A menudo me preguntan si la crisis financiera global marca el comienzo del fin de la era del capitalismo moderno. Es una pregunta curiosa porque presupone que existe un sustituto viable esperando tomar el relevo. La verdad es que, por ahora, las únicas alternativas serias al paradigma anglo-estadounidense dominante actual son otras formas de capitalismo.
Parece que el capitalismo continental europeo, que combina generosos beneficios sociales y de salud; y un horario de trabajo razonable, períodos de vacaciones largos, una jubilación temprana, y distribuciones del ingreso más equitativas, parecería ser recomendable. Pero carece de sostenibilidad.
Se afirma que el capitalismo darwiniano chino, con empresas de exportación que operan en un ambiente de encarnizada competencia, una frágil red de seguridad social y una extensa intervención gubernamental, es el heredero inevitable del capitalismo occidental. Con todo, el sistema económico chino está evolucionando continuamente.
No es claro cuánto más seguirán transformándose a sí mismas las estructuras financieras, económicas y políticas chinas, y si ese país en última instancia mutará en una nueva forma de capitalismo. Tal vez, el asunto central es que en todo el panorama histórico, todas las formas actuales de capitalismo son finalmente temporales. El capitalismo moderno tuvo resultados extraordinarios desde el comienzo de la Revolución Industrial hace dos siglos, que sacó de la pobreza absoluta a miles de millones de personas.
Las principales economías capitalistas no han podido valorar los bienes públicos, como el aire limpio y el agua. El fracaso para lograr concluir un nuevo acuerdo global de cambio climático es sintomático de esta parálisis.
El capitalismo produjo una gran riqueza pero también extraordinarios niveles de desigualdad. Otro problema es la oferta y distribución de servicios médicos. El problema se agravará: con seguridad aumentarán los costos de los servicios de salud como proporción del ingreso a medida que las sociedades sean más ricas y más viejas, y probablemente rebasarán el 30% del producto bruto interno dentro de unas décadas.
De Salud y Dietas Malas
Es irónico que varias sociedades capitalistas modernas hagan campañas para instar a las personas a poner más atención a su salud, mientras se promueve un ecosistema económico que induce a los consumidores a una dieta malsana. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, un 34% de los estadounidenses son obesos. Es claro que la forma convencional de medir el crecimiento económico -que implica un mayor consumo- no puede ser un fin en sí mismo.
Además, los capitalismos actuales subestiman considerablemente el bienestar de las generaciones futuras. Esto no fue importante en gran parte del período desde la Revolución Industrial, pues el continuo avance tecnológico superó las políticas miopes. En general, cada generación tuvo mucho más éxito que la precedente. Sin embargo, como la población mundial está rebasando los 7000 millones, y los presagios de escasez de recursos se hacen cada vez más evidentes, no hay garantía de que se pueda mantener esta trayectoria.
Por supuesto, las crisis financieras son el quinto problema, tal vez el que recientemente ha provocado más exámenes de conciencia. En el mundo de las finanzas, la continua innovación tecnológica no ha reducido notoriamente los riesgos, y bien podría haberlos ampliado.
En principio, ninguno de los problemas del capitalismo es insuperable, y los economistas ofrecen una serie de soluciones basadas en el mercado. Un alto precio global del carbón induciría a las empresas y las personas a internalizar el costo de sus actividades contaminantes. Se pueden diseñar sistemas fiscales que ofrezcan un mayor margen de redistribución del ingreso sin que ello conlleve necesariamente distorsiones paralizantes, mediante una minimización de los gastos fiscales no transparentes y manteniendo bajas las tasas marginales. Lograr precios efectivos de los servicios de salud, incluidos los de los tiempos de espera, podría fomentar un mejor equilibrio entre la equidad y la eficiencia. Los sistemas financieros podrían estar mejor regulados, dando una atención más rigurosa a las acumulaciones excesivas de deuda.
¿Será el capitalismo víctima de su propio éxito en la producción masiva de riqueza? Por ahora, por muy de moda que pueda estar el tema de la desaparición del capitalismo, la posibilidad parece remota. No obstante, mientras sigan creciendo la contaminación, la inestabilidad financiera, los problemas de salud y la desigualdad, y mientras los sistemas políticos continúen paralizados, dentro de pocas décadas el futuro del capitalismo podría no parecer tan seguro como lo parece ahora.
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