Hace
pocos días el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, habló
maravillas sobre la actual gestión de YPF sobre el yacimiento no convencional
(shale oil, tight gas) Vaca Muerta. Ni Scioli es un experto en el tema, ni la
mencionada gestión se acerca siquiera a un esbozo de éxito. Pero lo más
relevante es el hecho de que los equipos de campaña de los principales
candidatos no hablan del tema, ni sugieren siquiera algún compromiso operativo
para la llamada “joya de la corona”. Aunque el entusiasmo entre los políticos
del oficialismo y de la oposición en este aspecto es creciente, dado que el
titular de YPF, Miguel Galuccio les habló maravillas del potencial de la cuenca
neuquina para cerrar en un mediano plazo el déficit energético de la Argentina,
que drena las reservas, lo cierto es que la capacidad profesional para hacer
frente a tamaño desafío, hoy está ausente.
La expectativa parece
redoblarse en estos tiempos, después de haberse conocido un informe muy comentado de Accenture sobre las
posibilidades de desarrollo en todo el mundo de recursos no convencionales, que
colocó a la Argentina en un lugar privilegiado, apenas por debajo de los
Estados Unidos, el país donde el boom del shale
gas revolucionó su mapa
energético en los últimos años. El trabajo de Accenture no sólo tiene en cuenta
la disponibilidad de recursos, sino también otras variables como fuerza de
trabajo capacitada, los riesgos de contaminación de agua, el marco legal, y
otras variables. El informe contrasta a Vaca Muerta, con la cuenca de Sichuan,
en China, que también aparece con un potencial gigantesco, pero al tratarse de
una zona muy densamente poblada surgen dudas con respecto a sus posibilidades
de explotación, por el peligro de contaminación del agua.
Aquí hago un paréntesis porque,
leyendo el informe de la consultora –que está lejos de ser un referente en
Energía- en ningún momento niega la
posibilidad de que efectivamente haya contaminación hídrica, muy por el
contrario, enfatiza el hecho de que en Neuquén “el efecto sería mínimo por la
poca densidad poblacional”. "Con la producción de combustibles en baja y
la importación en alza en la última década, el gobierno argentino parece
decidido a promover el desarrollo de los recursos no convencionales",
dicen los especialistas de la consultora en el informe, aunque señalan que el
actual contexto general del país para las inversiones extranjeras es
"desafiante".
El reporte evalúa los
principales yacimientos del mundo, ubicados en Estados Unidos, la Argentina,
China, Australia, Rusia y Polonia, entre otros países. Por este lado del mundo,
la decisión de jugarse en materia energética el todo por el todo a Vaca Muerta
es una medida altamente cortoplacista y muy arriesgada, puesto que la del shale gas es una tecnología de la cual aún hay
mucho que ignoramos.
Está muy fresco el fiasco de
Monterey, en California, hace poco más de dos meses, donde técnicos del
gobierno de los EEUU reestimaron la disponibilidad de recursos recuperables de
este megayacimiento en un 96% menos de lo que se pensaba inicialmente. El
recálculo resultó un golpe durísimo para las expectativas de independencia
energética de la mayor economía del mundo. Con la estimación anterior, el
estado de California esperaba ver crecer su PBI un 14% y generar casi tres
millones de nuevos puestos de trabajo.
Por eso, cuando nos animamos a
discutir el futuro de la matriz energética tenemos que entender que hay que
pensar a 20, 30 o 50 años. Reducir todo a Vaca Muerta es el equivalente a ganar
la lotería y salvarse para siempre. En energía, hablar del futuro es animarse a
decir, por ejemplo, que es la electricidad la que irá ganando protagonismo,
principalmente por su renovabilidad, al contrario que el petróleo, el gas y
otros recursos que provienen del suelo y, por lo tanto, en algún momento se
acabarán.
El consumo de petróleo y sus
derivados es 100.000 veces más rápido del tiempo que tardó en formarse, mientras
que las fuentes eólicas o de rayos solares que generan la electricidad aparecen
con menos limitaciones, y desde ya sin los efectos adversos a nivel de
contaminación. Veremos una transformación basada en computadoras y sensores
para que la infraestructura eléctrica entre de lleno en la era digital, dándole
la posibilidad de convertirse en una tecnología exponencial. De hecho, uno de
los nichos más explotables que surgen es el de la inteligencia aplicada a redes
eléctricas, donde se calcula que puede haber hasta 50% de mal gasto de recursos
por mala administración de la oferta y la demanda, amén de la falta de
actualización y mantenimiento.
El problema aún no resuelto con
estos canales de generación de energía eléctrica, es su alto precio relativo, y
la Argentina con el shale gas tiene la posibilidad de ponerse a la
vanguardia en una transición energética con un recurso que es menos sucio y
contaminante que el petróleo y el carbón. Si bien lo de Monterey es cierto, no
es menos verdad que los Estados Unidos han hecho, gracias al shale gas y a las nuevas tecnologías para su
explotación, una transformación impresionante en su matriz energética en la
última década.
Si bien en corrillos gubernamentales se dice que la política
oficial no está jugada al 100% con Vaca Muerta, el entusiasmo por los aumentos
de producción que hubo en el último tiempo vinieron por el lado del tight gas. A veces se
cae en exageraciones, como fue la versión de que Europa finalmente había
aceptado cerrar el acuerdo del Club de París para que sus empresas pudieran
entrar en el negocio de Neuquén y no quedaran tan rezagadas frente a los
Estados Unidos.
Lo cierto con respecto a Vaca Muerta, es que los especialistas
locales no saben mucho al respecto, más allá de especulaciones científicas
provocadas por consultoras contratadas. La frase puede sonar mal, pero es esencialmente
así, y voy a ejemplificarlo: para determinar las “reservas probadas” una vez
descubierto un yacimiento, se generan perforaciones simétricas a una distancia
determinada una de otra, dependiendo del terreno, y en base a variables
geológicas y volumétricas, se puede tener una idea “de lo que hay allí abajo”
con una aproximación de máxima de un 75%.
Esto es, en yacimientos convencionales. En los no convencionales
es muchísimo más complicado saberlo, pero se puede inferir a partir –paradójicamente- del agotamiento de un pozo
convencional de gran tamaño, y de baja calidad de su crudo. Porque el shale se
produce por filtraciones pequeñas, algunas milimétricas, durante milenios,
entre resquicios de la roca, asentándose en pequeños reservorios más profundo o
al mismo nivel que el yacimiento original.
Por eso hay que fracturar la roca para llegar a él. Y a esas
profundidades el mejor método hoy es la fractura hidráulica, con agua y algunos
químicos a altísima presión, método conocido por “fracking”, que despierta
tantas ambigüedades entre los defensores del medio ambiente.
Para que Vaca Muerta adquiera un valor real y no genere más
especulaciones, tiene que producir resultados líquidos, esto es, petróleo y gas
de altísima calidad, cuyo valor en el mercado será exponencial por su densidad
y API. Para eso se necesita tiempo, paciencia y expertise. Ninguna de esas tres
variables es considerada hoy una cuestión de estado sobre el yacimiento, por
eso es que sólo hay anuncios, y especulaciones.
El verdadero desafío es encontrar una matriz energética de
efecto no distorsivo y de mediano plazo, que permita paliar los defasajes de
energía de la Argentina, mientras se explota seriamente, con efecto científico,
al que dicen que es uno de los más ricos yacimientos no convencionales, del
mundo.
Sí, del mundo.
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