Afuera
ruge la ciudad por los cortes de luz y la explosión de precios, y el hijo de
CFK recibe a su interlocutor para darle algunas indicaciones de parte de "la Jefa ". Así llama a su
madre en la intimidad y ante terceros: la Jefa quiere esto, la Jefa te pide aquello. "Acá
no pasa nada", le dice Máximo a un dirigente peronista que lo visita en
Olivos Máximo está en operaciones, cogobierna día y noche con Cristina, y es el
verdadero jefe de Gabinete en las sombras.
Conviene
a todos pensar que la gran dama sigue lejos del timón, cuidándose de los
disgustos y el estrés, y que Capitanich la reemplazó en las principales tareas.
Eso, que empezó siendo una cierta verdad, hoy es simplemente una mentira. El
chaqueño tenía hace veinte días el volumen de un gobernador y hoy tiene el
tamaño de un subsecretario. Pasó de la consistencia del acero a la liviandad
del papel en muy poco tiempo, y la idea de que encarnaba un "nuevo
gobierno" terminó de volar por los aires el mismo día en que se incendió
Córdoba.
Máximo,
en cambio, siempre estuvo. Siempre está. "Todo este quilombo fue armado
por los grupos de poder -le explica con calma al dirigente que comparece en el
palacio-. Si llegamos bien al Mundial, zafamos porque cambia el clima social,
la gente está en otra cosa, y además porque a mitad del año nos entra algo de
guita; también por YPF. El quilombo de estos días es porque saben que llegamos
enteros a 2015 y nos están saboteando. Pero tenemos el 30 por ciento del
electorado. Gente de fierro que nos sigue en todo, y que nos permite estar en
buenas condiciones para negociar con cualquiera que venga."
El
hijo presidencial intenta transmitir fortaleza en un momento de inquietante
debilidad. Pero a la vez cree profundamente en lo que afirma. Los males de la
economía son producto de una conjura, la plata terminará llegando y nuestra
veleidosa sociedad saldrá finalmente de la epidemia del malhumor. Esta visión
de campo, y no un desvarío personal, explica acabadamente cómo fue posible
autocelebrarse con loca alegría y retumbante percusión mientras se apilaban
catorce muertos en la
República incendiada. Salvamos a la Patria , somos la Verdad , no tenemos la culpa
de lo que sucede y contamos con combustible suficiente como para garantizarnos
un buen aterrizaje. Es más, no hace falta realizar una cirugía mayor en la
economía; apenas colocar alguna curita aquí y allá, y aplicar algún torniquete.
Esta
lógica prenuncia, en el escenario más optimista, una larguísima y pesadillesca
mediocridad. Un tobogán por el que los argentinos iremos deslizándonos
penosamente hacia abajo mientras le prendemos una vela a Messi y otra al Kun
Agüero. Tal vez Máximo, después de todo, tenga algo de razón. Somos una
sociedad frívola, y las bases del kirchnerismo puro han demostrado tener un
estómago a prueba de caimanes. Ese colectivo es una mezcla de empleos,
subsidios, ilusiones, mantras y mística religiosa: está siempre dispuesto a
defender cualquier adefesio, aun hoy cuando el capital simbólico se cae a
pedazos.
La
imagen de la semana fue una foto en la que tres gendarmes del gobierno nacional
y popular protegían un supermercado del eventual asalto de los pobres durante
las vísperas navideñas. El hecho central que mantuvo ocupado a los intendentes
"progresistas" consistió en repartir comida y materiales en las barriadas
humildes, y en prometerles el paraíso contante y sonante a los punteros para
que sofrenen a menesterosos ahorcados por la carestía. El dato político
relevante lo protagonizó el lazo progre del kirchnerismo y consistió en entronizar como
jefe del Ejército a un general de Inteligencia -sospechado por el CELS,
Pérez-Esquivel, Horacio González y Nora Cortiñas- de haber mantenido relaciones
carnales con la dictadura militar. El dato crucial de estos días es que la
clase trabajadora organizada, la columna vertebral de punta a punta y en
extraña unanimidad, desde los Gordos hasta los flacos, desde Caló hasta Moyano
y la CTA , se
manifestaron en contra del modelo desinflado.
La
noticia más impactante devino de una investigación periodística que deja al
descubierto una maniobra financiera realizada por el principal contratista de
obra pública de la Patagonia
para que los hoteles de la familia presidencial fueran maravillosamente
rentables. Ricardo Forster, de todas maneras, declaró que este caso no tiene la
menor importancia. Tampoco el poder ilimitado que se le entregó a Milani.
Todas
estas delicias de la izquierda populista sucedían mientras fallaba la Máquina del Tiempo. Ellos
querían llevarnos a los años del setentismo, y resulta que nos estacionaron en
los peores días de los 80: se corta la luz, fallan los teléfonos, cunden el
descalabro y la fragilidad del Gobierno, crece la inflación y estalla la
conflictividad laboral. Sólo una palabra no pertenece a esos tiempos, y la
pronunció este jueves el gobernador de Corrientes: "Cuasimoneda".
Como las provincias están quebradas y no cuentan con la impresora de la Casa de Moneda para seguir
inventando billetes sin respaldo, y además el Estado que reivindica a los
caudillos federales practica una cerrada gestión unitaria, los patacones pueden
salir del sarcófago si la cosa empeora.
Es un
hecho que la imagen de Cristina cayó 10 por ciento en pocos días y que hasta
los más mesurados sienten vértigo por la velocidad de deterioro de su propio
gobierno. Y también que al Papa lo desvela el asunto.
Bergoglio
está embarcado en una sorda pulseada con sectores ultraconservadores de la Iglesia mundial, gente muy
peligrosa, y no puede dar un paso en falso. No puede permitirse tener un
incendio en su patria mientras lucha por sus resistidas reformas a nivel
planetario. Por eso cada semana se toma su tiempo para operar en la política
argentina a través de emisarios y de interlocutores locales que lo telefonean o
lo visitan. Se preocupó mucho por la salud de la Presidenta , y hasta
realizó discretas gestiones internacionales a favor del país. Francisco tiene
muy mala opinión sobre la performance del largo ciclo kirchnerista y
siente poca admiración por los principales dirigentes de la liga opositora.
Pero hay tres cosas que no le convienen: que la Presidenta abandone
antes de tiempo, que el país entre en una debacle económica y que el
narcotráfico se apodere de la
Argentina a ojos del mundo. Su Santidad quiere
entrañablemente a su terruño, pero no se trata sólo de amor. En el Vaticano al
que se duerme, lo velan.
En
sintonía con este interés hay que leer las tres jugadas de la Pastoral Social y
del Episcopado argentino. Primero denunciaron el avance de los narcos y la
chance cierta de que nos transformemos en México o Colombia, y un mes después denunciaron
el "saqueo de los corruptos". Capitanich fue obligado a calificar ese
concepto de un "discurso facilista" y a pedirle a la Iglesia que busque
corruptos en las corporaciones. A continuación, el oficialismo faltó a la cita
de la
Conferencia Episcopal , donde toda la dirigencia se juramentó
contra el tráfico de estupefacientes.
La
respuesta de Capitanich y la ausencia oficial en esa foto histórica abren la
posibilidad de que pronto toque a su fin la tenue luna de miel entre Cristina y
su benefactor de la Plaza
San Pedro. Ambos discrepan de algo fundamental. Francisco
cree que el país tiene problemas muy graves. La Presidenta , como su
hijo Máximo, está segura de que "acá no pasa nada".
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