miércoles, 23 de julio de 2014

Vaca Muerta y el futuro del debate por la energía

Por Ariel Torres


Hace pocos días el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, habló maravillas sobre la actual gestión de YPF sobre el yacimiento no convencional (shale oil, tight gas) Vaca Muerta. Ni Scioli es un experto en el tema, ni la mencionada gestión se acerca siquiera a un esbozo de éxito. Pero lo más relevante es el hecho de que los equipos de campaña de los principales candidatos no hablan del tema, ni sugieren siquiera algún compromiso operativo para la llamada “joya de la corona”. Aunque el entusiasmo entre los políticos del oficialismo y de la oposición en este aspecto es creciente, dado que el titular de YPF, Miguel Galuccio les habló maravillas del potencial de la cuenca neuquina para cerrar en un mediano plazo el déficit energético de la Argentina, que drena las reservas, lo cierto es que la capacidad profesional para hacer frente a tamaño desafío, hoy está ausente.

La expectativa parece redoblarse en estos tiempos, después de haberse conocido un informe  muy comentado de Accenture sobre las posibilidades de desarrollo en todo el mundo de recursos no convencionales, que colocó a la Argentina en un lugar privilegiado, apenas por debajo de los Estados Unidos, el país donde el boom del shale gas revolucionó su mapa energético en los últimos años. El trabajo de Accenture no sólo tiene en cuenta la disponibilidad de recursos, sino también otras variables como fuerza de trabajo capacitada, los riesgos de contaminación de agua, el marco legal, y otras variables. El informe contrasta a Vaca Muerta, con la cuenca de Sichuan, en China, que también aparece con un potencial gigantesco, pero al tratarse de una zona muy densamente poblada surgen dudas con respecto a sus posibilidades de explotación, por el peligro de contaminación del agua.

Aquí hago un paréntesis porque, leyendo el informe de la consultora –que está lejos de ser un referente en Energía- en ningún momento  niega la posibilidad de que efectivamente haya contaminación hídrica, muy por el contrario, enfatiza el hecho de que en Neuquén “el efecto sería mínimo por la poca densidad poblacional”. "Con la producción de combustibles en baja y la importación en alza en la última década, el gobierno argentino parece decidido a promover el desarrollo de los recursos no convencionales", dicen los especialistas de la consultora en el informe, aunque señalan que el actual contexto general del país para las inversiones extranjeras es "desafiante".

El reporte evalúa los principales yacimientos del mundo, ubicados en Estados Unidos, la Argentina, China, Australia, Rusia y Polonia, entre otros países. Por este lado del mundo, la decisión de jugarse en materia energética el todo por el todo a Vaca Muerta es una medida altamente cortoplacista y muy arriesgada, puesto que la del shale gas es una tecnología de la cual aún hay mucho que ignoramos.


Está muy fresco el fiasco de Monterey, en California, hace poco más de dos meses, donde técnicos del gobierno de los EEUU reestimaron la disponibilidad de recursos recuperables de este megayacimiento en un 96% menos de lo que se pensaba inicialmente. El recálculo resultó un golpe durísimo para las expectativas de independencia energética de la mayor economía del mundo. Con la estimación anterior, el estado de California esperaba ver crecer su PBI un 14% y generar casi tres millones de nuevos puestos de trabajo.

Por eso, cuando nos animamos a discutir el futuro de la matriz energética tenemos que entender que hay que pensar a 20, 30 o 50 años. Reducir todo a Vaca Muerta es el equivalente a ganar la lotería y salvarse para siempre. En energía, hablar del futuro es animarse a decir, por ejemplo, que es la electricidad la que irá ganando protagonismo, principalmente por su renovabilidad, al contrario que el petróleo, el gas y otros recursos que provienen del suelo y, por lo tanto, en algún momento se acabarán.

El consumo de petróleo y sus derivados es 100.000 veces más rápido del tiempo que tardó en formarse, mientras que las fuentes eólicas o de rayos solares que generan la electricidad aparecen con menos limitaciones, y desde ya sin los efectos adversos a nivel de contaminación. Veremos una transformación basada en computadoras y sensores para que la infraestructura eléctrica entre de lleno en la era digital, dándole la posibilidad de convertirse en una tecnología exponencial. De hecho, uno de los nichos más explotables que surgen es el de la inteligencia aplicada a redes eléctricas, donde se calcula que puede haber hasta 50% de mal gasto de recursos por mala administración de la oferta y la demanda, amén de la falta de actualización y mantenimiento.

El problema aún no resuelto con estos canales de generación de energía eléctrica, es su alto precio relativo, y la Argentina con el shale gas tiene la posibilidad de ponerse a la vanguardia en una transición energética con un recurso que es menos sucio y contaminante que el petróleo y el carbón. Si bien lo de Monterey es cierto, no es menos verdad que los Estados Unidos han hecho, gracias al shale gas y a las nuevas tecnologías para su explotación, una transformación impresionante en su matriz energética en la última década.

Si bien en corrillos gubernamentales se dice que la política oficial no está jugada al 100% con Vaca Muerta, el entusiasmo por los aumentos de producción que hubo en el último tiempo vinieron por el lado del tight gas. A veces se cae en exageraciones, como fue la versión de que Europa finalmente había aceptado cerrar el acuerdo del Club de París para que sus empresas pudieran entrar en el negocio de Neuquén y no quedaran tan rezagadas frente a los Estados Unidos.
Lo cierto con respecto a Vaca Muerta, es que los especialistas locales no saben mucho al respecto, más allá de especulaciones científicas provocadas por consultoras contratadas. La frase puede sonar mal, pero es esencialmente así, y voy a ejemplificarlo: para determinar las “reservas probadas” una vez descubierto un yacimiento, se generan perforaciones simétricas a una distancia determinada una de otra, dependiendo del terreno, y en base a variables geológicas y volumétricas, se puede tener una idea “de lo que hay allí abajo” con una aproximación de máxima de un 75%.

Esto es, en yacimientos convencionales. En los no convencionales es muchísimo más complicado saberlo, pero se puede inferir a partir  –paradójicamente- del agotamiento de un pozo convencional de gran tamaño, y de baja calidad de su crudo. Porque el shale se produce por filtraciones pequeñas, algunas milimétricas, durante milenios, entre resquicios de la roca, asentándose en pequeños reservorios más profundo o al mismo nivel que el yacimiento original.
Por eso hay que fracturar la roca para llegar a él. Y a esas profundidades el mejor método hoy es la fractura hidráulica, con agua y algunos químicos a altísima presión, método conocido por “fracking”, que despierta tantas ambigüedades entre los defensores del medio ambiente.
Para que Vaca Muerta adquiera un valor real y no genere más especulaciones, tiene que producir resultados líquidos, esto es, petróleo y gas de altísima calidad, cuyo valor en el mercado será exponencial por su densidad y API. Para eso se necesita tiempo, paciencia y expertise. Ninguna de esas tres variables es considerada hoy una cuestión de estado sobre el yacimiento, por eso es que sólo hay anuncios, y especulaciones.

El verdadero desafío es encontrar una matriz energética de efecto no distorsivo y de mediano plazo, que permita paliar los defasajes de energía de la Argentina, mientras se explota seriamente, con efecto científico, al que dicen que es uno de los más ricos yacimientos no convencionales, del mundo.

Sí, del mundo. 

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