viernes, 28 de noviembre de 2014

Mercado: la interpretación de Kicillof

Por Ariel Torres

Fuente: Roberto Cachanosky para La Nacion



En su reciente discurso en la Cámara Argentina de la Construcción el ministro de Economía, Axel Kicillof, afirmó: "Aunque las políticas públicas sean heterodoxas, no le gustan a los mercados." y el párrafo sigue, pero en esta nota solo me interesa resaltar la parte de su afirmación en que dice "los mercados". En primer lugar, llama la atención que un economista, que entiendo fue o es profesor universitario, hable de "los mercados". Es decir, en plural. Y llama la atención porque no existe tal cosa como los mercados, existe el mercado. ¿Por qué? Porque el mercado no es un lugar físico en que un señor gordo, con una cadena de oro colgando de su bolsillo y un gran habano maneja toda la economía. Eso es para las historietas. Como decía antes, el mercado no es un lugar físico, es un proceso. Un proceso para descubrir cómo asignar eficientemente los escasos recursos productivos para satisfacer la mayor cantidad de necesidades de la gente.
Como economista y profesor universitario, Kicillof debería saber que los recursos productivos, capital y mano de obra, son escasos, en tanto que las necesidades son ilimitadas. El primer problema de la economía es determinar dónde asignar ese capital y mano de obra escasos. Pero para eso tienen que saber qué necesita la gente con mayor urgencia. Dicho de otra manera, necesitan saber cómo valora la gente cada bien de la economía y en ese momento, porque la gente va cambiando el valor que le otorga a los bienes a medida que va consumiendo.

Tal vez Kicillof recuerde el ejemplo que suele darse en clase sobre las porciones de pizza. Una persona con hambre come con muchas ganas la primera porción de pizza. Con algo menos de ganas la segunda, la tercera menos, la cuarta tiene menos valor para la persona y tal vez la quinta ya le produzca repugnancia. Es definitiva, el valor que la persona le otorga a la pizza va cambiando a medida que va consumiendo una porción detrás de otra. El valor que le otorga a los bienes depende de las circunstancias.
Esto es lo que ocurre con la economía todos los días. Hay millones de consumidores que tienen recursos escasos para comprar bienes y servicios pero, al mismo tiempo, van cambiando sus valoraciones. Cuando una persona compra un bien o se abstiene de comprarlo está diciendo cómo valora ese bien. El conjunto de las valoraciones, decisiones de comprar o no comprar, que no es otra cosa que decidir si valoro más el dinero que tengo o el bien que podría comprar, es el que determina los precios del mercado y está en la habilidad del empresario descubrir dónde hay una necesidad insatisfecha para el consumidor.
La batería de controles de precios, regulaciones, prohibiciones, imposiciones, etcétera muestra que Kicillof no entiende el mercado como un proceso. Es más, no entiende que ese proceso lo hace la gente común. Millones de personas que van fijando los precios al comprar o dejar de comprar. Al no entender que es un proceso democrático y hecho por la gente, Kicillof pretende reemplazar las valoraciones de millones de personas por sus opiniones personales. Él decide qué se produce, en qué calidades se produce, cuánto se produce, a qué precios se vende. La opinión de la gente no importa para el que se considera superior al resto de los seres humanos. Es curioso, porque los kirchneristas, ante el primer planteo dicen: si no les gusta hagan un partido político y ganen las elecciones. Es decir, le dan un valor supremo al voto de la gente al momento de ir a una urna, pero la consideran estúpida al momento de decidir qué tiene que hacer con su dinero.
Por eso vemos un fenomenal fracaso en lo que ellos llaman el modelo. El gran error es creer que son superiores al resto de los habitantes. Que el mercado no es un proceso democrático en el cual la gente vota todos los días comprando o dejando de comprar. Aquí la opinión de la gente no cuenta. Sus valoraciones sobre qué bienes hay que producir no importan. Un burócrata sentado en un escritorio con una planilla excel pretende sustituir a millones de consumidores. Y ese es el problema de Kicillof, pretende conocer lo que ningún ser humano ni computadora puede llegar a conocer.
Cuáles son y cómo van cambiando las valoraciones de millones de personas. Eso es el mercado.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Hacia dónde va el Blue

Por Ariel Torres


Hay una nueva montaña rusa en Argentina, y se llama Blue. En las últimas 7 semanas tuvo su récord, cercano a $ 16 por dólar, para después bajar abruptamente hasta los $ 12,65. A fines de la semana pasada rebotó un poco, y se espera que siga en ese camino en esta semana.

Todo el mundo argento se pregunta para dónde va, o si se estacionará, claro que para responder eso hay identificar los factores que influyen en este particular mercado que, tal como  en otros, está sujeto al juego de la oferta y la demanda para determinar el precio. Por el lado la oferta, tenemos la oferta de dólares que se origina por operatoria “dólar ahorro”. Asimismo esta operatoria tiene su contrapartida, ya que si se colocan dólares se retiran pesos del mercado. El 90% de las personas que solicitan “dólar ahorro” retiran los dólares billete del banco. Si tenemos en cuenta que en el mes de Octubre fueron record las compras de “dólar ahorro”, se realizaron compras por 446 millones de dólares (el 90% son 401 millones) Esto quiere decir que a una cotización de 8,50$ mas 20% (percepción), se necesitan 10,2$ para retirar cada dólar. La sumatoria da cerca de  4090 millones de pesos de absorción.  A su vez las reservas del BCRA no sufrieron tanto ya que las empresas cerealeras se comprometieron a liquidar dólares y a cambio el Gobierno Nacional colocó bonos ajustados a la devaluación (BONAD).

Esta colocación es un seguro de cambio que permitió la liquidación de dólares y también la absorción de pesos.

Pero por otro lado, la intervención en el “contado con liquidación”, permitió quebrar las expectativas del mercado blue, aunque el volumen operado en la actualidad es insignificante y habrá que observar la evolución del precio con mayor volumen.

Adicionalmente, con los controles a las “cuevas financieras”, se aplicaron sanciones a compañías financieras que operaban el mercado blue, lo que de alguna manera también sirvió para mantener la cotización controlada.

Ahora bien, la demanda de dólares depende de los pesos que dispongan los agentes económico, y en el caso de los flujos de dinero, tiene que ver con cuantos pesos le quedan a fin de mes a los trabajadores. En este punto hay gran una incidencia de la inflación en el salario, ya que si ésta le gana al salario nominal, menor cantidad de pesos habrá para comprar dólares. La inflación repercute de manera directa en este último trimestre, ya que teóricamente en lo que resta del año no habrá subas significativas de salarios nominales.

Analizando la cosas por el lado de los stocks, si una persona tiene un plazo fijo necesariamente  va a comparar la tasa de interés contra la expectativa de la devaluación del dólar paralelo. Si la tasa de interés es mayor que la devaluación del blue esperada, se queda en pesos, y si es menor optaría por los dólares. En ese sentido, el titular del BCRA reguló las tasas pasivas de los bancos con una tasa minima de 23,3% para los plazos fijos a 30 días, a fin de evitar la huída masiva del peso.


Si tenemos en cuenta que se necesitan pesos para convalidar una suba del blue, entonces debemos mirar el “dólar cobertura”, que se mide dividiendo la base monetaria (pesos en la calle) por las reservas, lo que nos indica una tendencia a la cual apunta el blue. Al 7 de noviembre este guarismo se ubicaba en el orden de los $ 14,83 por dólar, bastante por encima de la cotización del Blue por estos días, lo cual indica – y lo vengo diciendo hace varios días- que muy probablemente el blue esté barato hoy.



Al no haber pesos en la calle, las compras del dólar ahorro disminuyen, y por eso cae la oferta de dólares en el mercado blue. En otro sentido, el “Dólar cobertura” subirá por la sencilla razón que en los 2 últimos meses del año, históricamente el BCRA emite una mayor cantidad de pesos, principalmente por asistencia al Tesoro Nacional, por mayores pagos de sueldos debido al SAC. Sólo en diciembre de 2013 la base monetaria se incrementó en 40.000 millones de pesos, y este año ese número aumentará cerca de 60%.
Por otro lado, las reservas internacionales  difícilmente tendrán un incremento significativo, aunque sobrevuelen los swaps, ya que se necesita un acuerdo con holdouts previamente para que ingrese dolares “frescos” y esto no se dará antes de Enero de 2015 o –a mi entender- bastante más adelante.

Sin olvidar la voracidad de los sindicatos por lo que han denominado el “bono navideño”, que es una apertura informal de las paritarias, ya sin eufemismos.

Si atendemos lo expuesto anteriormente, la montaña rusa del blue terminará en breve. El apetito de los argentinos por la divisa norteamericana aumentará como es ya un acostumbre estacional, sumado a una convergencia de las expectativas cada vez mayor.

Mi pronóstico es que a fin de año el blue estará –mínimo- entre $1 y $ 2 más caro que hoy.

lunes, 10 de noviembre de 2014

El dólar antropológico

Por Ariel Torres



Todo es posible en el mundo de las finanzas. Y si las finanzas son argentinas, la afirmación se multiplica. No hubo confabulación de los medios para generar una psicosis compradora que desestabilizara el mercado de cambios, ni mucho menos. Pero lo claro es que la noticia sorprende si se sale de la norma; no es lo mismo una fuerte suba, que una baja como la que ocurrió en las últimas semanas, que casi nadie esperaba, aunque fuimos varios los economistas que anticipamos que los bonos denominados "dolar Linked" -que son emitidos en dólares pero que se pagan en pesos al tipo de cambio oficial- del Gobierno iban a producir un efecto sorpresivo.

Descontando el hecho de que el precio del dólar depende de factores reales y psicológicos, yo le agregaría un fuerte componente antropológico, porque pareciera formar parte de nuestro ADN, como una suerte de componente evolutivo.

Si bien el dólar oficial debe guardar relación con la oferta y demanda de divisas, ello depende básicamente de lo que ocurra con el balance de pagos, que es el instrumento contable que registra justamente los ingresos y salidas de divisas del país, sin importar si los movimientos son de operaciones comerciales o financieras.

Si el balance de pagos es superavitario el dólar tiende a bajar y cuando es deficitario, obviamente sube. El Gobierno, no obstante, puede intervenir en el mercado de divisas usando las reservas; así cuando el balance de pagos es deficitario, puede cubrir la diferencia de esa manera. El uso de los dólares que guarda el Banco Central puede evitar entonces que la mayor escasez de divisas se refleje en una suba del dólar, claro que es algo que no se puede hacer indefinidamente porque aunque, como bien dijo el presidente del BCRA, “las reservas están para usarse”, el chanchito se acaba si uno siempre saca y nunca pone.

En el mismo sentido, la autoridad monetaria puede regular el mercado de cambios prohibiendo o limitando la compra de divisas, o recibir ayuda de las autoridades de la Secretaría de Comercio y limitar las importaciones, relajando así la demanda de dólares, aunque ello genere consecuencias negativas en materia de crecimiento.

Es por eso que resulta inadmisible e increíble que el dólar oficial cueste solo 6% más que a fines de enero, porque en el medio ha habido una inflación acumulada de entre el 20% (si tenemos en cuenta la del INDEC) y el 30% (si escuchamos a los privados), lo que implica que si el dólar no aumenta nuestro país se pone más caro que el resto del mundo, generando aumento de las importaciones y caída de las exportaciones (sobre todo las de manufacturas de origen agropecuario, que son el corazón de las economías regionales). Solo por culpa de la inflación y si nada más hubiera sucedido, el dólar hoy debería valer entre 9,60 y 10,40.

Pero hay otros factores que ayudan a que los dólares escaseen cada vez más; el precio internacional de la soja cayó 27%, nos condenaron a pagar una deuda a los buitres que sobrevuela los 15.000 millones de dólares, y por si eso fuera poco, nuestros vecinos comerciales están devaluando y el dólar se está fortaleciendo. De allí se desprende que la política cambiaria oficial es insostenible y es donde entran a tallar las expectativas, porque el mercado comienza a descontar que más tarde o más temprano sobrevendrá la tan temida devaluación.

Por eso es que el Gobierno hace todo lo que puede por trabar importaciones, no entrega divisas a las empresas que deben comprar insumos afuera y se desploma la producción de autos, por ejemplo. Al mismo tiempo da señales fuertes de que no piensa devaluar, puesto que acaba de colocar un bono (el BONAD 2016) que funciona como un seguro de cambio, porque está atado al dólar oficial.

Por su parte, el paralelo o blue, también depende de factores reales y psicológicos. En el siguiente gráfico vemos que en el mediano plazo hay una relación casi perfecta entre el dólar informal y el “dólar cobertura” que es el nombre que recibe la relación entre la cantidad de pesos que hay en la economía (la base monetaria) y las reservas de divisas del banco central.


Esta relación es el guarismo más importante a tener en cuenta, y tiene que ver con que la Argentina ha perdido la soberanía monetaria, por imprimir dinero sin respaldo de una manera descontrolada durante muchos años. El dinero fiduciario ha perdido entonces su valor simbólico (que depende básicamente de la confianza y el crédito del Gobierno) y solo le queda valor como mercancía, en función de su posibilidad de ser cambiado por dólares, la moneda en la que el argentino confía.

Nótese en el siguiente gráfico de dispersión la correlación que hay entre el dólar cobertura y el blue. Un 94% de los cambios en la cotización del paralelo pueden ser explicados por cambios en la relación entre pesos y dólares.


De todas maneras,  si volvemos a mirar el primer gráfico, podemos notar que cada cierta cantidad de tiempo se produce una corrida al dólar paralelo; una especie de burbuja con forma de serrucho, en una especie de sobrerreacción para luego bajar un poco, quedando en un nivel más alto que el anterior. En los últimos dos años, hubo un primer pico en enero del 2013, otro en mayo de ese año, un tercero en enero del 2014 y un cuarto shock en septiembre pasado. Estas últimas semanas estamos viendo una quinta corrida, aunque por primera vez el cambio es hacia abajo.

En todos los casos la dinámica es la misma y la voy a explicar con un ejercicio que se lo debo a un gran ex profesor mío de Economía del Comportamiento.

Miren por favor la siguiente secuencia de cotizaciones del dólar paralelo. Las flechas en rojo para abajo significan que ese día bajó el billete norteamericano, mientras que las flechas amarillas para arriba representan una suba del blue.


Supongamos que termina la primera semana y usted ve que el dólar bajó el lunes, el martes, el miércoles, subió el jueves, pero volvió a caer el viernes. Qué cree usted que sucederá la próxima semana? Si tuviera pesos y dólares, qué haría ese viernes cuando termina la semana? Compraría más dólares o vendería los que tiene?

Pero antes, mejor observemos la semana siguiente de cotizaciones.

El dólar bajó el lunes y el martes, subió el miércoles y volvió a perder posiciones el jueves y el viernes. Cuando termina esa semana, compraría o vendería dólares?

Bien, continuemos observando cómo sigue el mercado una semana más

Ahora continuó la caída el lunes y el martes, pero el dólar subió miércoles, jueves y viernes. Qué haría usted al final de esta tercera semana? Compraría más dólares, vendería algunos de los que tiene o se quedaría sin hacer ninguna operación?

Les cuento que les he tomado el pelo con el ejercicio anterior, puesto que las evolución del mercado del dólar que han visto en estas tres semanas no es real. La armé con una función de Excel que se llama “Aleatorio” y que arroja al azar números entre 0 y 1. Si el número que salía era mayor que 0,5 ponía una flechita para arriba, si en cambio salía un número menor que 0,5 lo representaba en el ejercicio con una flechita roja hacia abajo. Una metáfora ardiente, diría un amigo.

Hablando en criollo bien básico, les cuenta que no hay ninguna tendencia en el ejemplo de cotizaciones con el que jugamos recién. Las rachas son producto exclusivo del azar. El problema es que no estamos preparados cognitivamente para ver el azar; no lo comprendemos. Estamos diseñados evolutivamente para detectar la más mínima tendencia y reaccionar instintivamente ante ella.

Ocurre que cuando todos creemos ver una tendencia alcista, salimos masivamente a comprar para aprovechar la suba y generamos un aumento real del dólar. Lo mismo cuando creemos ver una tendencia a la baja.

Estas últimas semanas se han combinado entonces factores reales y psicológicos para explicar la baja en el dólar. En primer lugar el Gobierno decidió cambiar su estrategia de financiar el déficit fiscal emitiendo billetes y salió a endeudarse con un bono (el BONAD 2016) que además funciona como un seguro de cambio porque es dólar linked. El 27 de octubre se activó el primer tramo del swap con China por 814 millones de dólares. Combinadas, esas estrategias han bajado el dólar cobertura que había llegado a mostrar una relación de 14,92 pesos por dólar, pero que para el 30 de octubre ascendía a 13,80. En segundo lugar, la percepción de una tendencia bajista genero una corrida para deshacerse de los dólares que habían sido comprados a precios altos, buscando lo que en el mercado se denomina una “toma de ganancias”. Nada que vaya a durar, advierto.

En lo sucesivo, el dólar seguirá comportándose de acuerdo a esas variables; si se relaja la política monetaria y vuelven a caer las reservas, pues volverá a subir. Y si se produce una racha de días de subida se activarán los mecanismos psicológicos que generan la corrida con profecía autocumplida.



martes, 4 de noviembre de 2014

Reservas, Cepo Cambiario y demás yerbas

Por Ariel Torres


Sólo monedas como el dólar, euro, yen, libra, franco suizo, y algunas pocas más, admiten muy bajas o muy esporádicas intervenciones directas de los gobiernos, y muy bajos niveles de reservas de los bancos centrales para posibles e improbables intervenciones en los mercados.

En ese mismo sentido, podría prescindirse totalmente de Reservas en el BCRA, y el valor del peso contra el dólar fluctuar en forma libre, sin necesidad de que el BCRA compre o venda dólares. La única forma indirecta de intervención, se daría a través de subas o bajas de las tasas de interés (vía mercado de bonos, lebac, encajes, etc).

De todas maneras, como sabemos, el peso es un caso opuesto, con su historial nefasto, con mega devaluaciones, incluso hiperinflaciones, y confiscaciones o restricciones diversas (plan bonex, corralón, corralito, cepo cambiario, etc). Es por eso que la historia de Argentina en este sentido se reduce al país que ha experimentado más agudos episodios de retiros de depósitos bancarios, deseosos de convertirse en dólares, convirtiendo a la moneda norteamericana en el refugio natural de resguardo de valor para una notable cantidad de residentes en el país.

Para cualquier política económica se precie de ser “sustentable”, es necesario mantener una cantidad de reservas en el BCRA tal, que pueda prevenir, o en su defecto satisfacer, situaciones en las que la puedan generarse un traslado significativo de depósitos del sistema hacia dólares billetes. Si no hay una cantidad de reservas suficiente, las probabilidades de que ante situaciones adversas se desaten corridas contra el peso, aumentan en forma exponencial. Y en tal caso, en algún momento  el BCRA termina por dejar de vender dólares, desatando una suba violenta del dólar (sea el dólar “oficial” en un mercado único, o el “paralelo” en un mercado desdoblado –de facto- como el que actualmente rige en Argentina).


 El mejor ratio, a mi entender, para establecer el grado de solvencia financiera es la relación Reservas (divisas en el BCRA al tipo de cambio oficial) sobre M3 (circulante más depósitos), como respaldo necesario para darle sustentabilidad a la estabilidad económica y financiera. La experiencia muestra que cuando la economía se torna frágil o riesgosa en la percepción de los ahorristas, valores de R/M3 del orden del 40%, que en cualquier país serían exorbitantes, en Argentina no han alcanzado ni para prevenir ni para satisfacer la demanda de dólares.

Si tomamos como ejemplo septiembre de 1988, al inicio del Plan Primavera, la relación R/M3 llegó a un pico del 40%, pero sobrevino una corrida, bajando la relación al 30% en enero de 1989. Allí (3 de febrero) el Gobierno de Alfonsín decidió no vender más dólares financieros (creó un tercer mercado, flotante), lo que terminó siendo el inicio de la recordada hiperinflación de 1989.

Cuando subió el gobierno de Menem, las expectativas se tornaron muy favorables. Las reservas aumentaron, y luego la rápida re-monetización, hizo que el ratio R/M3, que había llegado a valores muy altos (71% en julio de 1989), bajara “naturalmente”, llegando a un mínimo de 37,5% en noviembre de 1989. Estos valores no fueron suficientes para impedir una violenta fuga de depósitos, que llevaron a que el Gobierno, el 28 de diciembre de 1989 decretara el llamado Plan Bonex (canje de depósitos por bonos del Gobierno - Bonex).

Con el Plan Bonex sobrevino el valor record del ratio R/M3, un insólito valor de casi 140%. La situación durante 1990 se calmó. No obstante, en diciembre de 1990, una nueva corrida se produjo, que un valor de R/M3 del 42% (noviembre de 1990) no pudo evitar. Sobrevino una maxi devaluación del 100%, que antecedió al anuncio de la Convertibilidad en marzo de 1991, y que empezó a regir en abril. Con la Convertibilidad, crecieron Reservas y en mayor medida M3, merced a la confianza que suscitó el Plan. Pero cuando aparecieron angustias financieras en diciembre de 1994 (efecto tequila), valores del 37% de R/M3 no fueron capaces de evitar fuertes corridas bancarias.

Con las corridas, el ratio R/M3 llegó a un mínimo del 28% en mayo de 1995. La fuerte ayuda de EEUU a México, la reelección de Menem, medidas expansivas “extraordinarias” del BCRA, permitieron revertir la situación, pero la economía había experimentado una fuerte recesión, y una situación bancaria límite. Por varios años, la relación R/M3 se mantuvo por encima del 40%. En enero de 2001 había llegado al 43%. A pesar de considerarse un valor muy alto, y que la Base Monetaria, tenía por entonces un respaldo en Reservas del 248%, no fue suficiente para prevenir la corrida que desde marzo cobró fuerte impulso (con recordadas marchas y contramarchas del gobierno, aborto del llamado Blindaje, renuncias de Machinea y luego de Lopez Murphy, etc).

Las corridas, aún con ayudas de dólares de parte del FMI,  finalmente desembocaron en el llamado “corralito” (1/12/2001), y más tarde en el default de la deuda pública, la pesificación de depósitos, y un canje de depósitos por bonos (el llamado “corralón”), al comenzar el año 2002.


Con semejantes antecedentes, luce tremendamente desacertado, que el gobierno haya dejado que la relación R/M3, que había llegado a un máximo del 75% en marzo de 2009, se sitúe ahora en valores del 26% (promedio setiembre de 2014), muy cerca de mínimos históricos, y muy lejos de valores mínimamente razonables.

Se llegó a eso por un mix de decisiones gubernamentales, como ser: emitir crecientemente dinero no contra reservas sino para financiar al Tesoro Nacional, devaluar el dólar oficial muy por debajo de la inflación durante mucho tiempo, pagar deuda pública con stock de reservas.

El resultado de estas políticas, ha dejado al BCRA en una posición de reservas sumamente bajas, y al Estado en una suerte de “insolvencia financiera”, o en otras palabras, con notoria incapacidad para generar políticas financieramente “sustentables”.

Si por ejemplo al gobierno (éste pero también el próximo), decidiera levantar el cepo cambiario, la situación es tan frágil financieramente (ratio R/M3 sumamente bajo), que cualquier contratiempo, podría llevar rápidamente a fuertes corridas bancarias, y a los resultados traumáticos que justamente definen la insolvencia financiera: maxi devaluaciones, y/o restricciones al uso de pesos, en efectivo o en depósitos (cepos, plan bonex, corralito, corralón, etc).

Esta es una muy pesada herencia que el gobierno actual le habrá de dejar al próximo.

El próximo gobierno deberá pensar muy bien como hace para levantar el actual cepo cambiario, medida que es necesaria realizar lo más rápidamente posible (para promover una suerte de “shock de confianza” tan necesario hoy en Argentina). Los valores en juego para poder establecer y recorrer un sendero  de solvencia financiera, con valores de R/M3 que puedan vislumbrarse como “suficientes” como para evitar el riesgo de episodios traumáticos (seguramente este valor tiene que vislumbrarse supere el 50% en no mucho tiempo), son muy exigentes. En otras palabras, se requerirán altas dosis de nuevas reservas disponibles en el BCRA para evitar fuertes devaluaciones, o justamente, se requerirán fuertes devaluaciones (con todos los traumas que esto implica) para restablecer valores de R/M3 sustentables. 

Si bien un cambio de gobierno puede generar una credibilidad inicial muy grande, sería sumamente riesgoso que el gobierno nuevo apueste a que ello sea per se suficientes. Las experiencias de Menem con el fallido plan BB (que no evitó el Plan Bonex ni un segundo brote de hiperinflación), y de Cavallo (apostando a que su credibilidad personal serían suficientes para en 2001 revertir la descomposición de la Convertibilidad), deberían prevenir a los candidatos a suceder a CFK, a fin de que piensen en articular las medidas necesarias para un muy rápido levantamiento del cepo cambiario, que no debe ser traumático, ni tampoco frágil.


Equivocarse por minimizar la cuestión, sería un error que podría costar muy caro al país, y al nuevo gobierno también. De allí que las posibilidades de que sea CFK quién levante el cepo son muy, pero muy cercanas al 0 %.