Fuente: Roberto Cachanosky para La Nacion
En su reciente discurso
en la Cámara Argentina de la Construcción el ministro de Economía, Axel
Kicillof, afirmó: "Aunque las políticas públicas sean heterodoxas, no le
gustan a los mercados." y el párrafo sigue, pero en esta nota solo me
interesa resaltar la parte de su afirmación en que dice "los
mercados". En primer lugar, llama la atención que un economista, que
entiendo fue o es profesor universitario, hable de "los mercados". Es
decir, en plural. Y llama la atención porque no existe tal cosa como los
mercados, existe el mercado. ¿Por qué? Porque el mercado no es un lugar físico
en que un señor gordo, con una cadena de oro colgando de su bolsillo y un gran
habano maneja toda la economía. Eso es para las historietas. Como decía antes,
el mercado no es un lugar físico, es un proceso. Un proceso para descubrir cómo
asignar eficientemente los escasos recursos productivos para satisfacer la
mayor cantidad de necesidades de la gente.
Como economista y
profesor universitario, Kicillof debería saber que los recursos productivos,
capital y mano de obra, son escasos, en tanto que las necesidades son
ilimitadas. El primer problema de la economía es determinar dónde asignar ese
capital y mano de obra escasos. Pero para eso tienen que saber qué necesita la
gente con mayor urgencia. Dicho de otra manera, necesitan saber cómo valora la
gente cada bien de la economía y en ese momento, porque la gente va cambiando
el valor que le otorga a los bienes a medida que va consumiendo.
Tal
vez Kicillof recuerde el ejemplo que suele darse en clase sobre las porciones
de pizza. Una persona con hambre come con muchas ganas la primera porción de
pizza. Con algo menos de ganas la segunda, la tercera menos, la cuarta tiene
menos valor para la persona y tal vez la quinta ya le produzca repugnancia. Es
definitiva, el valor que la persona le otorga a la pizza va cambiando a medida
que va consumiendo una porción detrás de otra. El valor que le otorga a los
bienes depende de las circunstancias.
Esto
es lo que ocurre con la economía todos los días. Hay millones de consumidores
que tienen recursos escasos para comprar bienes y servicios pero, al mismo
tiempo, van cambiando sus valoraciones. Cuando una persona compra un bien o se
abstiene de comprarlo está diciendo cómo valora ese bien. El conjunto de las
valoraciones, decisiones de comprar o no comprar, que no es otra cosa que
decidir si valoro más el dinero que tengo o el bien que podría comprar, es el
que determina los precios del mercado y está en la habilidad del empresario
descubrir dónde hay una necesidad insatisfecha para el consumidor.
La batería de controles
de precios, regulaciones, prohibiciones, imposiciones, etcétera muestra que
Kicillof no entiende el mercado como un proceso. Es más, no entiende que ese
proceso lo hace la gente común. Millones de personas que van fijando los
precios al comprar o dejar de comprar. Al no entender que es un proceso
democrático y hecho por la gente, Kicillof pretende reemplazar las valoraciones
de millones de personas por sus opiniones personales. Él decide qué se produce,
en qué calidades se produce, cuánto se produce, a qué precios se vende. La
opinión de la gente no importa para el que se considera superior al resto de
los seres humanos. Es curioso, porque los kirchneristas, ante el primer planteo
dicen: si no les gusta hagan un partido político y ganen las elecciones. Es
decir, le dan un valor supremo al voto de la gente al momento de ir a una urna,
pero la consideran estúpida al momento de decidir qué tiene que hacer con su
dinero.
Por
eso vemos un fenomenal fracaso en lo que ellos llaman el modelo. El gran error
es creer que son superiores al resto de los habitantes. Que el mercado no es un
proceso democrático en el cual la gente vota todos los días comprando o dejando
de comprar. Aquí la opinión de la gente no cuenta. Sus valoraciones sobre qué
bienes hay que producir no importan. Un burócrata sentado en un escritorio con
una planilla excel pretende sustituir a millones de consumidores. Y ese es el problema de
Kicillof, pretende conocer lo que ningún ser humano ni computadora puede llegar
a conocer.
Cuáles son y cómo van
cambiando las valoraciones de millones de personas. Eso es el mercado.