconsistencias más costosas del “modelo” fue la política de subsidios a los servicios públicos y una amplia variedad de planes asistenciales, algunos de ellos correctos en su concepción, pero muy mal implementados.
Los subsidios ya no son genuinamente financiables y afectan fundamentalmente a los sectores de bajos ingresos que aún apoyan el modelo populista confrontativo. Sacarlos implica perder el apoyo de los únicos que aún no han sido confrontados y dejarlos implica convalidar una trayectoria potencialmente explosiva en la tasa de inflación. Las paritarias de este semestre actúan como un factor multiplicador de los desequilibrios del modelo y han puesto al sector sindical en un rol de confrontador con el gobierno.
En el actual escenario contextualizado, la única aparatente respuesta del gobierno parece ser la de durar hasta 2015, con pequeñas correcciones de timón de manera tal de dejar el costo político del ajuste al peronista opositor que los suceda y de esta manera dejar abierta la puerta para un retorno cada vez menos probable. Recortar apenas los subsidios como para no tener un problema fiscal, parece ser un acierto, si no fuera por la distorsión inflacionaria que provoca, exasperando las demandas salariales. Y aun falta tocar electricidad, transportes, Aerolíneas y tantos otros.



Con pequeñas devaluaciones se acompaña un camino ya trazado de abulia económica, con control de cambios, y una incipiente pero firme estanflación. El BCRA se empieza a endeudar para esterilizar la emisión monetaria generada por los subsidios, una ya demostrada política peligrosa pero una suerte de camino más corto que ayude a llegar al 2015 y dejar la mochila de deuda al próximo.
A esta altura de los hechos, el “modelo” no cierra. Inflación altísima y creciente, tarifazo tenue pero continuado, paritarias con sindicatos nerviosos y un nivel de actividad reducido, son una combinación insostenible durante 18 meses. El control de precios no es una alternativa viable para un período tan largo, puesto que no hay ejercicio similar en el mundo que haya durado más de 6 exiguos meses.
Este gobierno no escucha consejos ni opiniones que surjan de sectores que no piensan igual, por eso creo que los errores ya se cometieron y se deben pagar los costos, económicos y políticos. La incógnita de quien los pagará y cuándo, parece develarse con la inacción de los actores. Sería recomendable que los opositores tomaran nota de lo que viene, porque cuando al populismo se le acaba la plata y las lealtades, lo único que le queda es la confrontación.


viernes, 11 de abril de 2014

Venezuela no es un experimento

Por Ariel Torres



Si bien es acertado pensar que lo peor aún no ha llegado, lo que está sucediendo en Venezuela tenía que pasar, y pasó. Certeramente puede decirse que el castrochavismo será recordado como autor del más lacerante experimento económico latinoamericano, como pocos se recuerdan.

Podrían ser la sexta economía del mundo, sin pestañear, y la reina absoluta del Caribe; sin embargo eligieron ser miserablemente pobres. Y entiéndase que la miserabilidad de Venezuela no tiene que ver con el tema económico, solamente. Más bien es casi un tema antropológico, porque es una verdadera hazaña haber convertido en paria a una nación con recursos naturales increíbles. Habiendo tanta pobreza en tantas partes, en pocas tiene que pelear la gente, a dentelladas, por una caja de leche, por un kilogramo de harina o por un pedazo de carne.

Nadie me ha contado nada. Lo he visto y palpado con mis propios ojos y manos.

No es simple ni azaroso convertir en despojos una de las más organizadas, pujantes y serias empresas petroleras del mundo, como lo ha sido Pdvsa. Llevar a la insolvencia una nación ante las líneas aéreas, los proveedores comerciales y los que suministran material quirúrgico y hospitalario no es cosa que se vea a menudo. Arruinar al campo y la industria, el comercio y los servicios, la generación eléctrica, la ingeniería, la banca y las comunicaciones es tarea muy dura –e incomprensible-, cuando se recuerda que la sufre el país que tiene las mayores reservas petroleras probadas del mundo.

Con prisa, y sin pausa, en una suerte de espiral hacia el desastre, el gobierno castrochavista tuvo que proceder al sacrificio de todas las libertades, a la eliminación paulatina del pensamiento y la conciencia, a la casi extinción de las instituciones, del periodismo, de los partidos, de la universidad, de los gremios, de los sindicatos. Pareciera cumplirse el implacable designio de los ancianos inspiradores del sistema, Fidel y Raúl Castro, que una vez más han demostrado su audacia, su carencia total de consideración y respeto por los valores más caros de la especie humana, pero también su falta absoluta de talento.



No se entiende de otra manera, puesto que llevar a Venezuela a la ruina total es matar su propia fuente de subsistencia, moviendo los resortes del fanatismo más recalcitrante, de los odios más cerriles, de los desquites más torpes. Quizás sea cierto –después de todo- aquella teoría mía de que Chávez quería convertir a Venezuela en un caso único de socialismo en el mundo, y quedar como líder absoluto de la izquierda latinoamericana. Ese sueño murió con él apenas supo de su enfermedad. Hombre débil, al fin. Allí los Castro supieron que habían ganado la batalla.

A esta altura de las cosas, queda bien sentado el hecho de que Nicolás Maduro tiene la inteligencia y el tacto político que exhibe en cualquiera de sus discursos. Pero al fin de cuentas es un pobre rehén de los intereses inconfesables de la clase corrupta que ha llevado a Venezuela a su perdición. Si dejara de ser payaso, si ese títere fuera libre, hasta de sus carentes condiciones de estadista pudiera esperarse algún acto de rectificación, algún gesto de apaciguamiento, alguna voluntad de comprender el desastre y de corregirlo.

Sin embargo, Maduro es el primer esclavo de las atroces pasiones que dominan en Venezuela. Los saqueadores de esa gran nación no están dispuestos a que nadie ensaye el menor examen de su conducta. En los antros del delito se pierde todo, empezando por el pudor.



Ese pueblo que tanto respeto merece, está en las calles, dispuesto a hacerse matar. Y lo están matando. La juventud estudiantil, que sabe cerrados los caminos del porvenir, le apuesta a cualquier cosa, menos al continuismo cobarde. Los empresarios lo perdieron todo hace rato. No tienen cuentas para hacer. Y los “enchufados” del sistema ven con horror que el régimen ya no tiene mercados para comprar sus conciencias.

El absurdo e ilegítimo gobierno de Venezuela se va a caer, porque se tiene que caer. No podría subsistir sino como ha subsistido: amordazando totalmente al pueblo, imponiendo cartillas de racionamiento, levantando una especie de muralla, como el del Che Guevara en La Cabaña. Definitivamente no están dadas las condiciones para que el mundo soporte estas afrentas.
Una Cuba, a América le basta y sobra.

Y en la vecindad, ante esta catástrofe, el presidente Santos no ofrece más que su silencio perplejo. Se debate en un incómodo status quo, ya que si sigue ofendiendo a ese pueblo, tendrá un enemigo formidable. Y si ofende a Maduro, se le cae el proceso de paz. Es la natural consecuencia del primero de sus torpes actos, el de tomar por nuevo mejor amigo a un tirano despreciable. 

El segundo error ha sido el de montar un proceso que llama de paz sobre los hombros caducos de unos patriarcas en su ocaso. La remozada osadía de Capriles en el llamado a “diálogo” de Maduro y sus secuaces, diciendo en voz bien alta las cosas como son, dirigiendo su directa mirada al cuasi dictador, ante una bien burócrata audiencia, indican que la paciencia de los que piensan ha llegado al límite.



Y la tolerancia de los que sienten, también.

jueves, 10 de abril de 2014

De qué hablamos cuando hablamos de Capitalismo de Estado


La palabra  capitalismo se ha prestado, y desde épocas posteriores a Karl Marx  (quien habría sido el más prolífico divulgador del término) a interpretaciones  de las más variadas y contrapuestas en su significado.
A continuación, vamos a  examinar someramente algunos de los distintos sentidos que se le han dado a la  fórmula compuesta por las expresiones capitalismo, por un lado, y  estado, por el opuesto, y que es lo que han pretendido obtener los autores  que emplearon este enunciado con la fusión de ambos vocablos.

Comencemos con la  visión de un socialista al respecto:

En los países de capitalismo privado  monopolista la clase obrera dispone de un mínimo de libertades  democráticas… y que son, aunque limitadas, suficientes no sólo para tomar  conciencia de la explotación a que es sometida, sino también para organizarse y  luchar contra ella. En cambio, en los países de capitalismo de estado  burocrático, mal llamados ‘socialistas’, la clase obrera no dispone  de esas posibilidades. No puede hacer huelga. Sólo puede organizarse en  sindicatos que son meras correas de transmisión del aparato estatal y del  partido único, y comparados con los cuales eran auténticos paraísos  democráticos los sindicatos verticales de la dictadura franquista.

Estas palabras revelan con total claridad el grado de confusión conceptual y  terminológica que tienen todos los socialistas (marxistas o no marxistas) sobre  el verdadero significado de la palabra capitalismo. El capitalismo,  desde luego, es privado si se entiende desde el punto de vista de los  derechos de propiedad. Pero es público en tanto y en cuanto se visualizan  los extraordinarios y enormes beneficios del sistema para el conjunto de la  sociedad donde se aplique. Esto último es lo que descarta por completo la calificación  de monopolista (que no es más que un mito). Recordemos que los monopolios,  si bien escasamente posibles, son extremadamente raros en un sistema  capitalista.


Por lo demás, el  capitalismo privado -dicho sea de paso, locución  más que redundante- es la antítesis de la explotación de la clase  obrera, a la que sí se la somete en los sistemas socialistas. Parece que a lo que quiere referirse bajo el rótulo de capitalismo de  estado burocrático, no es más que -lisa y llanamente- socialismo y  comunismo, sólo que no desea reconocer que el socialismo no es otra cosa  diferente a un paso previo al comunismo. Y todo esto, sin entrar a cuestionar  lo inexacto de pensar en los obreros como una clase social. Lo que  indudablemente está mal es llamar a los países socialistas con la rebuscada  fórmula capitalismo de estado burocrático, que no es más que una  contradicción en términos, donde la primer palabra capitalismo es  la antinomia del estado burocrático.

Los alemanes de  posguerra padecían de la misma confusión:

Los sindicatos alemanes reunidos en  la Conferencia de las Cuatro Zonas, en mayo de 1947,  reclamaban la instauración de una economía planificada y  dirigida. La propia Democracia Cristiana (CDU) de la zona ocupada por  las fuerzas británicas señalaba en su plan de agosto de 1947 que la  planificación y el dirigismo en la economía parece que serán indispensables por  un largo período, aunque también reconocía los peligros de un  capitalismo de estado para la libertad política y económica de los  individuos. En contraposición, el Partido Liberal (FDP) declaraba que “las  necesidades de la población serán mejor satisfechas por medio de un sistema que  incentive la producción mediante un sistema que dé prioridad a la libre  iniciativa y elimine el sistema económico en poder de la burocracia.

Parece que los  sindicatos y la CDU añoraban el nazismo del cual terminaban de salir (si bien la  CDU se mostraba algo más prudente), lo que contrasta con la afirmación de  muchos, que dicen que Hitler no contaba con demasiados seguidores hacia el  final de su caída (y hasta hay liberales que afirman que fue un  error combatir a Hitler). Más allá de esto último, la cita denota  nuevamente el empleo de la expresión "capitalismo de estado" como  sinónimo de comunismo y/o socialismo.

Otros autores,  enfatizan la sinonimia de la fórmula en estudio con lo que se llama estado  totalitario, en palabras como las siguientes:

En cualquier caso, si es que las revoluciones  modernas son concebibles, hay una presunción de que por las mismas razones que  le obligan a ser totalitario, el capitalismo de Estado corre mayo­res riesgos y  necesita defensas más poderosas contra la revuelta que los Estados que no poseen,  sino que meramente distribuyen lo que otros poseen.

Ironizando un poco sobre la alocución:

En años recientes se descubrió un  nuevo término para aquello que quedaba encubierto por la expresión  “economía planificada”: Capitalismo de Estado, y no pueden caber  dudas que en el futuro todavía surgirán muchas otras proposiciones para el  salvataje del socialismo. Aprenderemos muchos nombres nuevos para la misma  cosa. Pero lo que importa es la cosa, no sus nombres, y todos los esquemas de  este tipo no lograrán alterar la naturaleza del socialismo.


Sirva entonces todo lo anteriormente transcripto para  revelar el grado de desconcierto y desorden conceptual que anida en la mente de un  socialista y/o comunista.