miércoles, 3 de septiembre de 2014

Datos propios que deberían preocupar al Gobierno

Por Ariel Torres



Aunque nada se diga sobre cómo solucionarlo, sin dudas el tema económico que acapara toda la atención es el default (aunque lamentablemente poco se hable de cómo salir de él). Sin embargo, hace ya algunas semanas habíamos dicho que había problemas serios en la economía real y que por tanto el árbol no debía taparnos el bosque.

Ahora una de las señales amarillas acerca de las cuales veníamos alertando empezó a tirar a rojo. El mes pasado, el INDEC publicó la caída en la tasa de empleo más fuerte de la última década, probablemente incluso algo más.

Aclaro, por las dudas. Los datos son del INDEC, sí, pero no estoy siendo inconsistente. Como expliqué en su momento, se supone que siempre el INDEC miente para mejor, entonces puede considerarse como un "best case scenario". Entonces, si el punto del post es válido para el mejor de los casos, necesariamente va a ser válido para todo el resto.

Además, no quiero meterme en detalles sobre la veracidad, ya que hay mucho que decir al respecto. Por ejemplo, la tasa de actividad, mediante la cual se construye la desocupación, está mostrando un comportamiento extraño. Esto se está dando al mismo tiempo que, por ejemplo, según el INDEC Chaco está en pleno empleo.

Con lo cual, si uno moviera la tasa de actividad con estos niveles de empleo, podría llegar a tasas de desocupación de hasta dos dígitos.

La razón por la que este gráfico debería asustar al Gobierno es simple: porque basó todo el programa de sus once años en sostener el empleo mediante el empuje a la demanda. Sin embargo, y como ya lo vengo sosteniendo, hace ya un par de años que el empleo en la Argentina está cayendo. En principio, según la lógica del Gobierno, la población podría superar todos los males de su administración (inestabilidad, inflación, falta de crédito, corrupción, etc) en la medida en que conservara su empleo, dado que esto garantizaría un cierto piso alto para la paz social.

Pero ya llevamos dos años de destrucción del empleo, y el Gobierno pierde el que quizás ha sido su pilar más fuerte que le garantizaba la estabilidad política y económica. Aquí no hay buitre que muerda, los responsables se encuentran entre quienes llevan adelante la política  económica.


Los manifiestos de empleo y los libros de economía hoy están más vigentes que nunca.

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