Detrás de cada línea opositora que se
manifiesta en estos días, la frase “el kirchnerismo le dejará el costo político
de la devaluación al próximo gobierno”, se escucha a derecha e izquierda. Es
una frase que vende, pero es errónea, típico de aquellos que no entienden cómo
funciona el sistema de precios. CFK se verá forzada a realizar una devaluación,
aún contra su voluntad, más temprano que tarde, simplemente porque los precios
internacionales no responden a la voluntad de la exitosa abogada.
En este primer semestre de 2015,
quien empujará al gobierno a devaluar será nada menos que Brasil, destinatario
del 22% de nuestras exportaciones (esto lo hace nuestro principal comprador),
que no necesariamente está “devaluando”, sino que tal afirmación se refiere a
un fenómeno más característico, en el cual el mercado de monedas determina
todos los días cual es la tasa de conversión de reales por dólar. Si bien el
Banco Central de Brasil puede intervenir, quien determina el tipo de cambio es
la oferta y demanda de reales. No hay una decisión política de devaluar, sino
que el tipo de cambio se deprecia o aprecia al ritmo de la oferta y demanda de
reales. Esto ocurre básicamente porque en Brasil efectivamente hay un mercado
libre para intercambiar dólares por reales. En Argentina, ese mercado está
totalmente intervenido y es ficticio.
Si así no fuera, podríamos comprar
toda la cantidad de dólares que quisiéramos a $ 8,70.
Los que defienden la consigna de que
el gobierno argentino puede mantener el tipo de cambio oficial en los niveles
actuales o con “devaluaciones programadas” son los mismos que piensan que los
gobiernos pueden fijar algunos precios. Y esta idea la han tenido cientos de
gobiernos a lo largo de la historia, pretendiendo fijar principalmente su tipo
de cambio. Los resultados han sido contundentes: en el 100% de los casos los
gobiernos han eventualmente fracasado en esta tarea. Un ejemplo reciente es la
fuerte devaluación de la libra esterlina en 1992, pero podríamos hablar también
del reciente anuncio del Banco Central de Suiza por el cual decidió dejar de
defender su moneda.
Así como Inglaterra no pudo contener
la devaluación de la libra, ni Arabia Saudita puede contener el precio del petróleo, CFK no
podrá mantener al peso argentino en estos niveles disparatados, por la simple y
sencilla razón de que necesita de la entrada de dólares, y con este tipo de
cambio atrasado, cada día que pasa caen las proyecciones de ingresos netos de
divisas. Y como no alcanza con los oscuros préstamos provistos por China, va a
necesitar de esos dólares antes de irse y no tiene de donde sacarlos.
Si bien ser caro o barato es una
cuestión más bien relativa, la mayoría de los países se han vuelto más baratos
que Argentina en el último año. Todos nuestros vecinos venden productos
idénticos a los nuestros y cada vez los ofrecen a precios más bajos. No hay que
ser un sabio para entender que quienes antes nos compraban, ahora comprarán acá
al lado, o allá enfrente.
Pero veámoslo con más claridad en
este ejemplo, que incluye la evolución del tipo de cambio, y también la
inflación:
- Si un extranjero venía a Argentina el 1 de febrero de 2014, con 100
dólares podía comprar 801 pesos. Imaginemos un único bien cuyo precio es $ 1,
entonces esta persona podía comprar 801 unidades de este bien.
- En la actualidad -marzo de 2015- ese mismo extranjero puede comprar con
100 dólares, 877 pesos. Pero ahora ese único bien que antes costaba $1, cuesta
$1,40 (por la inflación). Entonces con sus 877 pesos puede comprar sólo 626,43
bienes (monto de 877 pesos dividido el precio de $1,40).
- Notamos que antes compraba 801 bienes y ahora compra 626,43. Es decir
que el poder adquisitivo de 100 dólares cayó un 21,80% desde febrero de 2014 a
la fecha.
La tabla muestra que en prácticamente
todo el mundo, 100 dólares compran hoy bastante más que en febrero de 2014. En
nuestro país, sucede exactamente lo opuesto y eso no es sostenible. Para
rematar, la última semana el real se depreció casi un 10% más. Cada vez que
escuchen “no vamos a devaluar aún cuando el real haya caído” deben
interpretarlo como “estamos pensando como disfrazar nuestro relato porque vamos
a tener que devaluar si o si”.
Por eso cuando CFK y sus acólitos
repiten a quien quiera oír (son cada vez menos) que “este gobierno no va a
asumir el costo de la devaluación”, deben entender en realidad que esa es una
decisión que excede sus facultades. El mercado y el sistema de precios son
mucho más poderosos que un político megalómano, o un tecnócrata de pocas luces.
Es la ciencia la que ya ha tomado la
decisión diciendo a viva voz que Argentina está cada día más cara y que la
devaluación es inevitable.
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