jueves, 22 de diciembre de 2011

Ahora o nunca

Ahora que Cristina Fernández hace una pausa para asimilar el impacto de la inesperada muerte de uno de los amigos de su hijo Máximo, y que la mayoría de los argentinos tiene la cabeza puesta en las próximas Fiestas, es necesario analizar por qué el Gobierno eligió este momento para atacar, bien a fondo, y de una sola vez, a quienes considera sus máximos enemigos.
La primera razón es obvia: la jefa del Estado vive un instante político brillante y probablemente irrepetible. Con el 54% de los votos, una imagen positiva de más del 70%, un Parlamento que trabaja como la escribanía de la Casa Rosada y un sistema judicial que dejó de funcionar como el contrapeso mínimo e indispensable para evitar los abusos y la prepotencia oficiales, es posible que Ella no tenga otra oportunidad mejor para imponer las leyes que necesita y al mismo tiempo pulverizar a quienes hoy o mañana puedan amenazar su hegemonía en el ejercicio del poder.
La segunda razón es, también, de oportunidad. A punto de brindar por la Nochebuena, el año que se va y el año que llega, no hay demasiados argentinos dispuestos a escuchar, por ejemplo, la engorrosa idea de que la ley de regulación de Papel Prensa es, en el fondo, un instrumento del Gobierno para condicionar a los medios y periodistas críticos y profundizar el discurso único. O, para decirlo de otra manera: una ofensiva para atacar la libertad de expresión y limitar el pensamiento libre. Por eso mismo, la administración se apura y quiere transformarla en ley casi sin debate, entre las burbujas de los brindis y la arena de la playa de este verano anticipado.
La tercera razón es una respuesta imprescindible para quienes todavía se preguntan por qué Cristina Fernández "se arriesga a poner en juego todo su capital político" al pelearse, al mismo tiempo, con el Grupo Clarín; con el jefe de la CGT, Hugo Moyano, y con el gobernador Daniel Scioli. Se trata de la misma estrategia que en su momento eligieron "los soldados" de la Presidenta para enfrentar a la oposición política. Ellos ya saben que es mejor colocar a "todos los enemigos" en "una misma bolsa" y en el "mismo espacio de tiempo" que lidiar con uno a la vez y en distintas etapas, cuando no siempre el escenario "de combate" pueda resultar tan favorable como ahora.
Néstor Kirchner solía dibujar figuras geométricas en un papel para hacerles comprender a sus aliados con qué lógica elegía y combatía a sus "enemigos políticos". Si el ex presidente viviera, estoy seguro de que pondría de un lado a Cristina Fernández y sus aliados "progresistas" y "con buena prensa", y del otro lado escribiría una larga lista integrada, entre otros, por "la corpo mediática", Moyano, Luis Barrionuevo, Juan José Zanola y José Pedraza, Gerónimo Venegas, Scioli, Eduardo Duhalde, las figuras menos presentables del Peronismo Federal y también Mauricio Macri, antes de que el jefe de gobierno de la ciudad empiece a hilvanar acuerdos con los intendentes radicales mejor vistos y los peronistas que tienen votos en sus respectivos distritos.
Cuando El y Ella eligieron a Héctor Magnetto como el "líder de la oposición" les "bajaron el precio" de manera automática, y de una sola vez, a todos los periodistas y los políticos que quedaron "del otro lado". Así se ahorraron el trabajo de pulverizar a uno por uno y dejaron que el "imaginario colectivo" los uniera, mientras construían el relato de presentarse como el mejor gobierno de toda la historia de la Argentina.
El último eslabón de la cadena del plan que se podría denominar "Ahora o nunca" es, desde mi punto de vista, el más interesante y engañoso. Porque los ataques personales o interesados vienen "escondidos", "mezclados" o "enmascarados" con iniciativas o proyectos de ley dignos de aprobación o reconocimiento. Es más: a veces, en un mismo proyecto de ley conviven artículos que cualquiera podría apoyar con otros que parecen escritos para tomarse revancha de viejos o nuevos adversarios.
Analicemos, por ejemplo, el nuevo estatuto del peón rural. Está lleno de buenas intenciones. La prohibición del trabajo infantil y el establecimiento de remuneraciones mínimas que no podrán ser inferiores al salario mínimo vital y móvil son sólo dos de ellas. Pero también viene con una pequeña "trampita": le quita a Venegas el control del Renatre -un fondo de 800 millones de pesos anuales- y lo pone en manos del Ministerio de Trabajo. Lo mismo sucede con el paquete de leyes económicas, que se discute todo junto y sin derecho al pataleo. Si se lo estudia con detenimiento, nadie podría estar en contra de la ley de límites a la venta de tierras, el nuevo código penal tributario o con la idea de contar con un presupuesto presentado en tiempo y forma. Pero, entre los pliegues de aquellas iniciativas, aparecen la controvertida ley de emergencia económica, la cuestionada ley antiterrorista, el proyecto para combatir el lavado de dinero y la ley que le permitirá a Guillermo Moreno manejar los cupos para la compra de papel de diario. Es cierto que el oficialismo cuenta con mayoría propia tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Pero es más notable todavía la "picardía" con la que el Frente para la Victoria maneja los tiempos del Congreso. Así como la ingenuidad y la torpeza con la que la oposición intenta hacerse oír sin éxito, en medio del vértigo que le imprimen al trámite el Gobierno y los legisladores que responden a la presidenta de la Nación.
La andanada de ataques y de proyectos de ley intenta, al final, fortalecer al Gobierno en general y a la figura de Cristina Fernández en particular, con vistas al año que viene. La Presidenta acaba de decir, en Montevideo, que América latina necesita de sociedades que no estén pensando, a cada momento, en la inminencia de una nueva crisis. Por desgracia, ese tipo de cosas no tiene que ver con el deseo sino con la evolución de la economía real, más allá de la manipulación de las estadísticas oficiales.
Durante 2012 se crecerá menos, aumentarán las tarifas de agua, de luz y de gas, bajará el precio de la soja y los reclamos salariales serán más sostenidos y conflictivos que los de este año. También es probable que la imagen de la jefa del Estado, después de tocar el pico máximo, empiece a bajar, aunque nadie puede pronosticar con seriedad a qué ritmo y hasta dónde. Esta es la apuesta de fondo que explica la hiperactividad del gobierno nacional. La idea, como siempre, es que Ella continúe siendo única y que al resto no le alcance ni para empezar a pensar en transformarse en alternativa.

Confiscar, un verbo que no se conjugaba desde el primer peronismo

Los zarpazos que cada tanto el peronismo asesta al ámbito de las comunicaciones no suelen perdurar en el tiempo, producen grandes frustraciones y provocan altos costos al erario público.
La primera vez que el peronismo confiscó un medio de comunicación -el diario La Prensa, en 1951, arrancado a la familia Gainza Paz y entregado a la Confederación General del Trabajo-, la experiencia no fue buena: la circulación se derrumbó en picada y sus avisos clasificados emigraron hacia.¡Clarín!, el gran "cuco", sólo desde 2008, del peronismo K. Después de 1955, el matutino volvió a manos de sus legítimos dueños.
La estatización de los canales de TV, en julio y agosto de 1974, obligó al Estado, con el tiempo, a pagar onerosas indemnizaciones a los licenciatarios privados y convirtió a emisoras competitivas en usinas del poder de turno, a las órdenes de Isabel Perón, José López Rega y demás, hasta marzo de 1976, y después usufructuado de lleno por la dictadura militar, con todavía más arbitrariedad y mayor degradación de la programación.
Carlos Menem (1989-1999) y Néstor Kirchner (2003-2007) encarnaron, aun con programas contrapuestos, una avanzada ultraprivatizadora de facto que benefició fundamentalmente al Grupo Clarín. El primero le otorgó Canal 13 antes de que la democracia alumbrara una ley de radiodifusión propia y alentó la expansión desmesurada de ese holding en el cable. El segundo le extendió, por decreto de necesidad y urgencia, pasándole por arriba al Congreso, nada menos que por diez años, las licencias de radio y TV a ese y otros multimedios, y bendijo con gusto la fusión de Cablevisión con Multicanal.
Cristina Kirchner ha recuperado la impronta confiscatoria del primer peronismo al violentar un contrato vigente y estatizar las transmisiones del fútbol local (juicio multimillonario a futuro) ycon Fibertel le salió el tiro por la culata cuando experimentó la ira de los usuarios.
La judicialización del caso Papel Prensa tras 27 años de gobiernos democráticos, durante los cuales sus veedores estatales no formularon mayores objeciones, experimenta en estos días una ofensiva en varios frentes, ya que la ansiedad oficial por conseguir avasallar a esa empresa reconoce un vértigo del que nunca se hicieron cargo los jueces de distintos fueros y distritos en los que sucesivamente recayó la causa.
La ahora ley que declara de interés público la producción, comercialización y distribución de papel para diarios es la herramienta que el Poder Ejecutivo utilizará para sortear su minoría accionaria en Papel Prensa, con la excusa de "democratizar" su reparto entre los periódicos de todo el país.
Si a eso se le agrega lo que Guillermo Moreno ya viene haciendo con la importación de otros bienes y extiende las restricciones a la compra de papel para diarios en el exterior, estaríamos asomándonos a un escenario ya transitado durante el primer gobierno peronista: la discrecional "cuotificación" de bobinas para favorecer a la prensa adicta, en desmedro de la más crítica.
El contexto de "ir por todo" que se viene registrando en estos días - ocupación con Gendarmería de las instalaciones de Cablevisión, la solicitud de la Secretaría de Derechos Humanos para que se llame a indagatoria a directivos de Clarín y LA NACION en el marco de la causa Papel Prensa, las declaraciones hostiles hacia la prensa de la Presidenta y de otros funcionarios, así como otras disposiciones en marcha- anticipa tiempos sombríos para la diversidad informativa y una inquietante expansión del discurso único que pretende imponer el Gobierno.

lunes, 19 de diciembre de 2011

El colchón que se achica cada vez más...

A pesar de las compras por parte del Banco Central (BCRA), el stock de reservas internacionales mostró el 15 de este mes de diciembre una caída significativa de U$S 1.949 millones como contrapartida del pago del cupón atado al PBI.
Curiosa manera de perder dólares con este cupón, cuando una de los "objetivos" de falsear las estadísticas del INDEC es para menos por aquellos cupones atados al CER.
Este quinto pago a los tenedores del cupón atado al PBI ascendió a U$S 2.528 millones correspondieron a las unidades denominadas en moneda extranjera y $ 2.302 millones fueron para las denominadas en pesos.
Luego, las reservas suman U$S 44.804 millones que, neto de los pasivos con otros bancos centrales y el BIS, ubican las reservas en U$S 40.000 millones, o algo menos...

El kirchnerismo crítico se atreve a hablar en voz alta - Pragmatismo Puro

"Respetuosamente, señora, pienso que usted está mal asesorada." Esta simple frase, dirigida por un kirchnerista a la presidenta de la Nación, suena peligrosa, casi suicida, y por lo tanto impensable en estos tiempos de incondicionalidad. Digo: en estos tiempos en los que la incondicionalidad se ha convertido en dogma. No existe el kirchnerismo crítico. Nadie desde el planeta oficial es capaz de tomar el temible riesgo de disentir en voz alta con algunas políticas de este gobierno. La adscripción debe ser total, sin condiciones ni matices, a libro cerrado, y quien se atreva a poner un "pero" le estará siendo infiel al proyecto nacional y popular, y haciéndole el juego a la derecha. La elemental configuración de esta verdad irrefutable muestra la estupidez humana. Si la discusión sólo es posible con los "gorilas", las "corporaciones", "la opo" y los "enemigos de la patria", quiere decir que el movimiento imperante es incapaz de ejercer autocríticas, admitir errores, promover debates verdaderos, intercambiar dudas. Practicar, en definitiva, la libertad y la inteligencia. No hay ningún mérito en la incondicionalidad, que a la postre siempre es una máquina de producir fanáticos y obsecuentes.
Leí esa increíble frase del comienzo en el libro de un ferviente admirador del modelo. El escritorMempo Giardinelli acaba de publicar Cartas a Cristina . Y la importancia de su trabajo radica precisamente en la creación de un territorio intelectual donde es posible manifestar la fe y a la vez objetar algunas decisiones. El autor de La revolución en bicicleta es un reconocido prosista y un hombre comprometido con las ideas del progresismo. Su fundación, que opera en su Chaco natal, resulta modélica: es una organización sin fines de lucro que fomenta la lectura y realiza una gestión conmovedora en barriadas humildes. Tiene el auspicio de varias universidades internacionales y ha desarrollado emprendimientos fundamentales, como los premiados programas de las abuelas cuentacuentos y de asistencia a comedores infantiles. Tanto las últimas administraciones provinciales como los gobiernos kirchneristas han respaldado su tarea, pero Giardinelli ha tenido la precaución de no dejarse comprar por el dinero estatal. Dice, al respecto, que asiste a 6,7,8 y a TN y que es igualmente respetado. Y agrega: "Será porque no sirvo a ningún patrón, ni estoy a sueldo de nadie. Lo que no es mucho mérito y todavía no entiendo por qué algo tan elemental puede agradar o fastidiar a alguna gente".
Mempo conoció brevemente a Néstor y a Cristina, y cree con sinceridad que ambos "pasarán a formar parte del procerato nacional". No ahorra elogios por la política de derechos humanos, la ley de medios, el manejo de la economía. Tampoco esconde sus críticas para con la oposición y los grandes medios. Pero a continuación le escribe a la Presidenta: "No dejo de preguntarme casi a diario si tiene sentido apoyar a su gobierno, por la sencilla razón de que veo a mi alrededor tantas acciones reprobables. Porque la corrupción hormiga, la que practican muchísimos funcionarios, así como cierto maltrato generalizado en vastos sectores gubernamentales son estilo, resultan insoportables y la alcanzan a usted; le guste o no le guste, la alcanzan. Es claro que eso no quiere decir que todo lo malo deba ser atribuido enteramente a su gobierno, ni me parece justo personalizar en usted como es práctica de cierta oposición cavernaria y de ciertos grupos periodísticos. Pero tampoco me parece que eso deba ser obviado. No puede, no debe serlo".
Las cartas abiertas a Cristina son capítulos, y allí el escritor desmenuza muchos temas pendientes a la vez que mantiene un inalterable optimismo en el modelo kirchnerista. Aún así no reprime la honestidad brutal: "A usted también la rodean impresentables -le dice a Cristina-. Hay funcionarios, gobernadores, caciques, punteros, lobbistas y demás, que es obvio que desde la función pública hacen negocios privados". Le sugiere a la Presidenta que ponga la lupa en ellos y los congele si no puede sacárselos de encima. Con la corrupción es implacable: "Es cierto que siempre la hubo. Pero eso no justifica nada? Es archisabido que hay bolsones de corrupción política, de punteros, dirigentes y funcionarios que nunca, jamás van presos por sus habituales exigencias de coimas".
Giardinelli se permite reclamar una política ferroviaria ("Ninguna dádiva, Presidenta. Tren. Póngase a la cabeza de una nueva Argentina unida por el tren"), sistemas de salud y de seguridad más efectivos, una gestión ambiental y un régimen fiscal en serio. Pero cuando más ejerce su independencia es en el momento en que le recomienda cuidado con el segundo mandato. "Me pregunto con quién consulta, con quién discute. ¿Cómo será su mecanismo de decisiones, señora? ¿Máximo, Florencia? Bueno, sin duda apoyan como apoyan los hijos, pero ¿quién le acerca a usted experiencia, olfato, intuición? ¿A quién escucha? Porque a alguien ha de escuchar, usted." Hace alusión allí a Elisa Carrió, quien fue su amiga de la infancia. Dice Mempo con dolor: "Lilita se viene equivocando fiero desde hace unos años, y yo creo que es porque no escucha. No escucha a nadie, sólo habla ella. Y eso en política es fatal. Que no le suceda lo mismo a usted, Cristina, eso quería decirle."
Que quede claro: no estoy recomendando un libro. Estoy recomendando una ética.

Explicar conspiraciones es inútil, pero muy común

Las dificultades que plantea la identificación de las causas que generan determinados fenómenos (ejemplo: la inflación existente, aquí y ahora) es aprovechada por los entusiastas de las explicaciones conspirativas, entendiendo por tales aquellas que le agregan una intencionalidad al accionar, transformando el fracaso según la interpretación convencional, en éxito según la explicación conspirativa. Ejemplos: José Ber Gelbard no fracasó otorgándole créditos a Cuba, sino que quería sovietizar la economía argentina; José Alfredo Martínez de Hoz no fracasó con la "tablita" cambiaria, sino que quería destruir la industria manufacturera.
Para saber más de esto, trataré de explicarlo con mi ya clásica entrevista en primera persona de los lunes, donde planteo la idea de la falsafibilidad, según la cual nunca se puede probar que una teoría es cierta, pero sí que es falsa, cuando se encuentra información incongruente con sus implicancias y pronósticos. Según esta perspectiva, llamamos conocimiento al conjunto de teorías cuya falsedad todavía no se pudo probar...
-¿Es fácil formular explicaciones conspirativas?
-En economía sí. Cuando falta un bien, aumenta la demanda de los bienes sustitutivos y, por consiguiente, las ganancias de quienes los fabrican. ¿Cómo se explica, de manera conspirativa, una huelga de subtes? Por la confabulación de los colectiveros, los taxistas y los remiseros. Y si alguien duda de la explicación, hay que agregar: "La reunión fue secreta, por eso vos no te enteraste". A propósito: este reportaje también se puede explicar de manera conspirativa.
-¿Y por qué es tan fácil formularlas?
-Porque el único cuidado que hay que tener es que la explicación sea congruente con los hechos. Por eso cada hecho puede generar muchísimas explicaciones conspirativas.
-¿Cómo saber si determinado comportamiento colectivo surge de una coincidencia o de una conspiración?
-Investigando. Hace muchos años, en la Argentina la lluvia volvía intransitables algunos caminos rurales. Lo cual impedía que algunos de los camiones de hacienda pudieran llegar al mercado. Como el mismo número de compradores enfrentaba a un menor número de vendedores, el precio subía.
Este es un ejemplo de coincidencia. La explicación conspirativa sostiene que el precio de la carne aumentó porque los ganaderos se pusieron de acuerdo, aprovechando la lluvia, y decidieron enviar menor cantidad de animales al mercado para que aumentara el precio.
-¿Por qué son tan atractivas las explicaciones conspirativas?
-Porque en la Argentina en general, y en la ciudad de Buenos Aires en particular, uno se aguanta cualquier calificativo menos pasar por ingenuo. Ejemplo, casi da vergüenza afirmar que el 11 de septiembre de 2001 las Torres Gemelas fueron derribadas por una acción terrorista orquestada por Al-Qaeda; suena mucho mejor afirmar que en realidad fue la CIA, para hacernos creer que fue Al-Qaeda. Siguiendo esta línea, cabe plantear que fue Al-Qaeda, para hacernos creer que fue la CIA, cuando en realidad fue Al-Qaeda [quienes leyeron El chiste y su relación con el inconsciente , de Sigmund Freud, apreciarán que no estoy inventando nada].
-A usted las explicaciones conspirativas no parecen gustarle.
-Cierto, porque en vez de estimular la reflexión y, sobre todo, la búsqueda de información específica para entender mejor lo que está ocurriendo, generan holgazanería.
-Usted no puede ser tan ingenuo como para ignorar que las conspiraciones existen.
-Efectivamente. Si una persona me avisa que dentro de cinco minutos va a estallar una bomba en el edificio de enfrente, para asesinar a no se quién, yo le pregunto cómo lo sabe, me muestra un artefacto explosivo, y me dice: "Ya mismo cruzo y lo instalo", me está presentando un hecho de naturaleza conspirativa. Lo que rechazo es la explicación conspirativa de los hechos, cuando se carece de información específica y sólo se conjetura.

Regresa el "efecto Orloff"

En el Brasil de los años 80, una propaganda de vodka Orloff mostraba a una persona que, al prepararse para salir una noche de sábado, veía en el espejo del baño a otro parecido a él, pero arruinado por la resaca que lo miraba y sentenciaba: " Eu sou você amanhã ". La publicidad cerraba con un " Pense em você amanhã. Exija Orloff hoje " (el supuesto inverificable era, claro, que Orloff no dejaba resaca).
En Brasil se llamó "efecto Orloff" al carácter pionero de la Argentina en los planes de estabilización de precios (variantes de las tablitas cambiarias) y a la sensación ominosa que el fracaso argentino despertaba en el país vecino. Cuando, emulando a la Argentina, Brasil implementaba su plan de precios y salarios unos meses más tarde, el plan argentino ya comenzaba a mostrar sus fisuras debajo del maquillaje. Brasil se miraba en el espejo argentino y pensaba: ése soy yo mañana.
El mundo ha cambiado desde entonces. La inflación dejó de ser un problema endémico en los años 90, con la desdolarización financiera de la década siguiente el ancla cambiaria fue abandonada a favor de una intervención cambiaria en la dirección contraria (priorizando un dólar alto antes que un dólar bajo) y hoy Brasil sólo emula a la Argentina en su gesta sojera.
Pero, con la crisis mundial, el "efecto Orloff" ha regresado recargado. No entre la Argentina y Brasil, sino entre el mundo y Brasil (y la Argentina). O, mejor dicho, entre el mundo avanzado y el resto, que nos incluye.
Recordemos: a mediados de 2008, mientras Estados Unidos se hundía en la recesión, peleábamos contra el recalentamiento y la inflación de las commodities y debatíamos si el mundo en desarrollo se había desacoplado de los países avanzados. Seis meses más tarde, el crecimiento en la región caía en promedio más del 5% (6% en nuestro caso, según datos oficiales).
Hoy, decir que la recesión mundial anticipa la recesión local es una perogrullada. Pero, ¿cuánto de lo que pasa en nuestros países se explica por lo que pasa afuera? O, alternativamente, ¿cómo y cuándo impactaría una recesión mundial en nuestro vecindario?
Eso intentamos responder en una reciente investigación que preparamos con Luciano Cohan para las Perspectivas Económicas Latinoamericanas de la Brookings Institution. Allí encontramos que, en promedio, la mitad de la variación en la tasa de crecimiento de los principales países latinoamericanos se explica con tres variables globales (fuera del control de la política local): riesgo financiero en mercados desarrollados, precio de las commodities y crecimiento de los países del G-7 y de China. Hay más. En tiempos de crisis, la incidencia promedio se eleva al 80%. (La Argentina no es la excepción: nuestros números son 65% en tiempos tranquilos y 92% en tiempos "intranquilos".) Por otro lado, el rezago aproximado de estos efectos es un trimestre: las consecuencias locales del colapso de los bonos italianos tras la última gafe alemana o del aterrizaje suave que ya se insinúa en China comenzarán a sentirse en unos meses.
En principio, es posible interpretar los resultados de este ejercicio, por demás simple, de varias maneras.
Primero, lo obvio. La respuesta política debe anticipar la onda de choque de modo de no correr detrás de los hechos (como, en alguna medida, hicieron todos en 2009). Algo de esto se percibe en la región, donde los bancos centrales van adoptando una posición expansiva, reflejando tanto el peligro inminente de la recesión como la escasa munición fiscal para hacerle frente.
Otra interpretación señalaría la poca influencia de las decisiones propias de los países. Así, el incipiente enfriamiento de la industria argentina sería el reflejo de la desaceleración en Brasil, que a su vez sería apenas el reflejo cercano de la ola de frío global. Pero si nuestras subas y bajas se deben mayormente a elementos ajenos a nuestro control, ¿qué le queda entonces a la política económica?
Sin embargo, esta visión excesivamente pesimista pasa por alto dos distinciones. La primera es de plazos: el impacto de una recesión mundial es inmediato, pero la recuperación y el costo final a largo plazo dependen más de lo que haga cada país.
La segunda distinción es aún más importante, y remite a la diferencia entre PBI (ingreso) y consumo (o, más en general, bienestar). En una investigación realizada hace unos años para el Banco Mundial encontraba que el impacto de una recesión sobre la pobreza y la equidad dependía negativamente de la capacidad fiscal para compensarla. Esta distinción es la que explica por qué, en la percepción de la gente, la breve pero aguda recesión de 2009 estuvo tan lejos de las crisis de los 90: los Estados de la región pudieron mitigar el golpe con más gasto (orientado a los sectores más expuestos), financiando el déficit fiscal con los ahorros de los años buenos. Lo que los economistas llaman política anticíclica.
Este nuevo capítulo de la crisis global nos confirma que 2009 no fue un epifenómeno, sino el anticipo de una nueva realidad. Lo sabemos por experiencia: la resaca de una crisis de deuda puede durar una década. Y si, hasta ahora, la abundancia pagó los platos rotos de los errores locales, hoy que no sobra nada hay menos margen para la improvisación y la autarquía financiera. Sin embargo, mirando el vaso medio lleno, las nuevas restricciones deberían generar las condiciones para replantear un modelo de desarrollo que, ya en los años de vacas gordas, contenía sus propios límites: una lenta evolución de la productividad, una insuficiente integración comercial regional (la contracara de la creciente dependencia china) y un relativo fracaso en extender la cadena de valor de la producción de recursos naturales. El regreso de la escasez puede forzar una bienvenida revisión del milagro latinoamericano.
El mundo nos mira desde el espejo, y nos dice: "Yo soy vos mañana". Al ver la lenta descomposición europea, la parálisis política en los Estados Unidos, el rebaje de la locomotora china y el incipiente enfriamiento de Brasil (que es apenas el reflejo cercano de esta ola de frío global), en los países emergentes atravesamos tres etapas. Primero, el regodeo y la autocongratulación por no compartir tamañas desgracias. Enseguida, la sensación de que, mientras los países centrales se lanzan a los botes en la cubierta del Titanic, nosotros jugamos a las cartas en alguna bodega del barco. Finalmente, el sentimiento ambiguo de que el fin de la abundancia no es ni el acabose ni más de lo mismo, sino la nueva realidad que llegó para quedarse. El siguiente test en la carrera de obstáculos del desarrollo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

La gran coartada del nuevo gobierno

El nuevo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner parte de una premisa falsa desde la que se monta toda la maquinaria política y comunicacional que lo termina haciendo casi indestructible: el presupuesto engañoso de que estamos frente a una administración débil y constantemente amenazada por "las corporaciones" o "los poderes concentrados". Poderes que están aguardando, agazapados, para regresar y "castigar al pueblo". Un "pueblo" que, como es obvio, sólo puede seguir gozando del bienestar conquistado mientras continúe este proyecto "nacional, popular y democrático" que encarna la jefa del Estado, única depositaria del histórico triunfo electoral.
Lo dijo el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, para darle cierta mística al apoyo de los intelectuales que piensan como él, y que probablemente, a estas alturas, sientan cierta incomodidad al tener que fundamentar su oficialismo acrítico: "Este es un gobierno débil, aunque haya ganado con el 54% de los votos". Lo planteó también el diputado nacional Carlos Heller, un hombre siempre dispuesto al debate, cuando explicó su apoyo a la prórroga de la emergencia económica, que le seguirá permitiendo a esta administración continuar manipulando miles de millones de pesos sin pasar antes por la aprobación del Parlamento.
Heller afirma que no se puede estar esperando la autorización de la mayoría del Congreso cuando el mundo en general, y los Estados Unidos y algunos países de Europa en particular, están prenunciando una crisis que, en cualquier momento, podría impactar en la Argentina.
¿Puede considerarse en emergencia un país con una economía que viene creciendo, de manera ininterrumpida, desde hace más de ocho años?, le pregunté. Pero Heller considera que la declaración de emergencia es absolutamente necesaria. Y que todo el paquete económico que se pretende aprobar en menos de una semana es un instrumento imprescindible para seguir convalidando una "inversión social" que sirva para equiparar la brecha entre los demasiado ricos y los más pobres.
Si por un momento se aceptara la lógica de Heller, cabe preguntarse qué tipo de acciones impulsará el Gobierno ante la desaceleración económica que se pronostica para el año que viene? ¿Irían sus funcionarios casa por casa para comprobar quiénes merecen seguir recibiendo los beneficios del modelo y quiénes representan la encarnación del mal?
Pero lo más interesante, ahora que se mantiene la euforia triunfalista, es plantear cuáles son las ventajas y los beneficios de presentarse como un gobierno débil. El beneficio más evidente, como se acaba de demostrar, es que sirve para justificar la emergencia, las excepciones, las medidas de Guillermo Moreno y casi cualquier otra cosa, incluida la ineficacia de los años anteriores. Por ejemplo, la demora en designar a Nilda Garré como ministra de Seguridad fue explicada, en su momento, con el falso argumento de que antes el Gobierno no era lo suficientemente fuerte como para plantarse ante la cúpula de la Policía Federal y conducirla con la lógica de los civiles que defienden una fuerza de seguridad democrática. Así, los años en que el problema de la inseguridad fue ignorado por el gobierno nacional pueden ser justificados por esa sola construcción intelectual y emocional. También le sirve, a la propia Garré, para darle clases de cómo combatir la inseguridad a Daniel Scioli, y de paso hacerlo aparecer como un gobernador que convive con los negocios y la corrupción de la cúpula de la Policía Bonaerense. Y todo eso, sin hablar de la ineficacia de la propia fuerza de seguridad que ella maneja.
Un inteligente aliado del gobernador, el legislador provincial Fernando "Chino" Navarro, usa ahora el mismo tipo de argumentos para explicar por qué antes Scioli apoyaba una policía comandada por un uniformado y ahora está convencido de que lo mejor que puede hacer es darle la responsabilidad a un civil. "Esta es una asignatura pendiente del poder político: conducir a las policías en el marco de los preceptos democráticos", interpretó Navarro el giro de Scioli. De esta manera, ni el gobierno nacional ni el gobierno provincial terminan de asumir la responsabilidad por los errores que cometieron o por lo que no hicieron años antes. Es como tener a la oposición y el oficialismo en una misma fuerza política y en el seno de la propia administración. Nunca habrá una alternativa. Sólo hay "asignaturas pendientes" que tarde o temprano el cristinismo va a aprobar. Porque llegará el momento oportuno o el "contexto político" se presentará como favorable. Eso me respondió Néstor Kirchner una tarde de 2004, cuando le pregunté por qué seguía estableciendo alianzas con los principales barones del conurbano, si en el fondo los despreciaba. "Por ahora los necesito. Y soy demasiado débil para enfrentarlos. Cuando estemos en condiciones de hacerlo, lo vamos a hacer."
Cristina Fernández, en efecto, cree que ahora está en condiciones de enfrentar y vencer a Hugo Moyano con la misma lógica política que usó el ex presidente Kirchner para combatir y doblegar a la anterior Corte Suprema de Justicia y a dirigentes sindicales como Luis Barrionuevo. Se trataría de una "pelea" de la dirigente política que tiene el mayor porcentaje de imagen positiva de la Argentina contra la figura pública que ostenta el mayor porcentaje de imagen negativa y rechazo social. Pero, sobre todo, lo podría hacer porque su popularidad y su poder político hacen creíble el relato oficial, aunque esté compuesto por medias verdades.
Una verdad completa, por ejemplo, es que una buena parte del poder de Moyano fue facilitado por el propio Kirchner, igual que una buena parte de los negocios del Grupo Clarín fueron convalidados por el ex presidente en 2007. ¿No merece ser incluido esto en el debe del gobierno que asumió en 2003 y cuya gestión todavía se reivindica?
Una verdad completa debería presentar a este nuevo gobierno como uno de los más poderosos en toda la historia de la Argentina. Tiene mayoría propia en el Parlamento. Todas las oficinas públicas le responden más allá de las normas y las leyes. La mayoría de los jueces federales no quieren o no pueden condenar a los funcionarios acusados de corrupción y otros delitos. Se está por asestar un duro golpe a la libertad de expresión con el argumento insostenible de que el Estado va a facilitar el acceso al papel de diario para todos. Manejan el Banco Central y controlan la importación, la exportación y el tipo de cambio de manera policial. La Corte Suprema de Justicia, que hasta hace poco era percibida como un contrapeso necesario, no puede hacer cumplir los fallos de reponer en su cargo al ex procurador general en Santa Cruz ni que se le otorgue publicidad oficial a un medio independiente como Perfil.
¿Alguien se puede tragar la versión de que éste es un gobierno débil atacado por las corporaciones, los poderes concentrados, la corpo mediática y otros fantasmas funcionales al discurso oficial?

lunes, 12 de diciembre de 2011

Quiénes son "ellos" y "nosotros" para la Presidenta

Pocas veces Cristina Kirchner ofreció tantos indicios sobre cómo está pensando el futuro. El discurso de asunción reveló el mapa de los desafíos y contradicciones que anidan en su cerebro. Ese inventario explica mejor las nuevas designaciones del gabinete. También apareció en el cielo otra señal: el Gobierno inició la nueva etapa identificando a Daniel Scioli como el adversario principal del conflicto sucesorio. A la Presidenta le bastaron cinco días para redefinir, con palabras y con hechos, quiénes son para su política "ellos" y "nosotros".
La señora de Kirchner sigue al pie de la letra un dogma del marketing político. Los gobiernos deben estar siempre en campaña. Su mensaje al Congreso fue una arenga a la que hay que perdonarle mil contradicciones. Aun algunas llamativas, como la de autodefinirse "presidenta de 40 millones de argentinos" mientras se hacía calzar la banda por su hija, y juraba por la memoria de su esposo.
Más allá de estas peculiaridades, que a la distancia pueden confundirse con extravagancias, Cristina Kirchner volvió a demostrar que se sabe frente a una nueva agenda de problemas, que para ella equivale a una nueva agenda de enemigos. Uno de esos problemas, al que dedicó largos párrafos, es el retraso cambiario, que ahora es también evidente para ella.
La forma de abordarlo, sin embargo, es muy curiosa: sacraliza una paridad fija ($ 4,30 por dólar) y crea una oficina que elabore ecuaciones de competitividad, caso por caso, para las industrias a las que esa paridad tiene asfixiadas. Es un enfoque pensado en la caja mental de la convertibilidad -Domingo Cavallo anunció una Ley de Competitividad al día siguiente de asumir como ministro de Fernando de la Rúa- o, si se prefiere, en la del peronismo tradicional, que evitaba la devaluación con controles cambiarios, y conectaba a las industrias afectadas al respirador del proteccionismo.
La estrategia explica la potenciación de Guillermo Moreno, quien controlará las importaciones y exportaciones a través de Beatriz Paglieri, su álter ego femenino. Es decir, se encargarán de regular el ahorro de dólares interviniendo el comercio exterior.
La alternativa de pedir a Hernán Lorenzino que busque esos dólares en el mercado internacional parece, de nuevo, descartada. La Presidenta siguió elogiando el desendeudamiento, y se felicitó por no haberse contaminado con los activos tóxicos que circulan por el sistema financiero. Suena excéntrico. Designó en el Ministerio de Economía a un abogado especialista en lo único que esa cartera tiene vedado: emitir bonos. Escoltado por Moreno y por el marxista Axel Kicillof, Lorenzino debería dar alguna señal de que no es un ministro de juguete.
El significado más evidente de las nuevas funciones de Moreno y Paglieri es cómico: sólo alguien que está de muy buen humor puede denominar "sintonía fina" a una gestión encabezada por los demoledores del Indec.
También representa una amonestación para Débora Giorgi y su secretario de Industria, Eduardo Bianchi, denunciado en la fiscalía de Guillermo Marijuan por la presunción de que se cobraron coimas para emitir permisos de importación.
Moreno y Paglieri tendrán a su cargo, además, parte de la política de medios. El kirchnerismo avanza en el Congreso con el proyecto Papel de Diarios para Todos, que dispone la intervención pública de la mayor fábrica, Papel Prensa, de la que La Nacion, Clarín y el Estado son accionistas. Si, además de administrar la fabricación, la dupla regula las importaciones de papel, la prensa escrita quedará a merced del Gobierno.
Una incógnita: ¿Moreno y Paglieri controlarán también las importaciones de energía de Julio De Vido? Con su congelamiento de tarifas, el ministro premia al productor extranjero sobre el local, además de exacerbar la demanda y desalentar la oferta. Así, De Vido ha convertido al Gobierno en el principal comprador de dólares del país. Dicho con un giro presidencial: escupe al cielo. Pero Cristina Kirchner no habló del costo de la energía, ni de los nuevos impuestos destinados a solventarlo. Está en campaña.
Tampoco mencionó la inflación, salvo cuando, en un reproche involuntario a Dilma Rousseff, denostó las políticas de inflation targeting , que atribuye al consenso de Washington.
La imposibilidad de admitir la inflación conduce a la Presidenta a pensar la pérdida de competitividad como una disfunción microeconómica. Si advirtiera que, mientras la inflación es del 25% la devaluación es de sólo el 5%, comprendería que el peso se ha revaluado respecto del dólar un 20% al año. En otras palabras: que las empresas argentinas soportan año a año un costo adicional del 20%, que las saca del mercado. El desfase explica el aumento de las importaciones, la consecuente escasez de dólares, y la fuga de los tenedores de pesos hacia esa moneda.
Cuando se niega a esta visión, la Presidenta renuncia a la ventaja que tiene frente a Carlos Menem y Fernando de la Rúa: la posibilidad de hacer política monetaria. Ella prefiere diseñar planes de convertibilidad a medida -"no puede haber reglas generales", se sinceró anteayer- para las empresas que operan en el mercado interno. A las exportadoras, en cambio, les pide "que no escupan al cielo". Si lo hacen, quedarán convertidos en "corporaciones". Habla con el corazón. Como Pugliese.
¿Por qué estos problemas aparecieron ahora y no hace unos años? En su discurso no explicitó la pregunta, pero ofreció una respuesta. Sería por una especie de perversión ontológica, "esta cosa que nos pasa muchas veces a los argentinos que cuando empezamos a mejorar, es como que empezamos a hacer cosas para volver para atrás". Si incorporara la inflación en sus análisis, se daría cuenta de que esa variable se ha comido la competitividad cambiaria y, de que el péndulo de Mendiguren está devolviendo a la Argentina a los problemas de hace una década. De nuevo: es el Gobierno el que, al negar la inflación, escupe hacia el cielo.
La involución reinstala la cuestión sindical. Llevada por la improvisación, la Presidenta precipitó un debate sobre el derecho de huelga. Es lógico: como se propone reducir los costos laborales, pero se niega a hacerlo con una devaluación, confía en que el recorte lo hagan los sindicatos.
En la primera presidencia de Perón, los mismos gremios intervenían a los que superaban una pauta salarial. La lealtad de Hugo Moyano no llega a tanto. El se prepara a resistir una reglamentación del derecho de huelga que obligaría a pasar por el Ministerio de Trabajo antes de declarar un paro. Julio Alak, el ministro de Justicia, consultó a varios juristas sobre esta innovación.
La Presidenta se preparó para el combate. Anteayer arguyó que los sindicalistas fueron más concesivos que ella con las flexibilizaciones laborales a las que obligaba la convertibilidad. Mientras no se consiga sacar al 40% de los trabajadores de la peor flexibilización, la del trabajo en negro, se trata de una discusión cínica.
La perspectiva de un endurecimiento en el campo social hace crujir al kirchnerismo. Desde el CELS, una organización oficialista de defensa de los derechos humanos, se impugnó la definición de terrorismo del proyecto contra el lavado de dinero enviado al Congreso, porque habilitaría la penalización de las protestas. Tal vez ese organismo no haya advertido otra implicancia de la definición: podría ser una ventana para que la Justicia considere a las acciones terroristas de los años 70 crímenes de lesa humanidad, y por lo tanto, imprescriptibles. Es un debate subterráneo, que inquieta a algunos ex guerrilleros. La jueza María Servini de Cubría conoce esas preocupaciones.
La cuestión de las garantías individuales y la represión del delito sirvió en estos días para trazar una línea más visible: la que separa al kirchnerismo de Daniel Scioli. Nilda Garré impugnó que se mantuviera a la bonaerense bajo el mando de Ricardo Casal, el ministro de Justicia y Seguridad. La ministra había elogiado, en cambio, la coordinación de que es capaz Guillermo Montenegro al frente de la policía Metropolitana. Sorprende el piropo, ya que Montenegro acaba de reemplazar a un civil (Eugenio Burzaco) por un comisario (Horacio Giménez) en la conducción de esa fuerza. Es cierto que Giménez fue el candidato originario de Garré para encabezar la Federal, y que no lo designó por una firme contraindicación de la Presidenta. Montenegro, además, es amigo de todos: de Garré, de Amado Boudou, también de Scioli, a quien visita en la quinta La Ñata. Son detalles. Lo que llama la atención es otro dato: en una materia central para su ideología, como la seguridad, el kirchnerismo se siente más cerca de Macri que de Scioli. La interna del año 2015 está lanzada.

El capitalismo está lejos de encontrar a su sucesor

A menudo me preguntan si la crisis financiera global marca el comienzo del fin de la era del capitalismo moderno. Es una pregunta curiosa porque presupone que existe un sustituto viable esperando tomar el relevo. La verdad es que, por ahora, las únicas alternativas serias al paradigma anglo-estadounidense dominante actual son otras formas de capitalismo.
Parece que el capitalismo continental europeo, que combina generosos beneficios sociales y de salud; y un horario de trabajo razonable, períodos de vacaciones largos, una jubilación temprana, y distribuciones del ingreso más equitativas, parecería ser recomendable. Pero carece de sostenibilidad.
Se afirma que el capitalismo darwiniano chino, con empresas de exportación que operan en un ambiente de encarnizada competencia, una frágil red de seguridad social y una extensa intervención gubernamental, es el heredero inevitable del capitalismo occidental. Con todo, el sistema económico chino está evolucionando continuamente.
No es claro cuánto más seguirán transformándose a sí mismas las estructuras financieras, económicas y políticas chinas, y si ese país en última instancia mutará en una nueva forma de capitalismo. Tal vez, el asunto central es que en todo el panorama histórico, todas las formas actuales de capitalismo son finalmente temporales. El capitalismo moderno tuvo resultados extraordinarios desde el comienzo de la Revolución Industrial hace dos siglos, que sacó de la pobreza absoluta a miles de millones de personas.
Las principales economías capitalistas no han podido valorar los bienes públicos, como el aire limpio y el agua. El fracaso para lograr concluir un nuevo acuerdo global de cambio climático es sintomático de esta parálisis.
El capitalismo produjo una gran riqueza pero también extraordinarios niveles de desigualdad. Otro problema es la oferta y distribución de servicios médicos. El problema se agravará: con seguridad aumentarán los costos de los servicios de salud como proporción del ingreso a medida que las sociedades sean más ricas y más viejas, y probablemente rebasarán el 30% del producto bruto interno dentro de unas décadas.
De Salud y Dietas Malas
Es irónico que varias sociedades capitalistas modernas hagan campañas para instar a las personas a poner más atención a su salud, mientras se promueve un ecosistema económico que induce a los consumidores a una dieta malsana. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, un 34% de los estadounidenses son obesos. Es claro que la forma convencional de medir el crecimiento económico -que implica un mayor consumo- no puede ser un fin en sí mismo.
Además, los capitalismos actuales subestiman considerablemente el bienestar de las generaciones futuras. Esto no fue importante en gran parte del período desde la Revolución Industrial, pues el continuo avance tecnológico superó las políticas miopes. En general, cada generación tuvo mucho más éxito que la precedente. Sin embargo, como la población mundial está rebasando los 7000 millones, y los presagios de escasez de recursos se hacen cada vez más evidentes, no hay garantía de que se pueda mantener esta trayectoria.
Por supuesto, las crisis financieras son el quinto problema, tal vez el que recientemente ha provocado más exámenes de conciencia. En el mundo de las finanzas, la continua innovación tecnológica no ha reducido notoriamente los riesgos, y bien podría haberlos ampliado.
En principio, ninguno de los problemas del capitalismo es insuperable, y los economistas ofrecen una serie de soluciones basadas en el mercado. Un alto precio global del carbón induciría a las empresas y las personas a internalizar el costo de sus actividades contaminantes. Se pueden diseñar sistemas fiscales que ofrezcan un mayor margen de redistribución del ingreso sin que ello conlleve necesariamente distorsiones paralizantes, mediante una minimización de los gastos fiscales no transparentes y manteniendo bajas las tasas marginales. Lograr precios efectivos de los servicios de salud, incluidos los de los tiempos de espera, podría fomentar un mejor equilibrio entre la equidad y la eficiencia. Los sistemas financieros podrían estar mejor regulados, dando una atención más rigurosa a las acumulaciones excesivas de deuda.
¿Será el capitalismo víctima de su propio éxito en la producción masiva de riqueza? Por ahora, por muy de moda que pueda estar el tema de la desaparición del capitalismo, la posibilidad parece remota. No obstante, mientras sigan creciendo la contaminación, la inestabilidad financiera, los problemas de salud y la desigualdad, y mientras los sistemas políticos continúen paralizados, dentro de pocas décadas el futuro del capitalismo podría no parecer tan seguro como lo parece ahora.

El menudo problema de explicar las causas - En política económica es necesario conocer el origen de las cosas para poder diseñar soluciones

Frente a cualquier consulta, un profesional sigue la siguiente secuencia: 1) los hechos; 2) ¿cuál es el problema, y para quién?; 3) ¿a qué se debe?, y 4) ¿qué se puede hacer al respecto?
El tercer paso es generalmente el más difícil, porque la labor profesional se encarga de los efectos (o los síntomas) a las causas, y a menudo más de una causa genera los mismos efectos.
Para explicar esto, mi ya clásica entrevista en primera persona de los lunes:
-¿En qué consiste y a qué se debe el problema de identificación?
-Quiero plantear un ejemplo que no tiene nada que ver con la econometría. Tomo una hoja de papel, sobre la cual escribo la palabra caso . Luego tomo una tijera y corto el papel, de manera que en un pedacito queda la letra "c", en los restantes las otras, y los deposito a todos sobre una mesa. Si le preguntara a cualquiera que me hubiera visto, qué palabra generó este conjunto de letras, la respuesta sería caso .
Mientras que si se lo preguntara a quien sólo vio los cuatro papelitos, podría decir caso , pero también asco ocas cosa caos . La primera persona no es más inteligente que la segunda, sino que tiene más información.
-¿Algún ejemplo de la vida real?
-Observo un patio lleno de agua, y quiero saber si llovió, lo baldearon o se rompió un caño. La respuesta no puede surgir de razonar y volver a razonar, sino de conseguir información. Si sé que no llovió, pregunto si baldearon, y si me dicen que no, llamo al plomero.
-¿Por qué es esto importante en política económica?
-Porque el titular de un equipo económico quiere saber por qué en la jurisdicción que tiene a cargo existe desocupación de mano de obra o inflación, y para esto no le sirve que le listen las posibles causas, sino que necesita que le identifiquen cuál de todas ellas es la que efectivamente está generando el problema. En ausencia de esto es muy difícil diseñar e implementar una política económica.
-Muchos debates ignoran este punto.
-Por lo cual se transforman en eternos y, por consiguiente, inútiles. ¿A qué se debe la inflación; a la emisión monetaria, al impulso de los costos o a la estructura económica? Otro ejemplo: ¿por qué hay delitos; porque se perdieron los valores, no funciona el sistema educativo, hay pobreza, la droga, etcétera?
Busquemos información, en vez de desperdiciar saliva y tinta. No estoy diciendo que resulte fácil conseguir los datos necesarios para identificar la causa, digo que es imposible solucionar el problema reemplazando más información con más reflexión.
-Por lo que veo, los problemas de identificación tampoco se dan exclusivamente en economía.
-Ocurren en todos los órdenes de la vida, por ejemplo, en medicina. Dr. House es un magnífico ejemplo de esto. El referido médico encabeza un equipo que trabaja en un hospital, y su labor se "reduce" a diagnosticar a qué se debe la dolencia de cierto paciente. House presiona a sus médicos para que mejoren la información, para poder descartar las hipótesis que resultan incongruentes con los síntomas.
Me pregunto si, como ocurre en la serie televisiva, en la práctica los médicos inducirán trastornos en sus pacientes para que la causa de la dolencia reaccione y pueda ser identificada.
-¿Qué hace un poderoso cuando no tiene cómo solucionar un problema de identificación?
-A Herodes, rey de Judea y Galilea, un día le avisaron que había nacido un niño, que pondría en peligro su reinado. ¿Quién es?, preguntó alarmado. No sabemos. ¿Qué edad tiene? Cuando escuchó la respuesta, mandó matar a todos los niños que tenían entre cero y dos años (la historia dice que Jesús se salvó, mostrando que la ineficiencia estatal es de vieja data).
En una fábrica, un club, un campo o un gobierno, buena parte de la mejora de la gestión pasa por conseguir información.