Sin eufemismos, es el subsuelo en disputa por excelencia de esta
parte del mundo, y sólo las dudas por el futuro del precio del petróleo han
evitado su erupción. Está en disputa entre los Estados nacional y provinciales,
que quieren quedarse con la renta; entre las petroleras, que buscan ponerle un
pie encima; entre las empresas de servicios, que anhelan fortunas hoy con las
inversiones que sólo a largo plazo retribuirán a las operadores; entre las
comunidades indígenas y puesteros y crianceros (pequeños ganaderos), que
reclaman como propias las tierras sobre la que se asienta; entre militantes
ecologistas, que claman contra el daño del medio ambiente; entre obreros y
ciudadanos que sueñan con vivir mejor. Todo eso ocurre en torno de Vaca Muerta,
la formación de esquisto bituminoso o roca de arcilla, más voluminosa del
hemisferio sur, entre cuyos poros está el crudo y el gas que sólo el método del fracking (fractura hidráulica)
puede sacar.
Ahora
bien, por definición constitucional, Vaca Muerta y su riqueza hidrocarburífera
es de las provincias. De los 120.000 kilómetros cuadrados de la cuenca
neuquina, que abarca sobre todo Neuquén y también algo de Mendoza, La Pampa y
Río Negro, Vaca Muerta se extiende en unos 30.000, la mayoría en superficie
neuquina, aunque también algo en el sur mendocino y el oeste rionegrino.
Los
expertos –entre los que me incluyo- calculan que esta formación está entre 1.000
y 3.000 metros de profundidad, aunque tal vez abarque un área mayor y sea
explotable a lo largo y ancho de 44.000 kilómetros cuadrados, incluido también
algo de La Pampa. A su vez, en casi toda la cuenca neuquina hay otras
formaciones no convencionales explotables con el fracking –aún no
dimensionadas- como Agrio y Los Molles, también de shale o esquisto, y
Mulichinco y Las Lajas, de tight o arcillas compactas.
Otra
historia surge si analizamos a los “dueños” de las concesiones que otorgaron
las provincias en Vaca Muerta. El más serio de los informes al que he tenido
acceso, proviene de Montamat & Asociados, e indica que YPF controla casi la
mitad de los 30.000 kilómetros cuadrados, si se tienen en cuenta sus
participaciones accionarias en las áreas cedidas con permisos de exploración –que
duran entre cinco y nueve años- y concesiones de explotación –que normalmente
son por 25 años con una prórroga de diez, pero en hidrocarburos no
convencionales se habilitaron períodos de 35 años con prórrogas ilimitadas de
diez-. La petrolera estatal suma el 48,2% de Vaca Muerta, incluido 6,2% que
pertenece a Y-Sur, la sociedad que formó para gestionar los activos que compró
en 2014 a la norteamericana Apache.
Otrro
estudio, esta vez de Giga Consulting, calcula que el potencial de Vaca Muerta
se extiende por 44.000 kilómetros cuadrados y que YPF controla, con Y-Sur, el
41% de los acres -la unidad de medida usada en la industria petrolera, que
equivale a 0,4 hectáreas-. En la mayoría de las áreas tiene otros socios. Y en
muchas de ellas está a cargo de la operación.
A mi
entender, la manera más idónea de medir qué empresa pesa más en la formación
neuquina, radica en calcular cuántos kilómetros cuadrados opera cada una,
aunque no cuente con el 100% de las acciones de cada área concesionada. Son las
operadoras las que contratan a las empresas de servicios que harán la
perforación, la fractura y la terminación del pozo, el control de la producción
inicial y el tratamiento de residuos contaminantes. YPF opera el 45% de Vaca
Muerta, según el mismo estudio de Giga Consulting.
YPF, en
alianza con Chevron en las áreas Loma Campana y Loma La Lata Norte, es la única
que hace un desarrollo masivo en Vaca Muerta. Por esta inversión conjunta, la
Argentina ha pasado a ser en 2014 uno de los cuatro únicos países del mundo con
explotación comercial de hidrocarburos de esquisto del mundo, junto con Estados
Unidos, Canadá y China, según un informe del Departamento de Energía
norteamericano. Por eso no es de extrañar que YPF totalice el 86% de los 361
pozos ya perforados, 91% de la producción petrolera y 89% de la de gas en la
formación, según Giga, la consultora de los ingenieros Hugo Giampaoli y
Alejandro Gagliano.
YPF ha sellado
también acuerdos con la química norteamericana Dow y la petrolera estatal
malaya Petronas para emprender proyectos piloto, paso posterior a la
exploración y previo al desarrollo masivo. Este año firmó un memorándum de
entendimiento para asociarse con la china Sinopec, pero aún no está rubricado
el acuerdo definitivo. Eso sí, el presidente de YPF, Miguel Galuccio, admitió
en marzo en la presentación de los resultados de la empresa de 2014 que si la
cotización internacional del crudo se mantiene por mucho tiempo más en los
actuales 45 dólares por barril en Estados Unidos, será difícil que la Argentina
sostenga el actual valor hasta 84% mayor.
El
gobierno de CFK impuso un precio sostén, de 77 dólares el barril del llamado
petróleo Medanito, el de la cuenca neuquina, que con API de 26 podemos decir
que es un crudo de calidad media, y creó subsidios de hasta US$ 6 por barril a
las petroleras que aumenten la producción y la exportación. Son estímulos para
alentar la inversión en un país que busca recuperar el autoabastecimiento
energético, que está siendo financiado por los contribuyentes y los
consumidores que pagan el combustible más caro de América latina, así como en
los primeros años de kirchnerismo abonaban uno de los más baratos.
Galuccio
repite que no produce a pérdida, lo que en el mundo petrolero se sabe como
absurdo, ya que en la actualidad todas las empresas lo hacen en rojo. Las únicas
empresas que ahora ganan son las de servicios, sobre todo las que hacen la
fractura: las norteamericanas Schlumberger, Weatherford, Halliburton y Baker
Hughes (estas dos últimas anunciaron su fusión en noviembre de 2014). Las
perforadoras: DLS, del grupo noruego Archer; la china Sinopec; las
estadounidenses Nabors, San Antonio Pride y Helmerich & Payne (H&P), la
canadiense Calfrac -que también hace fracking- y las locales Venver, Quintana y
Estrella.
Hay
empresas de transporte, construcción y otros servicios que crecen, como TSB,
Contreras Hermanos, Víctor Contreras, Ingeniería Sima, Oil M&S (de
Cristóbal López) o GTC, más conocida como Gabino Correa. También están las de
tratamiento ambiental: Indarsa, Comarsa, EET, Transecológica, Triter y Serma
(otra firma de López).
En el 2013,
YPF y Chevron lograron que Neuquén les extendiera la concesión de Loma Campana
y Loma La Lata hasta 2048. Además, en 2008 el gobierno de Jorge Sapag renegoció
con YPF y las demás petroleras todas las concesiones, que en general vencían en
2017, y las prorrogó hasta 2027. En la actualidad no están negociándose
extensiones en Neuquén, según su subsecretario de Combustibles, Gabriel López.
Alberto Saggese, presidente de Gas y Petróleo de Neuquén (GyP), empresa del
Estado provincial, prevé que las prórrogas comiencen a debatirse en 2020.
GyP es
la segunda petrolera con más acres en Vaca Muerta. Cuenta con el 12,3% de los
30.000 kilómetros cuadrados de Vaca Muerta, según Montamat, o el 11% de los
44.000, según Giga. Pero sólo opera el 1% de la versión extendida de la
formación. Es que GyP fue creada en 2008 para que se quedara con todas las áreas
no concesionadas y para que licitara entre 80% y el 90% de la participación
accionaria en cada una de ellas. En total suma 70 de los 150 bloques, siempre
con participaciones que van del 5% al 20%. Este año comienzan a vencer los
permisos de exploración que se licitaron en 2009 y 2010 y, en caso de que las
petroleras no hayan cumplido con sus compromisos de inversión, deberán devolver
las áreas a GyP. En la actualidad le quedan pocas áreas sin licitar en la
versión acotada de Vaca Muerta, como Apón, La Banda y Catriel Viejo, según
datos del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG).
"Estamos
asociados con cuatro de las petroleras más importantes del mundo: Shell,
ExxonMobil, Wintershall y Total", destaca Saggese. De esas cuatro, la
anglo-holandesa, la norteamericana y la alemana ya han comenzado sus planes
piloto, mientras la última, francesa, aún se encuentra en etapa exploratoria.
"El precio internacional del petróleo no afecta los planes piloto. Si un
año no se hace nada en un área, puede significar dos o tres de pérdidas. En los
próximos tres años, Shell invertirá 250 millones de dólares; Total, 300
millones, y Wintershall, 150 millones. Exxon no anunció sus planes, pero este
año completa con 100 millones su programa de 500 millones", explica el
presidente de GyP. Ulrike Sasse, vocera de Wintershall, aclara que esa empresa
desembolsará menos: 110 millones. "En 2016 o 2017, nuestros socios deberán
decidir si pasan a un desarrollo masivo: dependerá del precio del petróleo y de
si bajan los costos, que están altos, 57 dólares por barril en el caso de YPF,
y más en otras empresas", continúa Saggese.
Pluspetrol,
de las familias Rey y Poli, es la tercera petrolera con más acres de Vaca
Muerta: el 7,6% de los 30.000 kilómetros cuadrados o el 7% de los 44.000,
porcentaje similar al del área operada. Pluspetrol, que afronta una polémica
por daños ambientales en Perú, produce el 1% del petróleo y perforó el 3% de
los pozos en la formación neuquina.
Wintershall,
del grupo BASF, cuenta con el 7,5% de la Vaca Muerta pura y el 6% de la
extendida, de la que opera el 7%. Apenas está comenzando, sólo perforó un pozo
por ahora, pero prevé otros siete. "Queremos que la Argentina se convierta
en nuestro centro de excelencia en cuanto a operaciones de recursos no
convencionales", dice Sasse, de Wintershall, desde Alemania. "La
industria de hidrocarburos requiere inversiones a largo plazo a pesar de la
volatilidad de los precios del petróleo. Vaca Muerta tiene dos desafíos:
productividad y liquidez financiera de los proyectos anunciados y, para que las
inversiones sean rentables, los precios locales deben ser competitivos a nivel
global. Aún deben realizarse investigaciones adicionales para confirmar
exactamente las características del reservorio", aclara la vocera, que no
descarta la compra de más acres en Neuquén.
El mega
yacimiento es el equivalente a un gigante adormecido, que por lo voluminoso de
su estómago, necesita una inmensa cantidad de alimento para despertar. Se llama
inversión.
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